La sudoración excesiva es una molestia que se exacerba con las altas temperaturas; por qué se produce, cómo tratarla y qué hacer para no pasar situaciones desagradables
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Con frío o con calor, sin motivo aparente, empapa remeras y camisas o gotea desde las manos, afectando la vida diaria. La hiperhidrosis o sudoración anormal y excesiva, que no está relacionada necesariamente con las altas temperaturas, afecta la calidad de vida de quienes la padecen. En verano, el inconveniente se puede potenciar, repercutiendo en los hábitos y en el día a día de las personas que sufren la patología. Si bien no se considera una enfermedad, la incomodidad que ocasiona amerita la visita al médico para tratarla y así solucionar un problema que se vuelve social.
En quienes la experimentan, la ropa puede empaparse y hasta las manos pueden llegar a gotear transpiración, impidiendo realizar las tareas diarias. Según la Clínica Mayo, “la hiperhidrosis se presenta al menos una vez por semana, durante el día. Y la sudoración generalmente se produce en ambos lados del cuerpo”. La recomendación de consulta al médico se aplica cuando “la sudoración perturba la rutina diaria; causa angustia emocional o retraimiento social; repentinamente se comienza a sudar más de lo habitual; y cuando se producen sudoraciones nocturnas sin razón aparente”.
Raúl Banegas, cirujano plástico (M.N. 79300), miembro de la SACPER (Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora), aclara que hiperhidrosis focal primaria se da al transpirar más de lo normal, no en todo el cuerpo sino de manera focalizada en las axilas y/o manos y/o plantas de los pies y no tiene una causa, por lo que se dice que es primaria. “A veces son secundarias a otras enfermedades mucho más graves, por ejemplo, un proceso maligno tumoral”, advierte.
Ciertas enfermedades y algunos medicamentos pueden desencadenar una sudoración excesiva. Por eso, “la primera recomendación comienza por obtener un diagnóstico que realizará el dermatólogo, para ver el tipo de hiperhidrosis del paciente y evaluarla”, destaca Christian Sánchez Saizar, médico dermatólogo (M.N. 97895) miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Banegas cita un estudio realizado por la American Academy of Dermatology, según el cual la hiperhidrosis afecta al 2% de la población y que su versión primaria representa más del 90% de los casos. “No tiene relación directa con la temperatura ambiental, se debe a un exceso de estímulos nerviosos y aumenta por estrés emocional”, acota el cirujano plástico. Es una funcionalidad exagerada de las glándulas sudoríparas que responden a procesos, por ejemplo, de nervios o de calor, de manera excesiva. La hiperhidrosis focal es más común en adolescentes y jóvenes y muchos de ellos empiezan después de la pubertad.
Si bien no es una enfermedad, consiste en una alteración que tiene mucha repercusión desde el punto de vista social. “Conozco casos, por ejemplo, de guitarristas que no podían tocar bien la guitarra porque les patinaba la mano sobre el mástil del instrumento. Entonces vinieron a colocarse toxina en las palmas de las manos. Hay gente que no puede empuñar una raqueta o no puede jugar un deporte como el golf porque le patina el grip. Pero, fundamentalmente es gente que, si se trata de hiperhidrosis palmar, tiene mucho problema para dar la mano, porque la otra persona la siente fría y mojada. Es realmente invalidante desde lo social”, asegura el cirujano plástico.
El malestar trasciende al aspecto social, dado que puede complicar también la vida profesional ya que “la transpiración en las manos puede mojar papeles y dificultar el manejo de materiales, causando vergüenza e incomodidad”, añade Sánchez Saizar.
La hiperhidrosis axilar tiene otras connotaciones sociales, no por el olor -generalmente no lo tiene- sino a raíz de la incomodidad que provocan las remeras y camisas visiblemente mojadas por la sudoración. “He escuchado casos de pacientes que me decían que les gustaba una remera y se compraban dos iguales. Entonces, iban a una fiesta con las dos remeras, una puesta y la otra en la cartera, y en la mitad del evento pedían permiso para ir al baño a cambiarse la que ya estaba totalmente empapada por otra seca”, agrega Banegas. Debido a las constantes manchas de transpiración sobre la ropa, la gente afectada por hiperhidrosis “muchas veces se viste sólo de negro”, apunta el dermatólogo. En el caso de afectar los pies, la incomodidad se presenta, sin dudas, a la hora de calzarse.
Para solucionar el problema existen distintas alternativas y se aconseja ir de menos a más en la complejidad de los tratamientos. En una primera instancia se recurre a la aplicación de productos tópicos como lociones con sales de aluminio “que se usan en chicos más jóvenes antes de recurrir a un tratamiento mínimamente invasivo”, indica Sánchez Saizar. Se trata de productos de prescripción médica recetados, que deben ser controlados periódicamente por el médico especialista. “Este tipo de productos tópicos son muy utilizados en los desodorantes gracias a sus efectos antitranspirantes. Las sales bloquean el conducto sudoríparo e impiden que salga el sudor sobre la superficie de la piel. Deben estar indicados y supervisados por un médico”, destaca el dermatólogo.
En el siguiente escalón, si la alternativa tópica no dio los resultados esperados, se indica la aplicación de radio frecuencia fraccionada con microagujas, que se trata en consultorio. Finalmente, la opción de recurrir a la toxina botulínica es la más efectiva. “Lo que se hace en estos casos es la aplicación de toxina botulínica en la dermis que es donde están, justamente, las glándulas sudoríparas. La toxina interfiere en las órdenes que le dan las terminales nerviosas al receptor de la glándula sudorípara. Entonces, la glándula deja de funcionar, simplemente porque no está recibiendo ninguna orden porque está cortada la comunicación”, explica Banegas. Es “un tratamiento que en sólo una sesión de menos de media hora, en consultorio, brinda excelentes resultados. La clave es la consulta médica para decidir, de acuerdo al grado de la patología, la mejor opción de tratamiento”, afirma Sánchez Saizar.
Candidato al tratamiento con toxina botulínica es cualquier persona que se sienta socialmente afectado por este tipo de sintomatología. “Se puede usar desde la adolescencia en adelante y la duración es bastante más larga que para las arrugas dinámicas, para el tratamiento de los músculos. Calculamos una duración de entre seis y ocho meses y en algunas personas un poco más.
Por supuesto que las cantidades a aplicar son mayores. Por ejemplo, si el promedio del tratamiento del tercio superior del rostro son cincuenta unidades, en el caso de las axilas son cincuenta unidades por cada axila. En el caso de las palmas, es alrededor de setenta y cinco unidades por cada palma”, especifica Banegas.
En el verano la sintomatología puede exacerbarse y es el momento de mayor consulta en búsqueda de una solución. “El tratamiento muchas veces se realiza una vez al año, especialmente en la época de verano que es cuando más molesta e incomoda. Aunque en invierno quienes sufren esta patología también necesitan tratarla. Si bien la hiperhidrosis se acentúa generalmente durante el verano y a raíz de estrés emocional, a veces estos pacientes sudan todo el tiempo sin ningún factor desencadenante evidente”, concluye Christian Sánchez Saizar.
Sin graves consecuencias para la salud, sin embargo, las huellas que deja la hiperhidrosis en lo emocional y en lo social son razones lo suficientemente profundas como para encarar una consulta profesional en pos de una solución.
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