Además de la gastronomía típica de Diego Gaynor y Paraje Chenaut, en primavera se disfrutan estas plantas en flor
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Los Cardales, Fátima, Capilla del Señor y Manzanares son los pueblos más conocidos del partido de Exaltación de la Cruz, pero no son los únicos. Gaynor y el paraje Puerto Chenaut, a pocos kilómetros uno de otro, son buenas opciones para pasar el día, comer rico y llenarse los pulmones de aire de campo.
La zona está atravesada por tres líneas de ferrocarril, el Mitre, el Urquiza y el Belgrano cargas, los tres sin servicios de pasajeros, pero con viejos puentes que se cruzan y túneles de vegetación que invitan a la caminata estirando los pasos para ir de durmiente en durmiente.
El primero de estos rincones está sobre el ferrocarril Mitre, saliendo por la calle San Martín de Capilla del Señor. Los locales lo conocen como Sendero Verde que corre entre la vía y un arroyo, y Túnel Natural porque la vegetación alta se junta sobre la vía.
La experiencia puede continuar tomando el camino rural a Diego Gaynor. Es de ripio y tosca, con campos con enormes rollos de pasto y otros sembrados de colza (canola) que en este momento están llenos de flores amarillas. En algún momento se cruza la vía del ferrocarril Mitre y más adelante la del Belgrano. Allí, sobre la izquierda, un camino angosto lleva al viejo puente de fierro que corre sobre las vías.
De regreso al camino, se pasa por la antigua pulpería El Farolito, abierta en 1900 como almacén de ramos generales, hoy cerrada al público –abre puntualmente para noches de peña para los vecinos–, aunque promete reabrir en el verano.
En Diego Gaynor, frente a la estación, está el único restaurante del pueblo, La Materina, que abre sólo sábados, domingos y feriados, desde el mediodía. Las dueñas, Sofía y Sol Grimaldi, son la tercera generación de una tradicional familia gastronómica de Capilla que se jugaron por abrir en Gaynor en 2021. El restaurante renovó la vida del pueblo que recibe turistas los fines de semana. El parrillero Ariel, la brigada y mozas son todos locales. El salón es amplio y hay mesas también en el jardín delantero y el trasero. Entre los comensales habituales suelen ir grupos de hasta treinta motociclistas.
Cortes de parrilla con ensaladas y papas rústicas, provoletas con tomate seco y rúcula, pastas caseras que le encargan a un proveedor de Solís, son parte del menú. También venden productos para llevar como mermeladas caseras y alfajores elaborados en Azcuénaga.
Sol y Sofía saben que quienes van hasta Gaynor a comer, se quedan a disfrutar del jardín y de la tranquilidad de un pueblo de 400 habitantes y ellas respetan los tiempos de sus clientes. Imposible hacer dos turnos ni apurar a los comensales, por eso es imprescindible ir con reserva previa. Los perritos son bienvenidos, en los jardines y en el salón también.
Por la vieja estación
Las Grimaldi tenían otro restaurante, Origen Pulpería, en Puerto Chenaut, que se incendió hace pocos días. Chenaut está a diez kilómetros de Gaynor por un camino de ripio rodeado de campos de canola, haras y eucaliptus añosos. La vieja estación Chenaut del ferrocarril Belgrano anticipa la llegada. Habrá que subirse a la ruta 193 y hacer apenas dos kilómetros hasta ver a la vera del camino, un paraje donde además de la pulpería incendiada, está el Almacén Don Manuel, con veinte años de experiencia elaborando quesos. Del tambo propio a la fábrica que está junto al almacén, Don Manuel puede asegurarse así la trazabilidad de sus productos: hormas de sardo, gouda, cacciocavallo, provoletas además de ricota y quesos cremosos que se venden enteros o en fracción. Para llevarse la picada completa, venden chacinados de Areco y Chivilcoy, miel, mermeladas y conservas.
Al lado está el restaurante y cafetería Finca Chenaut, la aventura de Jorge Selva que a sus 80 años, abrió entusiasmado este espacio en febrero de 2022, construido con tablones de madera “en un estilo Cariló”. La especialidad de la casa son las pastas y los guisos –de mondongo y de lentejas–, además de tartas, pizzas y sándwiches. A la hora del copetín, con mesitas afuera con vista a la puesta de sol, salen tragos con tablas de quesos y fiambres. La pastelería es el otro fuerte del lugar y, cuando se afiance la primavera, la pérgola, la parrilla, el horno junto al bosque, serán los protagonistas.
Jorge se aprovisionó de excelentes productos que vende como si fuera un deli de Palermo: helados artesanales, pastas secas Finca Chenaut, maples de huevo de granjas aledañas, vinos premiados, mermeladas yerba orgánica y más.
A 400 metros está Arándanos Santa Lucía que, en noviembre y si el tiempo ayuda, vende por menor arándanos orgánicos frescos. Y a unos 6 kilómetros, la más antigua de las pulperías de la provincia, El Ombú, abierta a fines del siglo XVIII.
La vuelta rápida es por la ruta 193 hasta la 8 (la Panamericana) o por la 9, pero es más lindo volver hacia Capilla por otro camino rural llamado de Las dos hermanas que recorre haras y campos sembrados.