El Accidente Cerebrovascular es considerado la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en el mundo; especialistas alertan sobre los factores de riesgo y cuidados que hay que tener para evitarlo
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Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una patología considerada como la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en todo el mundo. Se trata de una alteración en el cerebro ocasionada por la repentina pérdida del flujo sanguíneo en dicha área, y está asociada al estilo de vida como también a la presencia de distintos factores de riesgo en las personas. Detectarlo a tiempo, puede apaciguar, incluso prevenir su desarrollo.
Sebastián Ameriso, jefe del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni, explica en diálogo con LA NACION, que este cuadro se puede dar por dos factores: “por obstrucción de venas o arterias -que representa el 85% de los casos- y que se lo conoce como ACV isquémico y por una rotura de una de ellas que produce el sangrado o hemorragia en alguna zona dentro del cráneo”, explica el especialista.
En ambos las neuronas y las células comienzan a debilitarse y hasta se pueden empezar a morir, porque de a poco les deja de llegar oxígeno. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año unas 15 millones de personas, padecen esta enfermedad. De esta cifra, se estima que cinco millones quedan con alguna secuela de por vida y otras cinco millones mueren. En cuanto a la Argentina, se calcula que afecta a un promedio de 126.000 individuos de manera anual.
Según Ameriso, la pueden padecer tanto hombres como mujeres en edad adulta, sobre todo a partir de los 65 años “momento en el que se desencadenan algunos desequilibrios en el organismo”. Pero no le pasa a cualquiera. Su incidencia está estrechamente vinculada a los hábitos de cada persona y a su estado de salud general. Un estudio de Fleni apodado “La Evitabilidad del ACV”, muestra que el 82% de los accidentes cerebrovasculares podrían evitarse haciéndose chequeos periódicos para detectar la presencia de cualquier factor de riesgo, ya que según especifican, son responsables del 90% del desarrollo de la patología. Pero esto no es todo, también es necesario mantener un estilo de vida saludable y en equilibrio.
Cómo evitarlo
“En general, la mayoría de los casos no ocurren de casualidad, sino que se producen como consecuencia de la presencia de algún factor de riesgo, es decir, de condiciones propias de cada persona que predisponen a que esto ocurra”, especifica Ameriso. Entre ellos, resalta la incidencia de la hipertensión arterial en un 88%, el colesterol elevado en un 46%. La lista la completan la diabetes, las arritmias cardíacas, el tabaquismo y el sedentarismo, que inevitablemente pueden conducir a la formación de coágulos sanguíneos que viajan rápidamente al cerebro.
Datos brindados por el informe de Fleni, revelan que entre el 70 y el 80% de las personas que sufren un ACV, presentan alguna de estas patologías “y no las tiene bien monitoreadas”, comenta Ameriso. Por ello y debido a que puede ocurrir que alguien no se de cuenta que está próximo a tener un episodio, “la detección, el control y seguimiento de los factores de riesgo son el punto de partida para contrarrestar o impedir este tipo de incidentes”, sostiene Ameriso.
Para Conrado Estol, a este hecho se le suma otra cuestión: “Es importante modificar ciertos hábitos que tienen que ver con el estilo de vida: tener un buen descanso, controlar el estrés, reducir y/o anular el consumo de alcohol, evitar el cigarrillo, mantener una nutrición saludable, realizar a diario ejercicio físico, chequear la presión arterial, el colesterol y la diabetes con frecuencia”.
¿Cómo identificarlo?
Son varias las señales que van alertando acerca de un posible desarrollo del ACV e interpretarlas a tiempo, definirá el futuro del paciente. En este sentido, Ameriso explica que los síntomas son relativos a cada persona y que dependen de la zona del cerebro que esté siendo afectada. Además, advierte que suelen aparecer de forma brusca y que duran unos pocos minutos, luego desaparecen.
- Dificultad para hablar, gesticular y a veces también comprender.
- Problemas repentinos en la visión y audición.
- Parálisis, pérdida de control o debilitamiento de un lado de la cara o del cuerpo como por ejemplo, “se destaca la imposibilidad de mover la pierna, un brazo o ambos”, comenta Estol. A este cuadro también se le pueden sumar problemas para caminar.
- Dolor de cabeza muy fuerte.
- Mareos bruscos.
- Pérdida de equilibrio o falta de coordinación en el cuerpo.
¿Qué hacer frente a un ACV?
Cuando los primeros signos empiezan a hacerse presente, Paola Caro, directora médica de Vittal, hace hincapié en que el tiempo es el mayor aliado, ya que “mueren casi dos millones de neuronas por minuto”, y agrega que frente a este panorama, hay que actuar rápido y acudir de inmediato a un centro de salud especializado.
En paralelo, explica que en caso de estar junto a la persona que está desarrollando los síntomas, se le debería hacer una serie de preguntas sencillas y generales para ver si reconoce y responde con claridad y consciencia. A su vez, asegurarse si puede mover o no las extremidades del cuerpo.
Según Ameriso, las primeras cuatro horas son cruciales para delimitar cómo va a quedar el paciente y reducir tanto las probabilidades de muerte como también de discapacidad. “Actuando de forma inmediata, se pueden llegar a revertir total o parcial los síntomas”, destaca el experto y resalta la importancia de educar y advertir a la sociedad sobre esta patología que tanto daño puede ocasionar y que al mismo tiempo, es evitable.
“Crear un trabajo en conjunto entre médico y paciente basado en la educación, el intercambio de información y los cuidados paliativos, es sin duda la base para luchar contra esta enfermedad”, finaliza Ameriso.
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