En una entrevista exclusiva el neurobiólogo israelí, Alon Chen, analiza el rol de los genes y del ambiente en el estrés y cuáles son las mejores formas de combatirlo
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El neurobiólogo Alon Chen preside desde diciembre de 2019 al Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, considerado uno de los principales centros de investigación básica del mundo. De allí salieron científicos reconocidos con el Premio Nobel, como Ada Yonath, y 7 de los 20 medicamentos más vendidos en el mundo, fueron desarrollados en base a patentes originadas en el Instituto. La investigación de Chen se centra en la neurobiología del estrés, en particular, los mecanismos que permiten al cerebro regular la respuesta a desafíos estresantes y cómo esta respuesta se vincula con trastornos psiquiátricos.
De visita en la Argentina para estrechar lazos con la comunidad científico y emprendedora local, habló con LN Bienestar sobre los efectos mentales que ha dejado la pandemia, sobre la fuerte relación entre estrés y otras enfermedades y cómo podemos intervenir para atenuar sus consecuencias en nuestra calidad vida.
¿Cuánto sabemos hoy de cómo funcionan nuestros cerebros que no sabíamos hace 50 y hace diez años atrás?
Se ha generado mucho conocimiento nuevo en las últimas décadas, especialmente en la última y esto es mayormente por las nuevas tecnologías que están habilitando nueva ciencia y herramientas científicas como la optogenética, que combina los destellos de luz provenientes de un láser o un LED y la genética para controlar la actividad de las células del cerebro, que es el órgano más complejo que tenemos y del que menos sabemos. Pero aún queda mucho por recorrer, y la evidencia está en las enfermedades neurodegenerativas para las que todavía no tenemos una buena solución y es porque aún no accedimos a entender qué las causa.
¿Podemos esperar más aceleración en los descubrimientos por el poder de procesamiento con el que cuentan las tecnologías emergentes?
Definitivamente, porque todo el avance en genética y biomedicina se combina con Inteligencia Artificial. Estamos extrayendo tanta información, clínica, de datos genéticos, de imágenes, de sangre, distintos parámetros clínicos que con la estadística tradicional no estamos aprovechando su potencial, y con el aprendizaje de máquina veremos todo el conocimiento que está escondido en esa gran masa de información.
¿Qué es el estrés?
Es un mecanismo básico de supervivencia. Imagina que ahora mismo entra un león en la habitación. Los dos sentimos una amenaza y en nuestro cerebro se activa la llamada respuesta centralizada al estrés. Esto activa una reacción en cadena por todo tu cuerpo. Aumenta tu ritmo cardiaco, te sube la tensión arterial, se acelera el ritmo de tu respiración. Tus niveles de glucosa en sangre se disparan. Puede ser porque has visto un león o porque has sufrido un hecho de violencia o un tema te preocupa enormemente.
Tu cerebro prepara al resto del cuerpo para escapar de esa amenaza. Aumenta la glucosa porque necesitas energía para correr. Tus niveles de cortisol suben porque esta hormona tiene muchos efectos en el sistema nervioso. Dentro de tu cerebro hay cambios radicales, tu memoria, tu razonamiento, quedan marcados por la amenaza. Nunca la olvidarás. Prácticamente todas las áreas del cerebro quedan afectadas. Es algo normal, una respuesta sana. Si sobrevivimos a la amenaza, o nos damos cuenta de que el león era de mentira, el sistema debe desactivarse y volver al equilibrio. Lo más importante de esta respuesta al estrés no es activarse, sino apagarse a tiempo. Y hay mucha gente que no controla bien este proceso. Ellos son los que pueden desarrollar enfermedades relacionadas con el estrés.
¿Cuál es la relación entre el estrés y las enfermedades físicas?
Es difícil de dividir porque la gente que sufre, por ejemplo, depresión postraumática, puede desarrollar enfermedades y síntomas físicos. El estrés impacta en toda tu fisiología y cuando esa alarma no se apaga, el estado permanente de estrés impacta en todo tipo de enfermedades como trastornos del metabolismo, diabetes, eventos cardíacos, obesidad o dolencias del sistema inmune. Por eso el estrés crónico tiene consecuencias de largo plazo que afectan el bienestar general de las personas.
Chen explica que es peor sufrir estrés desde la infancia, ya que el mecanismo adquirido se puede activar en cualquier momento y un evento estresante puede subir el “interruptor genético” que tenías desde que eras pequeño. Por otra parte, el ambiente, en especial en el contexto global del mundo desarrollado, se presenta como un escenario propicio para que haya cada vez más gente estresada.
En lo que parece ser el epílogo de la pandemia de Coronavirus ¿Qué sabemos de cómo han respondido nuestros cerebros a esta situación de estrés prolongado?
La pandemia ha tenido un impacto tremendo en la salud mental de las personas. El estrés es algo a lo que estamos expuestos todo el tiempo de diferentes maneras. Lo hay de eventos traumáticos como una guerra, una enfermedad, una pandemia, un accidente, y lo hay más crónico relacionado a la vida diaria, en el trabajo, en casa. Pero hay personas que se desenvuelven en ambientes muy estresantes y no desarrollan enfermedades, entender esos mecanismos nos puede dar pistas para comprender la resiliencia y cómo se genera.
Hemos hecho un estudio con 20.000 personas en Israel justo después de la primera ola de la pandemia. Nos sorprendió que los más afectados psicológicamente no eran los mayores, sino los adultos de entre 20 y 30 años, la gente acostumbrada a una vida activa, salidas con amigos, citas y mucha vida social. Esa soledad tiene un impacto tremendo y llevó hacia la depresión, y no sabemos qué consecuencias tendrá en los próximos años. Vamos a pasar años viendo gente con síntomas postraumáticos, depresión y ansiedad debido a ella. Los hospitales psiquiátricos están desbordados. La cantidad de adultos, jóvenes e incluso niños con trastornos psiquiátricos es abrumadora. El cierre de negocios, la muerte de seres queridos, la simple preocupación por tus familiares o tus hijos. El impacto de la pandemia en la salud mental es descomunal y no se habla suficiente de sus consecuencias.
