Una guía con todo lo que hay que saber para que la ola de calor no afecte el organismo ni el estado emocional de una persona
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El fenómeno del Niño y las primeras semanas del año ya anticipaban el riesgo de una ola de calor latente.
De hecho ya fue un presagio lo que sucedió en el hemisferio norte donde una de las noticias más impactantes sobre el clima fue la sucesión de altas temperaturas que afectaron a la zona oeste y suroeste de los Estados Unidos, particularmente las poblaciones del sur de California, Nevada y Arizona, regiones en que los termómetros, en julio pasado, superaron los 50 grados.
Según Heat.gov, el portal gubernamental sobre temperatura extremas, 108 millones de personas estuvieron bajo alerta por calor. Los especialistas advirtieron, entonces, sobre los peligros de este horno atmosférico para el cuerpo humano: ante el calor extremo nuestro organismo se ve notablemente afectado. La clave está en cómo prepararse ante la amenaza que plantea el calor excesivo.
Francisco Abelenda, médico del Servicio de Clínica Médica del Hospital Alemán (M.N. 89241), sostiene que las temperaturas extremas afectan al organismo al elevar la temperatura corporal y poner en tensión los mecanismos naturales de adaptación al calor de los que dispone el cuerpo humano, como la sudoración. “Se llevan al límite los mecanismos compensatorios de disipación del calor corporal. De manera que es posible llegar a situaciones riesgosas que van desde la deshidratación provocada por la pérdida de agua y minerales que se produce por la sudoración excesiva, sin ingesta paralela de líquidos, a situaciones clínicas producidas por el aumento de la temperatura corporal como alteraciones de la conciencia, mareos, palpitaciones y hasta convulsiones”, explica.
“El cuerpo tiene sensores y reacciona de manera óptima hasta los 36 o 37 grados. A partir de ahí se autorregula mediante la sudoración. Es decir, frente al calor, nuestro cuerpo se esfuerza provocando vasodilatación: se abren los vasos sanguíneos de la piel para perder calor mediante la sudoración. Este es uno de los mecanismos para mantener la temperatura en niveles óptimos”, responde Paola Caro, médica clínica y directora médica de Vittal (M.N. 113.445) haciendo referencia a los sistemas de autorregulación de nuestro organismo.
Por su parte, Abelenda sostiene que el aumento de la sudoración hace que la resultante humedad adherida a la piel disipe el calor al evaporarse, bajando la temperatura corporal. Sin embargo, en situaciones de calor extremo, la pérdida de enormes cantidades de agua y sales deben ser repuestas en cantidades equivalentes a las pérdidas provocadas por el sudor. “Este mecanismo de reposición está regulado por la sed, pero si no se realiza esta incorporación de agua y sal en forma de ingesta de líquidos, como agua, jugos y bebidas, se producirá indefectiblemente una situación de deshidratación. Esto puede traer insuficiencia renal y otros trastornos derivados de la falta de agua y sal”, advierte.
Asegura además que, en ciertas circunstancias, ante un calor extremo, el mecanismo de la sudoración puede no ser suficiente para bajar la temperatura corporal a niveles aceptables y puede darse una hipertermia, una situación parecida a la fiebre alta, con trastornos del nivel de conciencia, confusión, desmayos y hasta convulsiones. “Cabe aclarar que estas situaciones son excepcionales y para que sucedan las temperaturas deben ser muy altas y la exposición muy prolongada, sumadas a problemas de salud o vulnerabilidad de las personas afectadas o imposibilidad de acceso a una hidratación adecuada”, aclara el especialista.
Por su parte, Julio Giorgini, médico del Servicio de Cardiología del Hospital Alemán (M.N. 100.308), advierte que, a medida que el ambiente se calienta, el cuerpo tiende a calentarse también. El “termostato” interno del cuerpo mantiene una temperatura interna constante bombeando más sangre a la piel y aumentando la producción de sudor. De esta manera, el cuerpo aumenta la tasa de pérdida de calor para equilibrar la carga. En un ambiente muy caluroso, la tasa de ganancia de calor es mayor que la tasa de pérdida y la temperatura corporal comienza a aumentar. Un aumento de la temperatura corporal provoca enfermedades que pueden ser muy graves.
