Entre las ondulaciones de los campos de Baradero, El Torito reabrió el año pasado; además, la propuesta del restaurante de campo El Embudo, en Irineo Portela
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Desde lejos, en el medio del campo en el partido de Baradero, se divisa una construcción de tipo colonial español hecha en altura adrede para ser vista por las ondulaciones de esta zona de la pampa, de paredes de ladrillos asentados en barro y adobe, con pisos de pinotea y ladrillo, conservada a pesar de los años. Hubo un tiempo en que los dueños de los almacenes de campo sabían que se acercaban clientes por la polvareda que levantaban los caballos. Sentían el galope, el ruido de los cascos de las herraduras contra la tierra seca mucho antes de que llegaran, sobre todo de noche.
“Nuestra primera salida de novios fue acá. Cuando vinimos al paraje El Torito a ver si nos hacíamos cargo de la pulpería, nos volvimos a enamorar del lugar. Le pusimos mucho esfuerzo con toda la familia. Aún le falta mucho, pero cariño, seguro que no”, cuenta Natalia Acuña quien junto con su pareja, Sebastián Misenti, atienden y cocinan en la pulpería El Torito de Baradero. Reabrió en dos versiones hace un año: el almacén con despacho de bebidas y el restaurante, que acondicionaron y hoy funciona los fines de semana. Quedaron para más adelante la restauración del teatro y la pista de doma que igual se usa para el baile cuando hay peñas.
Entre caminos de tierra, en medio de la llanura, se alza este bastión de un tiempo de valientes, para alegría de los amantes de la historia.
La más antigua reserva histórica del partido de Baradero fue fundada en 1880. A la histórica pulpería y almacén concurrieron personalidades famosas del ambiente político, artístico y cultural, a la vera del Camino Real por donde transitó Manuel Dorrego en 1828, Camila O’Gorman y el padre Ladislao Gutiérrez en 1848, carretas con mercaderías hacia el norte, diligencias y carruajes con figuras de la época, destacándose también el paso del Gral. José de San Martín y sus granaderos a caballo el 31 de enero de 1813 hacia el combate de San Lorenzo. En 2004, fue declarado sitio de interés histórico cultural por la Municipalidad, por su importancia, y es la única pulpería de campaña que queda en Baradero.
El asado es espectacular, se puede ir a ver la parrilla pegada al comedor para ver crepitar los cortes en el fuego de leña. Otros platos son la infaltable empanada de carne frita, tallarines, ravioles de verdura y pollo y sorrentinos a la bolognesa, crema o estofado, pizzas, papas fritas o ensalada como guarnición. Siempre hay una guitarra sonando con folklore y otros géneros musicales que provienen de la ciudad de Baradero y alrededores, plagada de músicos.
“El teatro se hizo en 1931. Las señoras de 70 u 80 años vienen a comer y me cuentan cada anécdota… Que llegaban en sulky o a caballo, que acá conocieron al amor de su vida, es emocionante”, cuenta Natalia que quiere continuar con la pulpería para hacerla prosperar y que no vuelva a cerrar. Muchas películas se filmaron en este escenario original. Lo último fue un video de María Becerra.
En Irineo Portela
Los 23 km de la ruta N° 38 entre praderas onduladas que van desde Baradero hacia Irineo Portela, nada tienen que envidiarle a la campiña europea. Se ven los potreros prolijamente sembrados mientras los chimangos y los teros gritan apostados en los postes de los alambrados junto con alguna que otra calandria chismosa y una liebre que huye del medio del camino haciendo zetas.
En Portela, de 500 habitantes, casi lo primero que llama la atención, como un imán, es la esquina del almacén de antaño, bien conservado junto a dos surtidores de los de antes.
Es el almacén y restaurante El Embudo, que Germán Goyenespe se puso al hombro para servir desde el viernes hasta el domingo a la tarde comidas caseras, bebidas y pastelitos y minutas para la merienda. El almacén, en cambio, funciona todos los días: en el mostrador de madera se acodan los vecinos a comprar fideos, arroz o tornillos, lo mismo da, dispuestos en estantes de madera eternos que ostentan su parsimonia sobre las paredes de 1800 y pico. Conserva los muebles con los cajones para cualquier cosa, dejó todo como era entonces pero limpio y ordenado, para conservar la mística intacta.
Germán era camionero, quedó varado en Paraguay con la pandemia y decidió reabrir el legado de su abuelo y de su viejo, Carlos, cuando faltó. Él le decía que lo cierre; lejos de ello, lo convirtió junto con su familia en un lugar imperdible. “Aprendí a caminar en este negocio, imaginate, quería abrirlo. Además, quería un cambio de vida y también hacer algo por mi pueblo”, dice.
Matambre a la pizza, vacío al horno con papas, napolitana con fritas, bondiola de cerdo con puré de batatas y pastas caseras son algunos de los clásicos que sirve con o sin reserva previa, pero se llena así que vaya temprano si no llama antes.
Siguiendo el camino principal asoma una tranquera. No se puede pasar pero allí vivió sus veranos Ernesto Che Guevara, ya que esa casa era de su abuela, Ana Lynch.
Las tres localidades del partido de Baradero, vecinas a la ciudad cabecera, tienen su fiesta propia en los galpones y las estaciones del ferrocarril donde solo pasan trenes de carga: en Alsina está la fiesta del Locro el 9 de julio, el pueblo más grande de los tres, donde se filmó La Odisea de los Giles, entre otras películas; Portela con la Fiesta del Guiso Carrero y del pastel el 25 de mayo; y Santa Coloma con la Fiesta del Mondongo y la Torta Frita el 1° de mayo.
Son pocas las pulperías que resisten abiertas con toda la escenografía intacta. Hoy comer una picada y hasta una comida completa en alguna de ellas resulta una experiencia única: los ritmos son otros y los sabores también, bien camperos. Muchas veces se come bajo los árboles y otras dentro de lugares suspendidos en tiempos de polvaredas, con el calor mustio de la siesta y los cuentos para remontarse al pasado.
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