Descifrar su significado es fundamental para el vínculo
El llanto del bebe es una de las experiencias cotidianas más angustiantes para quienes tienen a su cuidado a un recién nacido. Nadie puede afirmar con certeza por qué lloran los bebes, aunque los especialistas coinciden en la existencia de un "trauma del nacimiento". Esta terminología abarca tanto heridas que puedan ocurrir durante el parto, el estrés que produce, como la primera angustia psicológica y crisis evolutiva del ser humano.
Para comprender la dimensión del trauma del nacimiento es preciso observar de cerca el paisaje que recibe al recién llegado. El bebe, como un viajero desnudo, desembarca en una tierra desconocida y amenazante. Sigmund Freud afirmó que la primera angustia del ser humano es la del nacimiento, un episodio que se transforma en el molde para toda angustia posterior.
Siguiendo sus huellas, el pediatra y psicoanalista inglés Donald Winnicott se abocó durante cuarenta años a la observación de bebes y madres en un hospital público de Londres. Sus conclusiones ponen de relieve una cuestión fundamental y aterradora: los bebes se angustian porque están todo el tiempo al borde de la muerte. No es una metáfora. A diferencia de otros seres vivos, el humano no nace preparado para sobrevivir por sí mismo. Pero Winnicott no se refiere sólo a una muerte física, sino también a la posibilidad de una muerte psíquica: la desaparición del sujeto, de un "yo" en formación.
De esta "angustia inconcebible del recién nacido", que puede experimentarse como una sensación de caída sin fin, sólo puede rescatarlo la madre o quien cumpla la función materna, al filtrar los estímulos, acompañar al bebe con el sostén, manipularlo y presentarle el mundo.
Pero no sólo la psicología considera el nacimiento un tránsito dificultoso. También las disciplinas y medicinas alternativas - que involucran a la dimensión mental y espiritual de la persona que sufre- otorgan relevancia central al trauma del nacimiento.
Pero sin necesidad de ir tan lejos, estudios de la vida prenatal comprueban que ya en las ecografías es posible advertir gestos de disgusto que en un recién nacido significarían llanto. Esto quiere decir que los seres humanos lloramos incluso dentro de la acolchada perfección del útero. El llanto está en nuestra naturaleza.
De bebes, lloramos ante cualquier incomodidad -gases, hambre, mosquitos- porque el llanto es un reflejo neurológico. Pero pronto nos damos cuenta de que si nos hacemos oír alguien -nuestra madre o quien cumpla su función- nos responde. Así, el reflejo neurológico se transforma en una varita mágica que hace aparecer cualquier objeto de deseo o, al menos, el objeto que resume todos los deseos, la teta.
Las respuestas que los adultos ofrecemos a las demandas y frustraciones del bebe tienen incidencia directa en su salud integral, por eso es importante relacionarnos con los recién llegados de una manera amorosa, positiva y facilitadora del encuentro.
El llanto del bebe es un puente de comunicación con los adultos, uno de los pocos posibles en el sendero sin palabras de los primeros tiempos. Si aprendemos a interpretarlo, puede convertirse en una herramienta para construir un vínculo feliz entre los miembros de la nueva familia.
La autora es periodista y acaba de publicar el libro "101 maneras de calmar a un bebé" (Editorial Grijalbo).