Se producen por la activación del sistema nervioso simpático y la estrecha conexión entre el cerebro y el intestino; es habitual en la etapa de enamoramiento
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Era chica cuando sintió por primera vez una sensación “rara” en la panza. Lucía Báez Romano, psicóloga y sexóloga e integrante del Centro Argentino de Urología (CAU), cuenta que estaba en su casa mirando televisión cuando la imagen de un jugador de fútbol la cautivó. Con la inocencia que reina en la niñez, recuerda que se escondió debajo de la mesa para que nadie note lo que le estaba pasando. Años más tarde entendió que lo que había sentido frente a la imagen de aquel hombre eran “mariposas en la panza”.
Sentir cosquillas en el estómago cuando alguien gusta, frente a una primera cita o simplemente cuando se ve pasar a una persona atractiva por al lado, es moneda corriente. En la jerga popular suele decirse que se tienen mariposas en la panza. Se trata de una sensación de hormigueo que tiene una explicación científica y biológica.
“Cuando aparecen las famosas mariposas en el estómago, hablamos de una respuesta fisiológica a las emociones intensas, como por ejemplo, amor, ansiedad, miedo, la anticipación a una cita”, cuenta Marianela Ducca, psicóloga cognitivo conductual (M.N: 65237). Y explica que por lo general suele ocurrir cuando estamos de cara a una experiencia de primera vez: “No es lo mismo la cascada emocional ante la novedad que cuando algo ya es repetitivo”, explica la psicóloga.
Para Sol Buscio, licenciada en Psicología (M.N: 71610), tiene que ver con una activación cerebral “que viene a tomar poder de nuestros comportamientos y pensamientos y que nos preparan para afrontar distintas situaciones donde nos podemos llegar a ver amenazados o con una descarga de excitación tal como cuando conocemos a alguien”.
Desde la Universidad de Harvard informan que esta sensación se relaciona con una conexión entre el cerebro y el intestino: “El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. Los síntomas de enojo, ansiedad, tristeza y amor, entre tantas otros, se pueden desencadenar en el intestino”. Estos dos órganos están conectados entre sí a través del nervio vago, por lo tanto, lo que sucede en uno de ellos, repercute inmediatamente en el otro. Y así también lo explica Ducca: “Nuestro sistema nervioso está conectado con nuestro sistema digestivo, entonces cada estímulo nos puede activar distintos tipos de conexiones que repercuten en el abdomen”.
¿Cuál es la relación entre las mariposas en la panza y el amor?
Indudablemente la ciencia y el amor van de la mano. Específicamente esta sensación es la consecuencia de un proceso biológico que ocurre en el organismo al inicio del enamoramiento a causa de la adrenalina que se genera: “Cuando conocemos a alguien se activa el sistema nervioso simpático, el mismo que se enciende durante una situación de miedo”, señala Ducca.
Cuando esto ocurre, aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria y el flujo de la sangre en los músculos de las piernas y los brazos debido a que se preparan para luchar o huir. En consecuencia, el aparato digestivo se queda sin irrigación sanguínea y se genera esta reacción extraña en el estómago conocida como mariposas.
Frente al repentino enamoramiento, también se disparan un montón de sustancias “que generan todas estas respuestas fisiológicas en el cuerpo”, cuenta Ducca. En este sentido puntualiza que el cerebro libera una serie de hormonas que afectan el sistema gastrointestinal y que provocan aquella sensación de “mariposas”. La oxitocina es una de ellas, encargada del placer y el deseo hacia el otro; la serotonina es otra: dispara la felicidad simplemente por ver o estar al lado de la persona por la cual se siente atracción. Por último se encuentra la dopamina, un neurotransmisor que también fomenta el deseo de querer estar con el otro.
En estos casos, destaca Buscio, sucede algo curioso: “Frente a esta catarata de emociones queremos agradar a la otra persona, por lo tanto mostramos nuestro costado más lindo”.
Mientras se experimenta este hormigueo estomacal, Báez Romano comenta que sin quererlo se altera la manera de actuar, comienzan los tartamudeos y las palpitaciones. No obstante, la especialista detalla que solo ocurre al inicio del enamoramiento, en especial, frente a la incertidumbre. Pero en la medida en que se va conociendo a la otra persona o se está frente a una situación que se sabe lo que va a pasar, “ya no se liberan todas estas sustancias, entonces no aparece la sensación de hormigueo en el estómago”.
Cuando esta etapa del enamoramiento llega a su fin, comienza otra instancia: “Empieza a aparecer el lado B de la otra persona. Afloran cuestiones relacionadas a conocer sus gustos, valores y comportamientos que quizás nos dejan de atraer. En ese momento entramos en una etapa de negociación con nosotros mismos y con el otro: ¿Conectamos? ¿Nos admiramos?”, precisa Buscio.
Muchas veces las emociones se salen de control y es difícil encontrar el punto medio, pero hay técnicas para lograrlo. Para apaciguar la sensación de mariposas en la panza, Ducca sugiere utilizar métodos de respiración consciente que permitirán pasar del sistema nervioso simpático, donde la respiración es rápida y jadeante, al sistema nervioso parasimpático que tiene que ver con un estado de calma emocional. De todas maneras, la psicóloga considera que “tener un poquito de estrés está bueno porque te hace más operativo y te mantiene en estado de alerta”.
La primera estrategia que expone se conoce como “respiración cuadrada”. Y realizarla es sencillo: “Se inhala en cuatro tiempos, se sostiene el aire durante otros cuatro segundos, se exhala nuevamente en cuatro y se mantiene una apnea por otros cuatro tiempos”, explica la especialista. Pero ponerla en marcha lleva unos minutos, por lo tanto, hay veces que no se puede ejecutar cuando se está en apuros. Por esta razón, Ducca brinda otra táctica llamada “suspiro fisiológico” que es más expeditiva para hacer y que a su vez es menos percibida por el otro: “Se inhala profundamente y luego se larga suavemente el aire”, dice la especialista.
Consultada acerca de cuánto tiempo dura esta sensación y si se da en todas las personas por igual, Ducca responde que hay algunos que están más conectados con su fisiología y tienen más registro de su sistema somático a diferencia de otros, que suelen pasarlo por alto y, puntualmente especifica que “las mariposas por el enamoramiento pueden durar desde seis meses a dos años”. Como reflexión final la psicóloga comenta: “Somos seres integrales que tenemos que buscar el equilibrio general: ni todo panza, ni todo cabeza, ni todo corazón”.