La reconocida psicóloga española María Jesús Álava explica los beneficios de la frustración en el ciclo “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA que emite sus contenidos en forma exclusiva por LA NACION
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La frustración molesta, incomoda, genera ira. Y al contrario de lo que pasa cuando aparece la alegría que suele ser motivo de festejos, muchos intentan ocultarla y simulan que “no pasa nada”. Pero, ¿por qué se la relaciona con un tabú? ¿Qué pasaría si se la acepta tal cual es?
En un mundo exigente donde rige la competencia y el “qué dirán”, mostrar cierta vulnerabilidad es una tarea difícil de afrontar y son pocos los valientes que se animan a aceptar y reconocer que no se encuentran bien o que las cosas no salen como les gustaría. Como todas las emociones, frustrarse es una más del montón, es parte de la vida cotidiana y como tal, inevitable. Sin embargo, poco se dice que la frustración trae de la mano una serie de beneficios para las personas, en especial para los niños.
Al respecto, la reconocida psicóloga española y elegida dentro del ránking de las Top 100 Mujeres Líderes de España en 2012, 2017 y 2020, María Jesús Álava, derriba los mitos que asocian a la frustración con una emoción negativa y realza las virtudes que promueve, en el ciclo “Aprendemos Juntos 2030″, porque tal como dice la especialista: esta emoción “nos hace más humanos y más inteligentes”.
Tras esta revelación e impulsada por su extensa trayectoria en el campo de la psicología, la experta insta a las personas a utilizar la frustración como una aliada y a sacarle provecho porque aunque pueda sorprender a más de uno, su función es fomentar el aprendizaje y el crecimiento individual: “Para generar recursos, el arma principal es la frustración”, asegura Álava.
Por esta razón, la especialista hace énfasis en la importancia de aprender a lidiar con esta emoción desde chicos y sobre todo, a quitarle la impronta negativa con la que se la suele relacionar: “La frustración es necesaria siempre y cuando esté planteada desde el lado opuesto, es decir, desde una visión positiva”, reflexiona Álava. De esta manera, cuenta la psicóloga, las personas podrán capitalizar lo ocurrido y generar herramientas de por vida que los ayudará en su desempeño futuro y sobre todo, les permitirá atravesar los obstáculos cotidianos con éxito.
De acuerdo a la especialista, amigarse con la frustración es un proceso que no se da de un día para el otro, más bien, se trata de una construcción que lleva tiempo. De cara a este escenario, muchos se preguntarán cuál es el camino correcto para lograrlo y la respuesta, dice la psicóloga, tiene que ver con un trabajo que al principio deben realizar los padres para acompañar a sus hijos y ayudarlos a mirar este momento con otros ojos. Pero, ¿de qué manera? “A través del humor” revela Álava. Es que se dice que la risa todo lo puede y todo lo cura. En pos de ello, “la clave es sacarle dramatismo a la situación que se haya vivido y haya causado la frustración. Por este medio, los niños sanan y consiguen salir de aquella sensación de ´fracaso´ con una lección positiva aprendida”, expresa la psicóloga.
Sin embargo, en un universo global y competitivo donde se aspira a que las personas se nutran de conocimientos y lleven una vida intelectual rodeada de títulos universitarios, maestrías y el manejo de varios idiomas, no queda lugar para desarrollar la inteligencia emocional, imprescindible para atravesar los obstáculos cotidianos con éxito. Y en este afán de exigencias y de estar a la altura de las pretensiones sociales, puede aparecer la frustración por no poder alcanzar todo aquello que se desea o se impone.
No obstante, la vida gira en torno a un montón de aspectos además del intelectual. En este sentido, “como adultos tenemos la responsabilidad de enseñarle a nuestros hijos a conocerse en profundidad, a quererse, a percibir a las otras personas y a razonar”, dice Álava. En el otro extremo, cuando se sobreprotege a un niño, “le quitás las posibilidades de que experimente, de que se frustre”, menciona la psicóloga. Y la realidad es que “un chico se tiene que frustrar para poder aprender y adquirir herramientas”, agrega la psicóloga. Así, a medida que crece, tendrá la confianza y las habilidades necesarias para no dejarse vencer por las cosas que no salen bien y la capacidad de sortear los obstáculos diarios con convicción.
Sin ir más lejos, la inteligencia emocional es importante para relacionarse tanto con uno mismo como con otras personas. Cuanto más uno se conoce a sí mismo, mayor serán las competencias y las habilidades a la hora de entender, procesar y resolver de manera efectiva distintas situaciones y problemas. Sucede que las emociones son un eslabón más para alcanzar el bienestar y la realización personal. En este sentido, hoy la inteligencia no se limita solo a una cuestión intelectual: “Si nos conociéramos más, sabríamos ser felices, que es el objetivo final que todos buscamos y por ende, seríamos menos manipulables”, destaca la experta y agrega: “Si aprendemos este concepto, aprendemos a vivir”,
Y si bien siempre se creyó que cuanto más alto es el nivel intelectual, mejor será el desempeño en la vida, en los últimos años se demostró que aquello no es del todo suficiente. Para que los niños, adolescentes y adultos sean auténticos, es necesario saber gestionar y afrontar las emociones, especialmente las que no son agradables. Precisamente, poder transitar la frustración con una mirada positiva, fortalecerá a las personas en el camino de la vida.
Podés disfrutar de la charla completa que compartió la psicóloga María Jesús Álava en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo de 2022, se emiten en forma exclusiva por LA NACION.