En la era de las redes sociales, saltos repentinos de jóvenes que se hicieron famosos cuando eran apenas adolescentes o niños; qué riesgos esconde este fenómeno
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En los últimos días sus declaraciones se convirtieron en tendencia: sus posteos en las redes sociales están dando qué hablar y sus fanáticos, no ocultan sus comentarios y devoción. Y es que la reconocida artista argentina, Lali Espósito confesó sentirse atraída por las mujeres, una situación que viene resonando en su vida desde hace tiempo, pero que nunca se animó a enfrentar. El tema se disparó durante una entrevista realizada en el programa “Nadie dice Nada” emitido por Luzu TV donde soltó el secreto: “Me mentía un montón. No aceptaba que me gustaban las “minas” o que tenía una dualidad”.
Y contó que a través de la música, encontró un lugar donde canalizar sus emociones, un espacio donde plasmar aquellos sentimientos encontrados y esclarecer sus dudas. Fueron sus dos temas más recientes, “2son3″ y “N5″, donde se sinceró por completo, no solo con ella sino también con su público. “En los últimos años, me di cuenta de que por lo menos en mi música, necesitaba ser más franca. Había todo un público que necesita representación y no tenía una canción”, declaró durante el ciclo que conduce Nicolás Occhiato.
Pero esto no viene solo, durante los meses pasados, la jurado de la Voz Argentina, estuvo en el lente mediático al relacionársela con distintas personas, una cuestión que abría el debate popular acerca de sus relaciones afectivas.
Su carrera profesional arrancó cuando apenas tenía diez años y aún cursaba el colegio primario. El salto lo dio junto a Cris Morena a través de las novelas “Rincón de Luz” y “Floricienta”, y fue esta productora quien la convirtió rápidamente en protagonista de todos sus shows. Hoy, abocada al universo de la música, se hizo un lugar dentro del plano internacional: las entradas para sus conciertos se agotan en cuestión de horas -los próximos en la Argentina serán los días tres y cuatro de diciembre en el Movistar Arena- y se la convoca con regularidad para participar en distintos programas de televisión. Un grupo de legisladores porteños firmó un proyecto para declararla personalidad destacada de la cultura: “Con más de 20 años de trayectoria, Lali es una de las estrellas internacionales más populares del entretenimiento hispano”, menciona el texto.
Salto a la fama
Si hay algo que tienen en común los jóvenes como Lali, es que saltaron a la fama de manera repentina cuando aún no rozaban la mayoría de edad y eran apenas adolescentes o niños. En algunos casos fue de casualidad, en otros impulsados por su entorno. De todas maneras, lograron hacer su propio camino y sus nombres circulan alrededor del mundo llenos de fuerza y poder. En las redes sociales son furor y todo lo que publican se convierte inmediatamente en tendencia y sus seguidores no tardan en adquirir lo que promocionan o simplemente imitan lo que hacen.
La reconocida Kylie Jenner, por ejemplo, hoy de 25 años, se dio a conocer a los diez gracias a su mediática familia que lideraba el prime time de la televisión estadounidense con su reality show “Keeping Up with the Kardashians”. Tras catapultarse a la vida pública no tardó en incursionar en el modelaje y en el mundo de la publicidad, lo que le permitió forjar su identidad. Actualmente está a la cabeza de una empresa de cosmética que fundó en 2015 y que lleva su nombre. La misma ofrece una variedad de 400 productos y está valuada en US$900 millones al punto que, en 2018, la revista Forbes la declaró como la persona multimillonaria más joven de todos los tiempos superando incluso al creador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Las oportunidades y los tratos especiales son normalidad en sus vidas. Así, es posible que en todas estas historias abunden las oportunidades, el trato diferencial incluso el dinero. Para ellos es normal tener acceso a todo lo que quieren de manera rápida y desmedida y en un abrir y cerrar de ojos, todo parece estar al alcance de la mano, situación que confunde y borra límites.
Pero no todo es color de rosas. Lidiar con semejante popularidad no es una tarea sencilla: de golpe su vida privada pasa a ser pública, ya no pueden circular libremente ni tener una relación con alguien sin ser señalados, juzgados o víctimas de rumores y mentiras”, comenta Sandra López, psicóloga y coordinadora de posgrados en la escuela sistémica argentina.
En base a esto, la especialista señala el grado de estrés y de exigencia al que están sometidos debido a que “los seguidores los catalogan como ídolos. Esto causa un sinfín de emociones internas ya que lidian constantemente con su vida personal y con la exposición externa”, explica López.
