Nacidos después del 2000, tienen valores totalmente distintos a los de sus padres y definirán el destino de la sociedad en el futuro
- 5 minutos de lectura'
Padres cansados, frustrados y angustiados porque no pueden comprender las actitudes de sus hijos. “¿Por qué te afecta todo?”, “¿por qué no podés hacer lo mismo que los demás?”, “tenés que aprender a tolerar la frustración”. Estas son algunas de las frases que más se repiten en los hogares donde viven los jóvenes pertenecientes a la Generación de Cristal.
El problema central radica en la incomprensión que hay entre una generación y la otra. La generación de los Baby Boomers -nacidos entre 1946 y 1964- y la Generación X -nacidos entre 1965 y 1980- no pueden entender cómo los que llegaron al mundo después del 2000 no pueden afrontar la vida de la misma manera que lo hicieron ellos en su momento. El juicio de jóvenes perezosos y frágiles podría estar relacionado con una evaluación basada en los mismos estándares de hace décadas que hoy ya no tienen vigencia.
“Los jóvenes de hoy son diferentes porque están inmersos en un contexto distinto, en una sociedad donde nada se sostiene en el tiempo, sin valores demasiado sólidos con lazos frágiles y provisionales. Una sociedad cada vez más compleja e híbrida”, sostiene la psicóloga Laura Radovich.
Dilemas de estos tiempos
Hay un entendimiento colectivo respecto de lo que es la Generación de Cristal: menos resilientes y más propensos a ofenderse por problemas sociales que otras generaciones. En su mayoría se niegan a trabajar de 9 a 5, cuestionan el por qué de estar en una oficina a tiempo completo y se frustran rápidamente cuando las cosas no suceden como quieren.
El dilema ha escalado tanto que hoy en día en TikTok el hashtag #GeneracióndeCristal cuenta con más de 280 millones de visualizaciones. En 2010, una investigación siguió de cerca a jóvenes millennials que se graduaron de la universidad y descubrieron que tenían características asociadas a la baja resiliencia, al aumento del narcisismo y la necesidad constante de que se los reconozca.
Otro estudio impulsado por The American Psychological Association, estudió las diferencias entre las generaciones de jóvenes actuales y las de los adultos. En dicha investigación destacaron que los adultos se caracterizan por ser menos egocéntricos, pero cuentan con menos compromiso social y político y además, no se preocupan por el medioambiente y sus consecuencias a futuro. Por otro lado, los investigadores calificaron a los jóvenes de tener más porcentaje de deseos de ser ricos y famosos que las generaciones anteriores. También tienen como propósito salvar el medioambiente y hacer foco en las injusticias sociales.
Para la psicóloga Alicia Alemán, estos jóvenes son más frágiles porque tienen menos herramientas para afrontar el mundo. “Los padres han perdido el don natural de ayudarlos a que aprendan, creen que por edad cronológica los chicos van a aprender la madurez y esto no pasa, los padres tenemos que ayudarlos a que hagan un recorrido para que crezcan y maduren”, enfatiza la profesional.
“El egocentrismo es parte del proceso evolutivo que están viviendo y es una forma de afirmar su propia independencia. Sin embargo puede volverse problemático si les impide funcionar adecuadamente en algunas áreas o mantener ciertas conductas inadecuadas o inadaptadas”, dice Laura Radovich. Y añade que algunas de las características para identificarlos son:
- Toleran mucho menos las injusticias
- La tecnología para ellos es un estilo de vida
- Sus habilidades generalmente están enfocadas en lo audiovisual
- Son sensibles a las problemáticas sociales
- Son más cuestionadores sobre todo ante realidades que sus propios padres llegaron a normalizar
- Tienen mucha creatividad
- Tienen demasiada sensibilidad emocional
¿Cómo comprenderlos y ayudarlos?
La filósofa española Monserrat Nebrera sostiene que estos jóvenes podrían ser así de “inestables” o “inseguros” porque sus padres, que vivieron épocas de mucha carencia, se empeñaron en salir adelante para darles todo y que nos les falte nada como a ellos en su momento.
“Creo que una de las funciones más importantes de una familia es la de enseñar a tolerar la frustración a los hijos y que aprendan a frustrarse. Esto no tiene porqué ser hecho autoritariamente, puede ser enseñado con mucho cuidado y amor. Ante una equivocación, en lugar de recalcar el error podemos preguntarle cómo se siente, cómo lo hubiera hecho diferente, hay otras aproximaciones a las cosas que no salen bien”, dice Alemán.
Según Radovich es esperable que los jóvenes y adolescentes busquen modelos a seguir principalmente en sus pares y menos en sus padres o adultos. Por eso sostiene que es importante a la hora de educar que los adultos no dejen de orientar a sus hijos manteniendo la autoridad pero también permitiendo que logren independizarse cada vez más. “Los padres y las madres tienen que confiar en ellos mismos y tener su propia filosofía con la que se sientan cómodos dentro de un marco de crianza flexible. Si bien ser padres es un gran desafío, también puede ser una de las experiencias más gratificantes y agradables de la vida”, finaliza.
Otras noticias de Adolescentes
Más leídas de Salud
Según los nutricionistas. Ni comida grasosa ni cerveza: qué hay que comer para aliviar la resaca de las fiestas
El té de los dulces sueños. Se prepara con una hierba que se consigue en todos lados
Avances prometedores para el tratamiento de la enfermedad de Fabry
El secreto de belleza japonés que le ayudaría a mantener la firmeza de la piel