Los síntomas que genera el calor
Durante una ola de calor, es necesario tomar ciertos recaudos para atenuar las potenciales consecuencias en el organismo. El especialista en cardiología sostiene que los distintos estadios de enfermedad por calor incluyen cuadros de sarpullido, quemaduras solares, agotamiento por calor y, finalmente, el golpe por calor que representa una emergencia médica porque está en riesgo la vida.
Además agrega que otro síntoma pueden ser los calambres musculares, un tipo leve de afección que puede generar sudoración intensa, fatiga y sed. “El tratamiento inmediato puede evitar que avancen a otras formas más graves. En esta instancia, hay que suspender el ejercicio o actividad, beber agua o bebidas deportivas o isotónicas o buscar un lugar fresco; esto puede ser suficiente para evitar pasar al siguiente nivel, que es el agotamiento por calor”, subraya.
Este se trata de un trastorno ocasionado por el aumento de la temperatura del cuerpo como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas y humedad o el esfuerzo físico intenso en altas temperaturas. En estas situaciones el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura. Los síntomas pueden incluir piel fría, húmeda y erizada cuando se está al calor, sudoración intensa, desmayos, mareos, cansancio, pulso débil y rápido, presión arterial baja al ponerse de pie, calambres musculares, dolores de estómago, náuseas o vómitos y dolor de cabeza.
Mientras que el golpe de calor es la forma más grave y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 40°C o más. “Este requiere tratamiento de urgencia porque si no se trata puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte”, explica Giorgini.
Además, aclara que, en verano, el sistema circulatorio se ve afectado ya que cualquier situación donde el organismo pierde más líquidos de lo habitual, como ocurre en esta época debido a la transpiración, hace que disminuya el volumen de líquido de la sangre. A esto se suma que el calor produce una vasodilatación de todo el sistema arterial, lo que conduce a una circulación más lenta y a disminución de la presión arterial. “Estas circunstancias pueden afectar especialmente a quienes sufren patologías cardiovasculares. Prueba de ello es que las principales causas de mortalidad durante las olas de calor se relacionan con las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, además de respiratorias. El calor produce deshidratación, y ésta a su vez hemoconcentración, lo que favorece los accidentes tromboembólicos como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular”, aclara el cardiólogo.
Durante los días de calor extremo también hay que prestar especial atención a la alimentación e hidratación. Según Marcela Ronzoni, nutricionista (M.N. 5776), es bueno sumar gran cantidad de vegetales frescos, frutas, cereales integrales, legumbres, carnes blancas, más lácteos vegetales, aguas saborizadas y licuados de frutas de estación. Preferentemente debemos intentar consumir las preparaciones frías o a temperatura ambiente y evitar cocciones muy prolongadas.
Otro punto a tener en cuenta es moderar las frituras, carnes rojas, alimentos ultraprocesados, infusiones muy calientes y alcohol. “La alimentación debe ser lo más natural y fresca posible y evitar porciones abundantes y exceso de productos industrializados. Hay que mantener bien refrigerados los alimentos, para que no pierdan la cadena de frío y se echen a perder. En cuanto a la hidratación es importante entender que ningún jugo, infusión o gaseosa reemplaza al agua para una hidratación óptima”, aclara.
La especialista considera que, por más que sean light, las gaseosas aportan un montón de edulcorantes artificiales y colorantes con toxinas; mientras que el té común, el mate y el café añaden un exceso de estimulantes. “Para mantener nuestro organismo funcionando correctamente hay que reponer el agua que perdemos durante el día a causa del desgaste físico y el calor”, aclara Ronzoni.
¿El calor puede generar riesgo de vida?
Saber cómo actuar cuando sospechamos que alguien tiene un golpe de calor es fundamental. Para Giorgini, los signos varían, pero pueden incluir una temperatura corporal extremadamente alta (superior a 39.4° C), piel enrojecida, caliente y seca (sin sudor), pulso rápido y fuerte, dolor de cabeza palpitante, mareos, náuseas, confusión o pérdida del conocimiento. Ante cualquiera de estos signos hay que pedir ayuda médica inmediata.
