En la cocina a base de fuegos, el ingeniero Salvador Mazzochi encontró una forma de generar experiencias y reunir a la gente
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La historia de Salvador Mazzocchi (38) es un claro ejemplo de resiliencia, una prueba de que con esfuerzo y ganas los objetivos se consiguen. Su emprendimiento “Salva la Cocina”, al igual que tantos otros, nació en pandemia, pero en este caso no fue de casualidad, tampoco de manera mágica ni inesperada, más bien, se lo podría adjudicar al resultado de un meticuloso trabajo y perseverancia. Hoy es furor en las redes sociales, en Instagram reúne 2,3 millones de seguidores y sus recetas, son ideales para hacer a la parrilla, agasajar y compartir.
Su historia con la gastronomía no arranca en este punto, sino que hay que retroceder en el tiempo. Corría 2001 y el entonces adolescente cursaba su último año de colegio cuando decidió trabajar para costear sus futuros estudios universitarios. Se había inclinado por ingeniería industrial en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), una carrera que si bien le atraía, era más un mandato familiar. “Vengo de una familia de clase media baja y mis padres siempre me inculcaron el valor del estudio y la formación como los principales ejes para construir un futuro sólido. Pero como no me podían pagar la facultad, busqué alternativas para juntar plata por mi cuenta”, confiesa Mazzocchi en una charla con LA NACION.
Sin demasiada experiencia culinaria –más allá del interés y curiosidad que le generaba- ideó su propio negocio o plan maestro: “Me armé una pequeña parrilla que monté en un costado de la verdulería que tenía mi papá. Lo llamaba el ´parri-pollo´ y fue un éxito”, recuerda el joven quien con mucha convicción atendía su puesto todas las tardes después de cursar. Sin embargo, la novedad duró poco: “Al año me di cuenta que no podía sostener el emprendimiento y la universidad porque no me daban los tiempos. No me quedó otra y lo desarmé”, cuenta.
Pero como dice el refrán: una puerta que se cierra es otra que se abre, la vida le dio revancha. De aquella experiencia, que según dice, no se la olvida más, descubrió una pasión por los fuegos, los sabores y los comensales. Y así fue que sin mucho cuestionamiento y por decisión unánime, pasó a ser el asador oficial de su grupo de amigos, un rol que supo llevar a lo más alto y hacerle honor.
Del mandato a la pasión
Con diploma en mano, arrancó sin escalas su carrera profesional. “Hice varias pasantías en distintas empresas multinacionales como ingeniero en ventas y fui escalando. Pasé por varias automotrices y llegué a tener puestos importantes”, detalla Mazzocchi. A simple vista, la realidad mostraba que estaba frente a una vida soñada, con un trabajo estable que le permitía vivir como más le gustaba y darse todos los gustos. Sin embargo, a veces esto no es suficiente.
De espíritu insaciable, cuenta que mientras triunfaba en el mundo empresarial, afloraba una voz interna que no lo dejaba tranquilo y le cuestionaba de manera constante si estaba haciendo lo que realmente quería. “Al principio la ignoraba, pero después le empecé a prestar atención”, dice. Se trataba de una pelea interna entre seguir haciendo lo que el mandato le “imponía” o largar todo y apostar por algo propio, “pero aunque habían ganas, nunca terminaba de dar el paso”, recuerda.
En plena pandemia, encerrado en su casa mientras trabajaba de manera remota, se le ocurrió algo que lo ayudó a arrancar: “Cuando terminaba de trabajar, me ponía a cocinar y todos los días subía una receta nueva en mi cuenta de Instagram”, comenta. Hasta que un día se dio cuenta de que tenía un fuerte potencial para hablar en cámara, y sus tutoriales pasaron a tener cara y voz. “Les conté a mis seguidores que soy ingeniero, no chef, pero que me gusta cocinar e innovar”, cuenta este emprendedor. El resto es historia.
El fuego como el principio de todo
Su foco estaba puesto en un tipo de cocina a base de carnes hechas únicamente a las brasas–aunque ahora también innova en propuestas vegetarianas- y a partir de utensilios que fabricaba con sus propias manos: desde parrillas y fogones, pasando por discos de arado, hasta elementos para cortar como un corta papas en espiral. “Fabrico todo a partir de chatarra o productos en desuso. Me baso en el concepto de la sustentabilidad y la doble utilización de las cosas. Tengo en mi casa un taller de mecánica y otro de cocina”, explica Mazzocchi y resalta que se pueden hacer “cosas copadas y ricas con pocos ingredientes y una cuota de creatividad”.
Tal fue el éxito y buena recepción, que los seguidores no paraban de aumentar, incluso marcas del rubro lo contactaban para formar alianzas en conjunto. Para su sorpresa, también lo convocaron de canal Trece para formar parte del programa gastronómico “Cucinare” los días jueves que es especial de asado.
Por esta razón, a los pocos meses, tomó la iniciativa y renunció a su trabajo estable para dedicarse de lleno a seguir potenciando su emprendimiento que llamó “Salva la Cocina”, un proyecto de impronta relajada donde Mazzocchi busca acercar la cocina a la vida cotidiana y hacerla accesible a todo el mundo. “Por un lado ofrezco recetas con su paso a paso, simples y dinámicas para que cualquiera las pueda hacer. También cocino en eventos, mi idea es brindarle a la gente una experiencia gastronómica y sensorial”, cuenta este hombre devenido en cocinero al que llaman el “ingeniero de la carne”.
Además recorre distintas zonas del país en busca de lugares autóctonos y productores locales para trabajar y crear en conjunto. En noviembre pasado, por ejemplo, cocinó en Esquel con los tulipanes de fondo. “Mi valor agregado no es ofrecer solo un servicio de catering sino una propuesta integral”, explica, y en el fuego encontró un aliado perfecto para generar encuentros, reunirse, compartir y conocerse. Para Mazzocchi, el objetivo de su propuesta es “que la gente se una, charle y disfrute de ricos sabores”.
Este cambio en el estilo de vida, no fue solo laboral sino que vino acompañado de una cuota emocional: “Con este emprendimiento descubrí que cuando hacés lo que realmente sentís, trabajar no te pesa y te genera un bienestar inexplicable. Trabajo mucho más que antes y soy mucho más feliz”, reflexiona. Y asegura que en este camino fue más lo que ganó que lo que perdió: “Tengo una comunidad virtual fiel que no para de crecer; me encanta la interacción con el público e intercambiar ideas”, dice este hombre fanático del fútbol y del club All Boys.
¿De dónde nace tu inspiración para crear las recetas?
Estoy todo el día buscando y mirando referentes de afuera. El 75% de las personas que me sigue son hombres que les gusta hacer y comer asados. Ese fue siempre mi enfoque principal. Pero en el último tiempo, pasé a vincularme con otros estilos de cocina, como la vegetariana y vegana. Trabajo mucho en conjunto con otros chefs para ofrecer un servicio integral y variado.
¿Un sueño?
Me encantaría tener un lugar donde pueda combinar la cocina, con la interacción con el comensal y la degustación, donde la gente se pueda juntar, pasar un buen rato y sentirse como en el patio de tu casa.
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