Es un referente indiscutido en su especialidad, la oncología, cuyas transformaciones siguió de cerca a lo largo de más de 50 años como investigador, director académico del Instituto Alexander Fleming (IAF) y especialista en Oncología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se trata de Reinaldo Chacón, que acaba de ser distinguido como "prócer de la oncología" durante un acto realizado en el Aula Magna de la Facultad de Medicina.
Una personalidad admirada y querida por colegas y pacientes, Chacón se mantuvo desde el IAF en la vanguardia de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento integral de pacientes con cáncer. Fue el primer presidente de la Sociedad Argentina de Quimioterapia Antineoplásica en 1967, entidad que luego dio lugar a la actual Asociación Argentina de Oncología Clínica. Además, fue presidente de la Fundación Cáncer (FUCA), que desarrolla desde hace años una intensa tarea de docencia e investigación y de la que hoy es asesor. Además, es miembro titular de la American Society of Clinical Oncology (ASCO) y de la Union for International Cancer Control (UICC).
"Quiero creer que la mención que hoy recibo tiene que ver con mis más de 50 años de oncólogo en la tarea de la docencia; ese es el valor que me reconozco", afirmó al recibir el premio acompañado por sus hijos, toda una estirpe de profesionales de la oncología, ya que Matías, Carolina y Agustina, también se dedican a la atención de las personas con cáncer como oncólogo, radioterapeuta y psicooncóloga, respectivamente.
"Me avergonzó un poco [la distinción] -confesó-, porque uno relaciona la palabra prócer con los próceres de la patria, pero ver que la definición refiere a personas distinguidas por colegas que realizan su misma actividad me tranquilizó. No me hizo sentir sentado a caballo con el sable en la mano".
Chacón comenzó a trabajar en cáncer cuando se sabía muy poco sobre la enfermedad, casi no se la podía nombrar y el fracaso terapéutico era muy frecuente. De allí el temor que inspiraba. No existía la tomografía, y se carecía de las prácticas que hoy son de rutina y permiten la sobrevida de un gran número de pacientes. La prolongación de la vida aumentó la incidencia del cáncer, pero la detección precoz y los nuevos tratamientos aumentaron también las chances de curación.
La distinción se otorgó dentro del marco de la Fiesta de la Medicina, donde se eligen médicos y enfermeros del año, y la entregaron Tulio Huberman junto con autoridades de la UBA.
LA NACION