Hoy cuesta que los chicos entren en este estado, que coincide con la escolaridad primaria
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Crecen las consultas por temas de juegos sexuales y erotización en niños y adolescentes y empezamos a encontrar consecuencias serias y con efectos a largo plazo. Al quedar a su alcance materiales que no son adecuados para su edad –no tienen suficiente madurez para entender y procesar– aparecen síntomas, o juegos sexuales inadecuados, niños y niñas sexualizados, con conductas autoeróticas, incluso situaciones de abuso.
Internet en computadoras, tablets y celulares, con Whatsapp, Youtube, Tik tok, Snapchat, etc., abren un abanico de posibilidades y, por primera vez en la historia de la humanidad, los adultos nos tenemos que ocupar de regular el acceso de nuestros chicos al material de contenido erótico/sexual que hoy está a su alcance (lo mismo ocurre con contenidos de violencia).
Hasta las generaciones anteriores el acceso a ese material era exclusivamente adulto, las revistas con contenido erótico estaban en los kioscos, tapadas y no se vendían a los menores. Lo que los chicos encontrábamos en enciclopedias y diccionarios nos daba información que no invitaba a excitación, erotizaciones ni a juegos sexuales.
Alrededor de los cinco años los chicos se interesaron desde siempre por la sexualidad. Hace unos años, si no estábamos atentos, podíamos encontrarlos en juego sexualizado en su afán de entender los hechos de la concepción y del nacimiento, o las diferencias anatómicas entre varón o mujer. Con información adecuada ese interés se disolvía y en la etapa de la escolaridad primaria entraban en latencia, dejando de lado ese tema para dedicarse a jugar, aprender, hacer deporte, hacerse amigos. Lo hacían acompañados por el entorno familiar, los programas de televisión, las revistas y otras lecturas que eran acordes a su edad. Sólo retomaban el interés por la sexualidad al llegar la pubertad.
Hoy cuesta que los chicos entren y permanezcan en latencia ante el bombardeo de estímulos que se presentan por infinidad de caminos: avisos en revistas, contenido inadecuado en televisión, canciones que escuchan y cantan y no son para niños, “famosos” en recitales o videoclips que se mueven, se visten y hablan de formas no aptas para los menores, y ellos los admiran y se identifican, ¡y los copian!.
Por otro lado un reel o un tik tok de un niño actuando como niño seguramente tenga baja repercusión y pocos likes. En cambio, una chiquita bailando, cantando o moviéndose sensualmente puede viralizarse y los adultos podemos incluso favorecer esas filmaciones y esa viralización sin tener conciencia de que estamos acortando su niñez y la de sus pares que la ven (y favoreciendo el surgimiento desde muy temprana edad de esa mujer-objeto que nos esforzamos por erradicar).
La pornografía y el abuso de menores existen desde siempre, incluso el uso de menores para producir material erótico, pero no era frecuente que los psicólogos de niños recibiéramos ese tipo de consultas.
Juegos inadecuados
Hoy se acercan tanto colegios como familias por chiquitos de 7 u 8 años que fueron encontrados mirando pornografía en la computadora de la escuela o de su casa; por juegos sexuales entre chicos de más de cinco años; por jugueteos con hermanos, primos o amigos tanto de su misma edad como mayores o menores; por autoestimulaciones (en la infancia no las llamamos masturbación porque no van acompañadas de fantasías ni llegan a un climax).
Los chicos se excitan y no tienen, por su inmadurez, caminos saludables para procesar lo que vieron, lo que hicieron o lo que los invitaron a ver o a hacer. A menudo se sienten culpables y no se animan a pedir ayuda a sus padres u otros adultos que podrían acompañarlos y cuidarlos.
A veces se asustan y se apartan, otras empiezan con síntomas de todo tipo, ansiedad, miedo y les lleva tiempo a los adultos entender y actuar. En esa mezcla inevitable de espanto y excitación pueden seguir mirando a solas, lejos de los adultos, o compartir el material con otros chicos, a veces de su misma edad o más chiquitos. Pueden también repetir lo que vieron con otros chicos, en intentos vanos de entender y elaborar. El maravilloso mecanismo del juego que les permite “hacer activamente lo que sufrieron pasivamente” en este caso se les vuelve en contra porque al no tener los recursos ni la madurez que necesitan, continúan intoxicándose en sus intentos de liberarse. Es importante aclarar que los juegos sexuales inadecuados se convierten en abuso cuando la diferencia de edad o de posición de poder no permite al más chico oponerse.
Protejamos la infancia, la latencia y también la adolescencia, ya que ellos tampoco tienen la fortaleza interna para resistirse sin ayuda, ni la capacidad de procesar estímulos que incluso cuestan a los adultos.
Psicóloga especializada en crianza