Por Máximo Ravenna y Viviana Desanzo
En las sociedades de países desarrollados y en vías de desarrollo, existe un creciente aumento de las enfermedades cardiovasculares, que se sitúan como la primera causa de mortalidad entre la población. Estas enfermedades responden a causas genéticas en algunos casos, pero principalmente están asociadas con hábitos alimentarios y sociales incorrectos.
Se denominan factores de riesgo cardiovascular a las condiciones de un individuo que aumentan la posibilidad que desarrolla una enfermedad de esta índole en un futuro más o menos lejano. Estos factores de riesgo se clasifican en:
1. Factores modificables que condicionan las intervenciones preventivas mediante unos correctos hábitos alimentarios y sociales.
2. Factores no modificables que condicionan el grado de intensidad con el que se ha de intervenir para corregir los primeros.
Dentro del primer grupo encontramos:
- Tabaquismo: la relación entre fumar cigarrillos y enfermedad cardiovascular es evidente. A mayor cantidad de cigarrillos fumados por día, mayor riesgo. El tabaquismo pasivo también es perjudicial para la salud y aumenta especialmente el riesgo de infarto de miocardio de la pareja fumadora. Fumar cigarrillos además de provocar lesiones vasculares conlleva también carcinoma de pulmón.
- Hipertensión: numerosos estudios indican que existe una relación directa y continua entre la presión arterial y el riesgo cardiovascular. Una dieta controlada en sal es fundamental para evitar esta problemática. Se recomienda muy especialmente reducir el consumo de salsa de soja, ya que es uno de los aderezos que la contiene en mayor cantidad (agréguenla con moderación a sus viandas).
- Dieta rica en grasa y colesterol: se ha demostrado que dietas de estas características aumentan la concentración plasmática de colesterol y favorecen la formación de células espumosas que intervienen en la formación de ateromas o placas que van disminuyendo la elasticidad de las arterias y el normal flujo de sangre por las mismas. Se recomienda que el colesterol en sangre no supere los 200mg/dl. El porcentaje de grasa totales de nuestra dieta es de un 20/25%, ya que se consideran alimentos desgrasados, descremados y con bajos niveles de colesterol total. Recuerden que el colesterol se encuentra solo en alimentos de origen animal.
- Diabetes: son la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia (aumento de insulina en sangre) los factores desencadenantes de mayor riesgo cardiovascular en pacientes con esta patología.
- Sedentarismo: la actividad física adaptada (AFA) disminuye la adiposidad y la concentración de grasa en sangre, aumenta el colesterol bueno (HDL) y disminuye la presión arterial.
- Obesidad: el sobrepeso es un factor de riesgo demostrado en la aparición de alteraciones del metabolismo graso, diabetes, hipertensión arterial, artrosis, gota y colelitiasis. A causa de estas alteraciones, existe un mayor riesgo en los obesos de padecer coronariopatía e infarto. También se lleva la incidencia de tumores de vesícula biliar, mama, útero, endometrio, ovario, colon y próstata.
La distribución de la grasa corporal tiene significativa importancia en la valoración de riesgos para la salud. La distribución de la grasa en "forma de manzana" (androide) es mas perjudicial que la de en "forma de pera" (ginoide). Se puede determinar mediante el cociente perímetro cintura/cadera, y se habla de un mayor riesgo si el cociente es mayor a 0,85 en la mujer y mayor de 1,00 en el hombre. Obviamente desde este lugar, se trata con eficacia y rapidez el tema obesidad.
Dentro de los factores no modificables encontramos los siguientes:
- Edad: aunque las enfermedades cardiovasculares no son causa directa de envejecimiento, son más comunes entre las personas de edad avanzada. Esto se debe a que las afecciones coronarias son el resultado de un desorden progresivo. Se ha demostrado que la arteriosclerosis a menudo se inicia a una edad temprana y puede tardar entre 20 y 30 años llegar al punto donde las arterias coronarias están suficientemente bloqueadas para provocar un ataque cardíaco u otros síntomas.
Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares no son una parte inevitable del envejecimiento, sino la consecuencia de un estilo de vida y de la acumulación de múltiples factores de riesgo. Hay muchas personas con 90 años y más con corazones saludables y vigorosos, así como sociedades en las que los ataques cardíacos son raros entre los más ancianos.
- Sexo: los ataques cardíacos en personas jóvenes son sufridos principalmente por varones y aumentan en forma lineal con la edad. Los hombres por debajo de los 50 años tienen una incidencia más elevada de afecciones cardiovasculares que las mujeres en el mismo rango de edad –entre tres y cuatro veces más–. A partir de la menopausia, los índices de enfermedades cardiovasculares son el doble en hombres que en mujeres de igual edad. En general, se ha comprobado que las complicaciones clínicas de las arteriosclerosis aparecen en la mujer con 10 a 15 años de retraso con respecto al hombre.
- Antecedentes familiares: los miembros de familias con antecedentes de ataques cardíacos se consideran en una categoría de riesgo cardiovascular más alta. El riesgo en hombres con historias familiares de enfermedad cardiovascular antes de los 50 años de edad es de 1,5 veces a 2 mayor que en quienes no poseen el factor hereditario. En cambio, parece ser que la cuestión genética influye en menor medida en las mujeres. Sin bien es cierto que las personas con una historia familiar de enfermedad cardiovascular no pueden cambiar su herencia, sí pueden tomar las medidas para minimizar las probabilidades de sufrir un ataque cardíaco.