En una época en la que reinan las agresiones, es fundamental ser tolerante en una reunión y considerar hacer pactos previos
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En plena época electoral y sobre todo en un país signado por la crisis y la incertidumbre social, política y económica, compartir las opiniones personales, los miedos y las angustias es moneda corriente en la mesa de todos los argentinos. Pero a veces, hay quienes no dan lugar a que haya un diálogo abierto y respetuoso con las personas que piensan distinto, y lo que arrancó como un encuentro pacífico, puede terminar en discusiones indeseadas.
Entender que los puntos de vista individuales no condicen con la verdadera esencia de alguien, es según Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), la vía de acceso para evitar discusiones y tener relaciones basadas en el cariño y la honestidad. “El punto no es la ideología que se tenga; la cuestión pasa por la dificultad para controlar impulsos y con el no poder aceptar el punto de vista del otro”, expone el especialista.
-¿Cómo mantener la armonía familiar cuando los integrantes tienen diferencias políticas?
-En el mundo hay una nueva manera de racismo que tiene que ver con pensar diferente. Al que piensa distinto se lo suele discriminar, estigmatizar y se lo asocia con que es una mala persona y un enemigo al que hay que destruir. Esto, lamentablemente, pasa mucho en la actualidad del país, sobre todo en este momento de elecciones políticas. En las redes por ejemplo, se ve mucho que la gente habla pésimo del otro y dice cosas que no tienen sentido. Llevado al ámbito familiar, esta situación de conflicto se puede moderar o no según cómo sean las personas: se pone en juego el grado de tolerancia y la capacidad de inteligencia emocional de cada uno. Estas características tienen que ver con entender que el otro, aunque piense distinto no es malo y tampoco está equivocado. En una conversación familiar es importante señalar y plantear que se puede pensar distinto, hay que poder dialogar con inteligencia emocional.
-¿Qué se puede hacer cuando miembros de la familia no aceptan la opinión del otro?
-Cuando alguien piensa distinto lo que se puede hacer es llevarlo a que trate de entender que uno puede tener ideas diferentes y no por eso hay que tildarlo de mala persona. Pero hay casos más extremistas en la sociedad y en las familias donde la gente no logra dar ese paso de comprensión emocional. En los Estados Unidos se hizo una investigación con un grupo de republicanos y uno de demócratas: a cada uno se les planteaba cosas que eran contrarias a las que pensaban y se los estudió para ver cómo funcionaba su cerebro. Al ver que las imágenes mentales eran dinámicas, se encontró que había una especie de esfuerzo del cerebro por resistir o rechazar esas ideas opuestas a las propias. Hay gente que tiene determinada forma de pensar y le cuesta cambiarla.
Hay que respetar al otro aunque piense diferente y no discriminarlo ni estigmatizarlo por ello.
-¿Cómo evitar que las diferencias políticas resientan el vínculo familiar o que se produzca un distanciamiento?
-Hay que respetar al otro aunque piense diferente y no discriminarlo ni estigmatizarlo por ello. Entonces se pueden establecer parámetros para dejar en claro que uno piensa distinto pero que igualmente nos queremos y que nuestro sentimiento de amor tiene que prevalecer.
-¿En qué punto de una discusión es conveniente frenar?
-En realidad hay que evitar empezar una discusión. Para eludir los roces tenemos que aceptar las diferencias. A veces el conflicto empieza de a poco y según la personalidad que tenga cada uno, puede generarse una escalada de palabras que podrían resultar insultantes. Entonces lo mejor es hacer un convenio y dejar en claro la importancia de no hablar acerca de lo que disentimos o nos pone mal si sabemos que puede derivar en un problema.
-¿Es mejor evitar invitar a una reunión a miembros de la familia ampliada que sabemos que tienen diferencias políticas con otros?
-Uno puede saber que alguien tiene determinada ideología o que adhiere con un partido político en particular, pero no siempre estas diferencias van a ser motivo de pelea: depende de las características de cada persona. Hay quienes son más irascibles o están más ideologizadas y no aceptan al otro. Entonces en estos casos, si estas personas no pueden alinearse con el resto, no controlan sus impulsos y no nos dejan tener una reunión tranquila, quizás lo conveniente sería no invitarlos. Este tipo de situaciones también se pueden dar con temas relacionados al fútbol o a la religión, por ejemplo.
-¿Es posible hacer un pacto previo de que cada uno se exprese sin agresión?
-Por supuesto. Algo que se usa mucho para evitar caer en discusiones, es establecer un pacto o convenio previo, por ejemplo entre los integrantes de un grupo de WhatsApp, donde se deja en claro que no se puede hablar de política y que los temas que se toquen solo pueden ser relacionados al propósito del chat. Uno puede plantear distintos escenarios: “en este chat no se habla de política y al que lo hace, se lo saca del grupo”. Y en una reunión familiar se puede implementar lo mismo: “pensamos distinto y queremos evitar tener una situación que escale en términos de conflicto e irascibilidad”. Entonces hacemos el acuerdo inicial, establecemos que no vamos a hablar de determinado tema y si alguien lo hace, se lo marcamos, lo invitamos a retirarse o no permitimos que la discusión avance. La realidad es que tiene que haber un acuerdo entre todos.
-¿Qué recomendaciones da en estas situaciones?
-Tenemos que ser conscientes de que podemos hablar y al mismo tiempo tener un vínculo basado en la honestidad y el amor. Deberíamos ser capaces de no discutir o pelear por pensar diferente. En una sociedad, la gente diciente entre sí, pero con la ventaja de que no se conocen; dentro de una familia o entre amigos, esto no tendría que pasar. La frase que resume esto sería: “nosotros nos queremos, tenemos un sentimiento de amistad, de familia, se acabó la discusión“.