Marylebone, a un paso del Soho, se puso de moda en los últimos años por su estilo único: está rodeado de espacios verdes y conserva casas bajas de estilo victoriano
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Desde siglos pasados, Londres convoca y cautiva a millones de visitantes, atraídos por sus múltiples propuestas culturales, basadas en una larga historia que brota desde sus callecitas.
Para quienes buscan una nueva propuesta rica en contenido, Marylebone se ha convertido en la zona preferida por los turistas más exigentes. Rodeada de espacios verdes, como Regent’s Park, Hyde Park y majestuosos jardines privados como el Portman Square Garden, esta zona ubicada en el corazón de la ciudad tiene su propia impronta, sin dejar de ser tremendamente londinense, con sus casas bajas de estilo victoriano y tiendas de encanto dignas de una postal.
Su nombre se remonta al 1400, a la antigua iglesia Tyburn, ubicada originalmente al extremo oeste de Oxford Street y que fuera trasladada a una mejor locación al comienzo de lo que hoy es Marylebone High Street. La nueva iglesia anglicana fue renombrada como St. Mary’s of the Bourne (límite), más tarde, Mary- le- Bourne, hasta finalmente llevar el nombre de Marylebone.
Para ubicarla en el mapa, Marylebone queda muy cerca del Soho. Se llega fácilmente caminando desde la estación de subte Marble Arch, por la avenida Oxford. Y una vez a la altura de la tienda Selfridges, por la calle lateral Orchard, luego Baker, el camino desemboca en Marylebone.
A pesar de la gran evolución urbanística de los últimos años, una gran cantidad de edificios, data del 1900 y anteriores. Lo interesante y atractivo es que Marylebone aún conserva la calma y vibra de las primeras familias aristocráticas que construyeron sus mansiones en esta zona, y que más tarde dieron origen a las diferentes calles que llevan sus nombres: Cavendish, Hartley, Portland y hasta el Conde de Oxford.
Fue y continúa siendo una comunidad en sí misma, con identidad propia. A lo largo de los últimos años, fue transformándose en el lugar de moda. Paul Mc Cartney, Ringo Starr, Jimi Hendrix y la familia Osborne la eligieron en residencias estilo georgiano.
Para alojarse, ofrece opciones para los más exigentes, como el hotel Langham, cinco estrellas, o el hotel boutique Chiltern Firehouse, en el edificio que originalmente oficiaba como cuartel de bomberos y que fue totalmente renovado estilo art déco. Por otro lado, el distrito ofrece hospedaje en alguna de las mansiones locales, en plataformas de alquiler temporario, una opción más accesible y no menos interesante.
Si bien existen en esta zona dos atractivos turísticos masivos, como el museo de cera Madame Tussauds y el museo de Sherlock Holmes, el hallazgo para los amantes de las artes decorativas es la Wallace Collection en la elegante Manchester Square. La colección Wallace es un museo nacional con entrada gratuita, que alberga obras maestras insuperables de pintura, escultura, muebles de época, armaduras y hasta porcelana antigua. La mansión, que fuera construida durante los siglos XVIII y XIX por los marqueses de Hertford y sir Richard Wallace, cuenta con un jardín interior perfecto para tomar el más exquisito 5 o’clock tea.
Desde sus magníficos salones, alberga una de las colecciones más sofisticadas del mundo, con Fragonard y Watteau colgando de sus paredes en tono bordó. Toda esta maravilla fue donada por Lady Wallace al pueblo británico en 1897.
Al salir de la colección Wallace, por George Street, Santo Mare espera con la mejor variedad de pescados y su famoso helado de pistacho. Es tan trendy el restaurante que se ha convertido en el lugar preferido por los futbolistas de la Premier League y los jugadores de tenis de Wimbledon.
La calle de las compras
Marylebone High Street es la gran avenida para hacer compras y donde en el número 84 está la tienda emblema de la cadena de librerías Daunt, famosa en sus inicios por su variedad de títulos sobre viajes. Hoy propone en sus tres niveles libros de literatura y arte contemporáneo y otros de edición limitada firmados por sus autores.
Llama la atención por sus enormes vidrieras en madera tallada y a nivel arquitectónico también es visita obligada por ser en un petit hotel eduardiano, con pisos y largas galerías de roble, una imponente escalera de madera original de la época y luminosos techos vidriados que recuerdan a la cúpula del Louvre.
A lo largo de dicha arteria se ubican más de cien boutiques independientes tales como la del renombrado diseñador bretón sir Paul Smith que se caracteriza por su particular uso del color en colecciones masculinas, la española, Bimba & Lola, o las francesas Maje y Agnès by Sandro.
Al final de la avenida se ubican el colegio privado St. Marylebone, y la Universidad de Westminster.
De la zona, se destaca en la avenida Wigmore la farmacia John Bell & Croyden, elegida por la Reina Isabel II, que ocupa la esquina de forma imponente. La institución establecida en 1798 concentra una inmejorable selección de productos de bienestar y belleza.
Justamente saliendo por Wigmore se encuentra Marylebone Lane, una callecita soñada, ideal para perderse y descubrir, por ejemplo, VV Rouleaux, la tienda de cintas, lazos y fascinators perfectos para lucir en Ascot o la tienda multimarca Koibird, que esta temporada suma tres colecciones exclusivas. La visita es entretenida y su curaduría, muy original. Para el público femenino clásico también vale la pena entrar en Pioneers, que ofrece exclusivamente colecciones de diseño victoriano.
