Muchas personas no pueden salir de su casa sin perfumarse con esa “fragancia” que consideran parte de su personalidad y hasta casi un amuleto para poner un pie en la calle.
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¿Puede un aroma identificarnos y hasta incluso determinar nuestro estado de ánimo? Sí, y la respuesta tiene que ver tanto con nuestra memoria olfativa como con las notas que dan vida a los perfumes. Los perfumistas concuerdan con que hay notas que predisponen ciertas emociones o sensaciones, pero también que muchas de nuestras preferencias tienen además una relación directa con aquellos aromas que forman parte de nuestros recuerdos.
Según Verónica Kato, nariz y perfumista de Natura, este se convierte en amuleto cuando la persona se identifica con la fragancia, y a la vez pone una intención en ella y la usa por superstición. “Cree que al usarla atrae la suerte o se siente protegido, se vuelve una cábala, o siente que aumenta su energía, o que la empodera para sentirse más fuerte o más bella”, dice la nariz. Y aclara que los perfumes son los únicos productos que nos permiten vivir o permanecer en la memoria de otras personas a partir de algo tan simple como un aroma. “Ese aroma permanece en la memoria olfativa del otro y remitirá en un futuro a ese momento de encuentro y conexión. Por eso, las personas eligen perfumes que hablen de ellas mismas y las representan”, explica.
Por su parte, Claudia Godoy, directora de formación, de Givenchy Argentina, advierte que el sentido del olfato tiene un impacto directo en nuestro cerebro. “Es el sentido que más puede llegar a nuestras emociones, un aroma nos lleva a un lugar, a un momento vivido y hasta una persona”, explica.
Cuestión de personalidad
“Una persona se perfuma para encontrarse bien consigo misma y también con los demás. Muchos eligen una fragancia una vez porque se sienten interpelados y nunca más la cambian o les cuesta mucho pensar en hacerlo. Luego ese perfume pasa a ser parte de la marca registrada de esa persona, es decir, la experiencia de encuentro con esa persona es que huele siempre igual”, señala Adriana Lopardo, alquimista y creativa detrás del proyecto Blind. Además, considera que, probablemente, esto responda a la estructura de la personalidad y que estos son los casos en los que el perfume se transforma en un amuleto.
Pero no todos eligen una fragancia distintiva, en muchos otros casos la búsqueda está en perfumes que se adapten a determinadas emociones que la persona quiere transmitir: seguridad, sensualidad, empoderamiento. “Esas personas son más versátiles y tienden a estar en una búsqueda permanente de novedades, que les permitan transitar esos cambios”, aclara Lopardo.
Aromas y estado de ánimo
Para la nariz de Natura, un perfume puede influir directamente en nuestro estado de ánimo lo que se traduce en nuestro estado emocional. “Está demostrado científicamente, a través de la neurociencia, que los aromas afectan el estado de ánimo. Por ejemplo, las hierbas frescas como el romero y la menta, por ejemplo, estimulan la atención; las notas cítricas energizan y despiertan el ánimo; y las notas dulces sacian y alivian; mientras que las frutales traen placer y alegría”, explica Kato. Por lo general, los argentinos y los latinoamericanos, se inclinan por “los caminos y derivaciones aromáticas frutales, acuosas y florales”, dice la nariz de Natura. Y, de acuerdo a su experiencia, considera que, en el caso de la Argentina, las personas prefieren caminos florales, frutales, con notas frescas, acuosas, cítricas y aromáticas; siempre con la intención de generar un impacto positivo.
Coincide Marta Harff, creadora de Perfumum Bue y referente del mundo de los aromas, con que nuestros estados de ánimo son sensibles a los perfumes. “Los perfumes a través de la memoria olfativa, sea genética o por las vivencias de nuestra primera infancia, tienen el poder de influir directamente en nuestro estado de ánimo”, sostiene. Y considera que esto sucede porque el olfato es el sentido más desarrollado al nacer, a la vez que el más primitivo.
“El olfato ha sido un sentido de sobrevivencia, en nuestros orígenes, indicando el peligro, alertándonos sobre qué podíamos comer y qué no, y también cuándo era el período de fertilidad para procrearnos”, explica Harff. Para la perfumista, la memoria olfativa es única en cada persona y se construye a partir de un denominador común que son los aromas de lo que asociamos con lo saludable, lo bueno, lo que es parte de nuestra alimentación, nuestros momentos de seguridad alrededor del fuego, de la comida, de la familia. “Es así que las flores, frutos, las especies aromáticas, el humo del hogar, de la comida, son aromas que componen la memoria olfativa de cada persona”, detalla.
En ese sentido, para la creativa de Blind, las sensaciones están mediatizadas por la experiencia y el recuerdo. “Así, como para ciertas personas las notas florales resultan empalagosas, o las perciben como demasiado dulces, a muchas otras les transmiten alegría, juventud, frescura. Tal vez las asocian a la primavera, cuando muchísimas plantas florecen, recuperan el color verde en sus hojas, y se produce en general, una renovación del ciclo vital de las plantas”, ejemplifica.
Pero así como hay notas que nos resultan agradables, también están aquellas que nos producen rechazo, y esto se relaciona en la mayoría de los casos con la memoria emocional o con una composición que percibimos como desagradable. “En general, algunas notas que remiten a nuestra memoria olfativa que se asocian con un momento triste o conflictivo. También, notas que tienen una composición individual muy agresiva a nuestro sentido del olfato”, sostiene Harff.
Puentes para reconectar con uno mismo
“Clarice Lispector, la gran escritora brasileña, decía: ‘la Tierra es perfumada. Y yo me perfumo para intensificar lo que soy. Por eso no puedo usar perfumes que me contraríen. Perfumarse es una sabiduría instintiva. Y como todo arte, exige algún conocimiento de sí mismo. Uso un perfume que es mío, ¡soy yo!”, recuerda Harff. Entonces, el perfume se convierte en un elemento que nos lleva directamente a nuestra esencia, al autoconocimiento, a lo que somos y nos provoca calma y seguridad.
Asimismo, Kato sostiene que en tiempos como los que estamos viviendo, tan desafiantes y dinámicos, es posible reconectar con uno mismo a través de fragancias que potencien nuestra conexión con la naturaleza o con fragancias dulces que también ayudan a aliviar y disminuir la ansiedad y la preocupación. O buscar aquellos aromas que nos remitan a la infancia, a situaciones felices en las que nos sentimos seguros, y que nos llevan directamente a una situación de bienestar.
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