Mientras tanto, para asistir a la víctima hay que llevarla a un lugar con sombra y enfriarla con cualquier método disponible, por ejemplo, se puede sumergir a la persona en una bañera con agua fría o bajo la ducha fría, rociarla con una manguera o con una esponja con agua fría. “Si hay poca humedad, hay que envolver a la víctima en una sábana mojada, fría y abanicarla vigorosamente. Es necesario vigilar la temperatura corporal y seguir enfriándola hasta que su temperatura descienda a los 38° C. Si el personal médico de emergencia se demora, conviene llamar a la sala de emergencias del hospital y pedir instrucciones adicionales. No hay que darle ninguna bebida a la víctima”, aclara el especialista en cardiología.
Cabe aclarar que ante situaciones de calor extremo cualquiera puede ser afectado sin una hidratación adecuada, pero Abelenda considera que corren mucho más riesgo las personas mayores, los ancianos, los niños, las personas con enfermedades crónicas y quienes trabajan o pasan mayor tiempo al aire libre.
Coincide Giorgini en que cualquier persona puede tener una enfermedad causada por el calor, pero determinados grupos tienen mayor riesgo. Los bebés y los niños menores de 4 años, así como los adultos mayores de 65 años, tienen un mayor riesgo de padecer agotamiento por calor.
“La capacidad del cuerpo para regular la temperatura no está totalmente desarrollada en los niños pequeños, mientras que, en los adultos de mayor edad, las enfermedades, los medicamentos y otros factores pueden influir en la capacidad del organismo para regular la temperatura”, advierte. Otro grupo de riesgo lo conforman las personas obesas ya que el exceso de peso puede afectar la capacidad del cuerpo para regular la temperatura.
Asimismo, Abelenda menciona que hay que tener en cuenta que ciertos medicamentos pueden aumentar el riesgo de deshidratación o trastornos relacionados con el calor extremo como los diuréticos. “Es muy importante consultar al médico sobre cómo manejar el calor si está tomando algún medicamento en particular. Cabe recordar, una vez más, la importancia de no autoprescribirse medicamentos, ni siquiera los de venta libre”, enfatiza.
Por su parte, Giorgini también pone el acento sobre que hay ciertos medicamentos que alteran la capacidad de responder debidamente al calor. “Las personas que toman antihipertensivos (medicaciones para bajar la presión, especialmente diuréticos) están en mayor riesgo ya que pueden sufrir de baja presión más fácilmente. Hay que considerar también que los medicamentos para reducir los síntomas de alergia (antihistamínicos), los tranquilizantes, ansiolíticos o algunas drogas para tratar síntomas psiquiátricos (antipsicóticos) pueden favorecer las enfermedades por calor”, explica.
Consultado si el calor puede matar, Abelenda responde afirmativamente: el calor extremo en ciertas circunstancias extraordinarias, y dadas determinadas condiciones ambientales y de la persona afectada, puede tener consecuencias muy graves.
Sin embargo, aclara que “no hay que alarmarse para nada, solamente tomar las precauciones necesarias y nada malo sucederá”.
Qué hay que hacer para minimizar el impacto del calor
- Usar ropa liviana y holgada.
- Protegerse contra las quemaduras por el sol: usar protector solar de amplio espectro y reaplicar cada dos horas o luego de mojarse o sudar.
- Usar un sombrero de ala ancha y gafas de sol.
- Beber por lo menos dos litros de líquido: ayuda a tu cuerpo a sudar y a mantener una temperatura normal.
- No dejar a nadie en un automóvil estacionado al sol ya que la temperatura puede elevarse más de 11 °C en 10 minutos. No es seguro que nadie permanezca dentro, ni siquiera con las ventanas abiertas o bajo la sombra.
- Evitar ejercicios físicos en los momentos más calurosos del día.
- Estar atento a las reacciones que generan ciertos medicamentos.
- Refugiarse en un sitio fresco.
- Aflojarse la ropa.
- Aplicar paños húmedos en el cuerpo.
- Darse un baño de agua fría.
- Tomar sorbos de agua.
- Si hay síntomas como vómitos dirigirse a una guardia médica.
¿Qué hay que hacer cuando una persona sufre una ola de calor?
- Llevar a la persona a un área sombreada.
- Enfriar a la persona rápidamente, por ejemplo, sumergiéndola en agua fría: en una bañera, una ducha o simplemente rociándola.
- Si hay poca humedad, envolver a la víctima en una sábana mojada, fría y abanicarla vigorosamente.
- Vigilar su temperatura corporal y enfriar a la persona hasta lograr que descienda entre 38 y 39 °C.
- No suministrar ninguna bebida que no sea agua.