Después de trabajar durante años en el mercado inmobiliario, Jonathan Goischain se animó a dar el paso y escribió un libro infantil que ya es un éxito
4 minutos de lectura'
Para empezar a narrar la historia de Jonathan Goischain, podría decirse que su recorrido dibuja una trayectoria similar a la de las estrellas que describe en su libro para niños (y no tanto) “Pequeño astronauta”. Se trata, en síntesis, de encontrar el propio modo de brillar y compartir lo que uno es, escuchando esa singularidad que nos hace únicos y nos conecta con lo que amamos. Ese camino no suele ser una línea recta, y es tal vez en esas idas y vueltas donde aparecen los condimentos más interesantes.
El autor de Pequeño Astronauta cuenta que, desde chico, en su hogar se respiraba arte. La pasión de su padre por el teatro, o la música que tocaba su madre en el piano eran una fuente de inspiración hacia ese mundo creativo. Así, desde adolescente canalizó su vocación expresiva formando su propia banda y escribiendo textos que dejaba fluir sin saber muy bien hacia dónde iban. Cuando llegó el momento de elegir qué estudiar, se decidió por la carrera de locución que decidió no ejercer.”
“Mis viejos siempre fueron muy laburantes, ellos eran autogestivos, y si bien nunca nos faltó nada, tampoco sobraba, digamos, no es que estábamos súper bien. Tal vez por eso yo me sentí como en la obligación de no repetir la historia y decidí dejar de lado mi vocación más artística para ir hacia aquello que me diera más estabilidad económica. Recién mucho tiempo después, con análisis, me di cuenta de que esa decisión que no era tan blanco negro”, cuenta el hombre que trabajó en una desarrolladora inmobiliaria, una actividad en la que aprendió sobre sus relaciones interpersonales, “siento que aprendí a leer mejor a la gente en el mano a mano, a entender qué quiere, qué le interesa”, apunta.
Salir al mundo
La estabilidad conquistada y su dedicación en el trabajo no opacaron esa otra veta creativa de su esencia, que parecía esperar pacientemente el momento de aflorar. La pandemia de 2020 le dio un nuevo giro a la historia, suspendiendo la etapa de viajes por el mundo, e inaugurando, a la vez, otro gran viaje: el de la paternidad, que inició apenas unos días antes de la cuarentena que se dio en Argentina.
Jonathan cuenta que el hábito de contarle cuentos a su hijo lo reconectó aún más con su costado artístico y trajo una explosión de creatividad. Así, a partir de una tarea que le pidieron en el jardín de su hijo, de inventar un cuento en el que él fuera el protagonista, sintió que todo volvía a su lugar: la escritura, la necesidad de crear otros mundos.
“Mi hijo todas las noches me pide que le cuente historias, me va dando como tips, y yo voy avanzando, es un super desafío a la imaginación, que me encanta. En un momento se me ocurrió contarle algo que tuviera una continuidad noche a noche, ir agregándole elementos nuevos cada vez y así surgió la idea de este cuento del astronauta. Un día mi mujer me dijo “¿por qué no escribís un libro?”, y pensé, “tengo que hacerlo en serio””. A partir de la decisión, no paró: escribió, buscó ilustradora, editorial y avanzó sin que nada pudiera ya detenerlo.

Así llegó al papel esta historia que habla sobre las infinitas posibilidades de ser lo que deseamos.El astronauta en sí no es el verdadero protagonista de la historia, este personaje es un vehículo para que se desarrolle el protagonismo de las estrellas, y el mensaje que transmite creo que es la invitación a explorar los propios anhelos y deseos, escapar del mandato que nos llega.
“El legado de los padres es genial, pero está bueno que los chicos exploren también lo que les da felicidad”, dice y reconoce que estas dos últimas generaciones enseñaron algo distinto sobre estos mandatos que había antes quizás. “Creo que el mensaje del libro está para los dos: padres e hijos. Está bueno que los padres y madres entendamos que quizás la forma no es la que uno tiene, lo que uno cree que es lo mejor. No hay que limitar la imaginación de los chicos, hay que dejarlos volar”, agrega.
En este nuevo capítulo que empezó en la vida de Jonathan, su faceta de escritor aflora con toda la fuerza para llegar a sitios recónditos y encontrarse con respuestas inesperadas y hermosas de quienes comparten y construyen a partir de la lectura en casas, escuelas y otros ámbitos. Como las estrellas de la historia que describe, encontró su propio modo de viajar y brillar y hoy se siente feliz cuando recibe, por ejemplo, mensajes donde le cuentan que su historia llegó a una escuela en Ayacucho, o cuando imagina su libro en manos de un abuelo que le lee a su nieto.
Otras noticias de Paternidad
Últimas Noticias
Ahora para comentar debés tener Acceso Digital.
Iniciar sesión o suscribite