¿Vieron diferencias en las distintas poblaciones en el estudio?
Sí, las mujeres resultaron mucho más vulnerables desde el punto emocional y del estrés. La depresión y la ansiedad son unas tres veces más frecuentes en mujeres que hombres,
Y hay otro factor: el estatus económico. Los más pobres fueron los más afectados. Si bien no sorprenden estos resultados, en los estudios queda muy en claro.
¿Existe alguna manera de ayudar a los niños y demás poblaciones para desarrollar la capacidad de resiliencia?
Siempre es mejor trabajar en la prevención. Como se pueden prevenir ataques cardíacos, consumiendo menos colesterol, debería ser lo mismo procurando ambientes con menos estrés para la población, eso sería lo ideal. ¿Cómo lo hacemos? Más allá de los esfuerzos de cada individuo relacionados a hacer deporte, socializar, meditar, etc., se precisan esfuerzos de las instituciones y del gobierno para reducir los factores de riesgo. Una idea que tenemos en Israel son los llamados Centros de Resiliencia donde las personas pueden hablar, compartir y ser acompañadas. A veces, hablar tiene tantos buenos resultados como el mejor fármaco disponible y de no recibir este apoyo cuando eres pequeño, puede traer consecuencias en la salud mental en el futuro.
¿Sabemos qué porcentaje del estrés es genético y cuánto es relacionado al ambiente?
Sabemos que hay un componente genético que pasa de padres a hijos, pero no exactamente cuánto. Cada uno de nosotros tenemos predisposición genética a sufrir alguna enfermedad, sea depresión, alzhéimer o cáncer. La depresión tal vez sea genética en un 30 a un 50%. ¿Quién decide si la sufres o no? El ambiente. Lo que bebes, lo que fumas, lo que comes, lo que respiras, tus relaciones. Y dentro del ambiente, el factor de riesgo más importante es sin duda el estrés.
¿Cómo podemos modificar nuestro ambiente, qué cambios deberíamos hacer para controlar nuestro estrés?
El tratamiento más científicamente probado es el ejercicio físico. Es la mejor manera de superar la depresión y la ansiedad. No hace falta correr una maratón, solo hacer más actividad física. Otro tratamiento: la socialización. Somos una especie social, nos gusta tocarnos, besarnos, abrazarnos, tener pareja. No tener estas cosas nos afecta. Así que al final, cuanto más puedas enriquecer tu vida leyendo, conociendo a otra gente, aprendiendo cosas nuevas, incluso meditando, te ayudará. La meditación es otra práctica de eficacia probada científicamente. Si metes a una persona meditando en un escáner ves cómo la actividad de su cerebro se apaga, se calma. No funciona con todo el mundo, pero con muchos sí.
¿Puede el uso excesivo de pantallas y tecnologías digitales alterar de mal modo nuestras funciones cerebrales?
Hay muchos estudios, especialmente con los chicos usando pantallas, y la evidencia está dividida, lo que se está observando es un déficit en la socialización como consecuencia de estos usos. Esto afecta cómo expresamos nuestras emociones pasamos de decirnos te quiero a mostrarlo con un emoji. Es probable que sea mucho mejor que nuestras generaciones en el uso de sistemas digitales, pero hay evidencia de que se afecta el desarrollo apropiado de algunas habilidades sociales.
Como director de uno de los principales institutos de desarrollo de ciencia básica del mundo, ¿cuáles son las investigaciones que más lo emocionan de lo que están trabajando?
Voy a mencionarte cinco grandes campos de trabajo en los que estamos poniendo todos nuestros esfuerzos. El primero es la Inteligencia Artificial, porque está revolucionando todos los aspectos de la vida, el segundo es nuestra conocimiento del cerebro. Es la última frontera en la investigación biomédica, es como estar en el año 1500 explorando nuevas tierras es muy emocionante todo lo que viene por delante en este campo.
Otro muy importante es la sustentabilidad y el ambiente. El calentamiento global, polución del aire, acceso al agua, necesitamos no solo poder describir la situación, sino empezar a entregar soluciones aplicables. Por ejemplo nuevas alternativas para el plástico, energía verde, etc. La cuarta son los esfuerzos en inmunología y enfermedades infecciosas. Hoy tenemos más de 40000 virus de animales que pueden afectarnos, pronto seremos ocho mil millones de personas y estamos arruinando muchos sistemas con nuestra globalización para estar preparados para futuras pandemias. Y finalmente, tenemos que seguir mirando hacia arriba, al universo. Por ejemplo, estamos construyendo un satélite que o será para observar la Tierra, sino al revés, para mirar al Espacio en colaboración con NASA y la Agencia Espacial Europea para entender fenómenos que nos permitan prepararnos para futuros posibles.
Dentro de los científicos que trabajan en el instituto israelí hay profesionales latinoamericanos, cómo es la experiencia con ellos?
Primero, la calidad de la formación de los estudiantes es sobresaliente. La mentalidad latinoamericana es como la israelí, se desafían, son audaces, piensan fuera de la caja. En ciencia necesitás creatividad, pero también coraje. Además son muy cercanos y les interesa generar relaciones afectuosas, personalmente amo como son los latinoamericanos y me encantaría tener muchos más estudiantes y científicos de estos países en el instituto.