Para cerrar, se puede hacer una parada en Paul Roth & Sons como lo hiciera en su época la princesa Margarita, para deleitarse con un exquisito sándwich de salmón, preparado en el momento y servido por sus propios dueños. Este es otro de los establecimientos de la zona, que lleva más de cien años en su metier, donde no sorprende ver largas filas en la entrada.
Y para los fans de los pubs qué mejor que el Golden Eagle, con su fachada en rojo. “Estamos orgullosos de ser parte de Marylebone Village. Un pub es el corazón de la comunidad. En 32 años que llevamos acá, el Golden Eagle no ha cambiado mucho. Simplemente servimos todo tipo de cervezas, una gran variedad de sidras, tocamos música y afortunadamente, la gente sigue viniendo”, comparte Gina Vernon, su fundadora.
Para aquellos interesados en tratamientos dermatológicos, estéticos y médicos de excelencia, el lugar indiscutible es Harley Street Clinic, que recibe pacientes de todo el mundo para ser atendidos en las diversas disciplinas que ofrece. Cuenta la historia que en 1924, el doctor Lionel Logue, oficiaba desde la clínica como terapeuta del Rey Jorge VI, en sus dificultades con el lenguaje.
La nueva Bond Street
A pocas cuadras, en la callecita Chiltern, que concentra a la gente más cool del área, el arte se abre paso en una galería no convencional llamada The Gallery of Everything que se especializa en obras de artistas desde el siglo XIX a otros contemporáneos y emergentes, con una curaduría basada en lo novedoso, espiritual y no académico.
Enfrente, en Perfumer H, conversamos con su creadora Lyn Harris, una de las narices más destacadas del Reino Unido, que ha cautivado al mundo con sus perfumes de autor. En su espacio sofisticado y minimalista, ofrece una experiencia olfativa entre las cinco familias distintivas de la marca.
“Chiltern Street se ha convertido en la nueva Bond Street de los hipsters. Fue impulsada por la revista Monocle hace unos años y hoy el café Monocle concentra a periodistas y ejecutivos de agencias de relaciones públicas”, comparte Rodolfo Milesi, empresario argentino radicado en Londres y fundador de Branding Latin America. También cuenta que el restaurante Chiltern Firehouse es el lugar obligatorio, aunque exclusivo, para el brunch del domingo y el lounge de su hotel se transforma en escenario para cantantes como Erykah Badu que sorprende a sus fans alguna noche, con un minirecital espontáneo.
Para coronar nuestro recorrido, descubrimos la encantadora calle peatonal, St. Christopher’s Place, un rincón escondido, pegado a Oxford Street que fuera construido por la arquitecta y filántropa Octavia Hill en 1860.
Allí, vale la pena detenerse en una mini tienda en rojo y dorado, la famosa Christys, cuyas galeras, sombreros canotiers y de fieltro fueron y son lucidas por miembros de la familia real, y elegidas en su momento por Winston Churchill, entre otros. Como la tradición es todo en estas tierras, la marca cuenta con 240 años de expertise a través de sus ocho generaciones y se ha consagrado como la única que mantiene la misma técnica en su realización.
A pocos metros, Emma Hyacinth ofrece sandalias para fashionistas en su coqueta boutique de arquitectura minimalista. La zapatería se destaca por su atención personalizada y su producto diferencial, a muy buenos precios. La mayoría de sus modelos llevan cristales o aplicaciones de metal, convirtiéndolas en piezas de colección. Muy cerca, se ubica la primera tienda que abrió Mulberry. La marca más importante de carteras made in England conquista al público posh desde hace 50 años con su modelo Bayswater, realizado con los mejores cueros.
Las propuestas no terminan acá. Perfectamente se podría organizar un tour de una semana para conocer a fondo Marylebone y descubrir a pie sus secretos.
Museo de Sherlock Holmes
En 221 Baker Street se ubica casi teatralmente el museo de estilo victoriano inspirado en Sherlock Holmes. Al llegar, recibe un policía descripto en el libro narrado por Arthur Conan Doyle, que invita a comenzar el tour que permite conocer objetos curiosos, y cartas bajo una luz sombría. Se suman a la experiencia algunos personajes de las aventuras detectivescas de Sherlock y su ayudante Watson.
Al subir una escalera angosta, mayordomos y mucamas esperan recreando el ambiente de la casa atiborrada de adornos y muebles particulares.
En el segundo piso, en las habitaciones de Sherlock y Watson se exhiben objetos de sus viajes impregnados de suspenso a la India y Afganistán. La experiencia es entretenida para los más chicos y recibe grupos de hasta quince visitantes por turno.
Nuevo polo gastronómico
En el último año, un nuevo polo gastronómico se extiende a lo largo de Seymour Place, donde la pizzería Florencio, con su fachada azul y a cargo del chef argentino Diego, atrapa por sus deliciosas variedades de pizza, al mejor estilo italoargentino. Pegado a este, ULI ofrece un menú degustación de platos asiáticos utilizando disciplinas tradicionales chinas, tailandesas, malayas y de Singapur.
Y como bar destacado para los jueves, el Carpenter Arms, ofrece una amplia variedad de cervezas de marcas artesanales desde las cinco de la tarde.
La calle Moxon ofrece gran variedad de restaurantes de sushi, comida de la India, italiana y griega. Mención aparte para La Fromagerie, que ofrece múltiples degustaciones con una selección de primer nivel de quesos frescos o madurados, panes artesanales, mermeladas típicas y chutneys.
Enfrente, Rococo Chocolates, es el paraíso para los golosos, con sabores insólitos y el mejor cacao.