Comprar genera felicidad y muchas veces, cuesta frenar, sin embargo la euforia dura poco
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¿A quién no le pasó alguna vez de soñar con algo y al comprarlo darse cuenta enseguida que la felicidad de tenerlo le duró unos pocos minutos? A veces, la emoción de lo nuevo desaparece rápido y se dispara la ansiedad de querer volver a comprar: no se sabe qué, tampoco cuánto. Algunos acumulan, otros compran sin necesidad, pero en todos los casos, el resultado es el mismo: placer efímero
Para muchos, el consumo masivo es una adicción. Marianela Ducca, psicóloga especialista en la rama cognitivo conductual, asegura que se trata de querer llenar un vacío, de bajar la ansiedad. Hacer click y comprar genera satisfacción, pero al toque, se esfuma y vuelve a reinar la angustia.
“La duración de la felicidad posterior a la compra es efímera porque está relacionada con los centros de gratificación que se activan. Los seres humanos buscan de manera permanente la activación del placer y las compras, generan eso”, agrega Ducca.
Se parece a un círculo vicioso donde una cosa lleva a la otra y siempre se quiere más. Nunca es suficiente, nada alcanza. Cynthia Zaiatz, jefa de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros explica que esta situación es difícil de frenar porque “se necesita de manera constante la dosis de refuerzo”.
Las causas del consumo están asociadas a las emociones y a la personalidad de cada uno, muchos canalizan lo que sienten a través de las compras. “La tristeza y la felicidad son dos factores condicionantes al momento del consumo. Haber tenido un mal día lleva a querer taparlo con algo nuevo, haber tenido un buen día, genera querer premiarse con algo”, sostiene Zaiatz.
“Los descuentos manipulan a las personas. Vivimos en una sociedad consumista donde nadie se quiere quedar afuera. Esto hace que perdamos el foco en qué es realmente esencial”, sostiene Ducca.
Ansiedad, tentación y culpa
Micaela tiene 26 años y cuenta que desde que tiene acceso a comprar online, se le transformó en un vicio porque tiene todo al alcance de la mano. Con respecto al Hot Sale, dice que intenta aprovechar los descuentos “porque a veces valen la pena”.
Sin embargo, comprar le causa efectos secundarios con los que tiene que lidiar. “Me suele agarrar bastante ansiedad, me irrito, quiero hacer la compra rápida para no quedarme sin stock del producto que me gusta. Y cada vez quiero más. Me cuesta salir de ese círculo vicioso”, comenta Micaela.
El consumo excesivo genera consecuencias negativas en las personas. Ducca explica que esta situación afecta la relación con uno mismo y con quienes nos rodean. “Hay un nivel de frustración muy grande, de culpa”, explica.
Zaiatz coincide con la psicóloga: “Estallan las tarjetas, se generan deudas, surgen conflictos personales y hasta problemas con familiares o amigos. De todas maneras, las personas compulsivas, vuelven a comprar”.
Hacerle frente
Para la jefa de salud mental la clave para frenar esta adicción está en rodearse de personas que puedan ayudar a calmar la ansiedad, a colaborar en la administración monetaria y “que les abran los ojos sobre la verdadera utilidad de lo que se quiere adquirir”.
Los especialistas aseguran que es necesario hacer hincapié en la idea de generar consciencia en el consumo, de mostrarle al otro que existen distintas formas de transitar la vida y la manera de comprar. “Nuestro cerebro funciona mejor con pocos objetos ya que, despojado y en la simpleza se vive más relajado. Acumular provoca distracción y malestar. Si esto no se logra, pedirle ayuda a un especialista siempre es una buena opción”, enfatiza Ducca.
Replantearse si lo que se quiere comprar realmente se necesita, es uno de los puntos de partida para disminuir el exceso de consumo y bajar la ansiedad. Un consejo que puede ayudar a quienes no se pueden controlar.
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