Por eso, cuando alguien adquiere tanta popularidad y se convierte en influyente a tan temprana edad, inevitablemente pierde la rutina de una persona de su edad, tanto a nivel familiar, social, escolar. “En lo que se refiere a obligaciones, empiezan a tener responsabilidades propias de los adultos”, agrega la psicóloga.
Y en este sentido, son muchos los que se abruman, sufren problemas de salud o adoptan conductas que se consideran nocivas. Entonces, ¿qué hay detrás de este repentino crecimiento?
Britney Spears es un claro ejemplo de ello. Con tan solo 18 años, su álbum solista Baby One More Time, fue el más vendido de una adolescente y el que la catapultó de inmediato a lo más alto. Un año más tarde, su segunda creación de estudio, Oops... I did it Again!, tuvo récord de ventas, 1.3 millones, durante la primera semana de lanzamiento. En ese momento, no hubo dudas de que esta joven, se había convertido en una figura popular y referente de la música pop. Sin embargo, los años pasaron y sus apariciones en espectáculos, películas y shows de televisión eran frecuentes. No obstante, Spears no pasaba desapercibida: su presencia en fiestas, su excesivo consumo de alcohol y los ataques de locura que la llevaron por ejemplo, a raparse toda la cabeza eran moneda corriente en las tapas de revistas y medios internacionales.
A raíz de ello, su carrera como artista disminuyó y su familia, especialmente su padre, exigió convertirse en su tutor legal, por lo que accedía a tener el control total del patrimonio de su hija inhabilitándola de trabajar y de manejar sus finanzas. Fue recién a finales del año pasado, que la intérprete le ganó el juicio y recuperó todo lo que le pertenecía. No obstante, por esta situación, sus dos hijos adolescentes se distanciaron de ella y aseguraron a través de una entrevista televisaba a un programa de los Estados Unidos, que están dispuestos a reanudar el contacto con su madre una vez que la consideren apta psicológicamente.
Según Juan Martín Barbich, coach ontológico profesional, la idea de “triunfo” puede no ir a la par de la felicidad personal ya que lo que realmente aporta plenitud y satisfacción son “los tipos de vínculos que generamos, el hecho de ir por nuestros ideales, y nuestra realización personal que tiene que ver con los valores individuales que no siempre están alineados con los de otras personas”, sostiene el especialista.
Y es que para Barbich, el ser humano no está plenamente desarrollado hasta cumplir los 21 años aproximadamente. “La vida está dividida en ciclos que duran siete años y que indican diferentes etapas evolutivas: desde transformaciones físicas, pasando por el nivel emocional, cognitivo y espiritual. Entonces, si transitamos cada etapa con consciencia y a su ritmo, nos vamos a convertir en adultos maduros, estables y coherentes”, añade el coach.
Ahora bien, cuando una persona se convierte rápidamente en adulto sin tener cierto grado de madurez y conocimientos, “se hace difícil que tenga un buen manejo de las emociones y del auto control”, comenta López.
Las etapas de aprendizajes en la vida
El coach explica los distintos períodos que atraviesan las personas desde que nacen:
- De los cero a los siete años: yo y el mundo. Se produce la primera interacción entre lo individual, lo hereditario y el entorno. En este momento es importante el vínculo que se construye con la madre o la persona que los cría ya que, transitar esta etapa de manera satisfactoria habilita a que en el próximo ciclo el niño comience a generar autonomía.
- De los siete a los 14 años: cambios. En esta fase aparece el mundo exterior y la persona descubre cómo manifestarse en él. Limitarlo, equivale a que luego de adulto tenga problemas para responder de manera satisfactoria a los cambios, a la adaptación y es posible que se le dificulte su capacidad de incorporar conocimientos nuevos.
- De los 14 a los 21 años: identidad. Las personas empiezan a participar en los temas sociales, comienzan a crear y a ocupar un lugar en el mundo. No experimentar esta etapa en tiempo y forma puede llevar a generar problemas de identidad.
- De los 21 a los 28 años: límites. Se prioriza el desarrollo emocional y surgen dudas acerca del futuro personal, además, puede surgir la famosa crisis de talento. Llegar a este momento de manera correcta permitirá transitar los conflictos de manera saludable y permitirse volver a elegir o cambiar de rumbo.
Para Barbich, el desafío pasa por lograr ser uno mismo, por sentir la trascendencia de nuestras vidas, dándole un sentido y propósito. “Es importante asumir que la vida y los resultados son dinámicos, que comienzan, terminan y se transforman”, reflexiona el coach.