Fechas como San Valentín invita a reflexionar sobre los nuevos formatos afectivos en constante transformación pero también permite conectar con la simpleza que reflejó la pareja de Messi con Antonella en los festejos del Mundial
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Amor de verano, amor incondicional, amor por la camiseta, por la mascota, por los amigos. ¿Amores para siempre? El amor y sus múltiples variantes nos interpelan en el mes en el que las relaciones afectivas todavía se celebran con bombones y corazones rojos.
Fechas como San Valentín, la celebración que en Argentina adquirimos hace no tanto tiempo y celebra el enamoramiento, nos invita a reflexionar sobre los nuevos formatos afectivos, en constante transformación.
En contextos donde la revolución de los sentidos y significaciones, se abre como un abanico de múltiples percepciones surgen distintos abordajes para sumergirnos en el universo amoroso. ¿Sigue vigente el amor romántico? ¿Cuántas formas de amar existen? ¿Cuánto terreno ganó el amor propio? ¿Y el amor por los hijos o la familia? ¿O por el planeta? Explorar estos interrogantes nos invita a profundizar las distintas tipologías que están ganando terreno.
Para Mariela Mociulsky -CEO y Fundadora de Trendsity- “cambiaron las reglas de juego y el escenario pospandémico puso en blanco sobre negro la necesidad del bienestar, de vivir bien, en armonía con los propios valores y estilos de vida”.
La especialista explica que la gestión de las emociones, en este marco, gana protagonismo. Entre la búsqueda de certezas que contribuyan a mitigar el impacto de la incertidumbre, los vínculos se posicionan como anticuerpos que nos protegen de la montaña rusa de sensaciones encontradas.
Desde recuperar contactos con personas de otras etapas de la vida a privilegiar a los amigos o construir lazos con comunidades que compartan los mismos intereses: el grupo de coro, el de running, meditación, tertulias o talleres literarios. “En estos espacios donde se trabaja el compromiso, la escucha, el respeto y la empatía también se habla del amor y de las construcciones colectivas”, apunta Mociulsky. Y agrega: “La necesidad de encontrar resguardo intensifica la importancia de los vínculos como espacios seguros, trincheras que sostienen y contienen. Eso también es amor”, confirma.
Zygmunt Bauman se refería a la época que vivimos con un término que caracterizó como tiempos líquidos para definir la transitoriedad de los vínculos. El concepto de “amor líquido” que acuñó el sociólogo y filósofo plantea una analogía con la fluidez, en el sentido de las sustancias que modifican sus formas, que no permanecen iguales a lo largo del tiempo. Ese es el rasgo de nuestra modernidad que confronta al ser humano con nuevos desafíos.
Las nuevas familias
La aceleración de procesos, en este sentido, plantea un panorama donde los imaginarios acerca de la familia están en plena discusión, no existe un único formato. “Cada vez se cuestionan más los formatos tradicionales que conviven con nuevas configuraciones familiares, y se consolidan grupos familiares menos numerosos”, señala Mociulsky.
Desde su consultora de tendencias, la especialista realizó una investigación con una muestra de mil casos a nivel país que arrojó los siguientes datos: el 78 por ciento coincidió en que no todas las personas tienen la intención de ser padre o madre mientras que el 67 por ciento afirmó que tener hijos ya dejó de ser un mandato.
Además, el informe explica que las personas de 26 a 39 años, con mayor nivel socioeconómico se interesan por la libertad en las relaciones por encima de las exigencias de obediencia y conformidad con las tradiciones.
“Existe permiso para pensar si se quiere o no tener hijos y cuántos. Para el 50 por ciento de los encuestados tener un solo hijo es suficiente para conformar una familia, confirmando la tendencia hacia estructuras familiares más pequeñas”, destaca la especialista.
Además, sostiene que la evolución del concepto de familia indica que pasó de ser una unidad productora y reproductora de la propiedad, el apellido, el linaje, como lo fue tradicionalmente, a configurarse como una unidad emocional en donde prevalecen los lazos de amor, compañerismo, respeto, por ejemplo.
Las formas de maternar y paternar también se redefinen y esta reformulación se observa en la búsqueda de ‘tribus’ de pares, donde participan familiares y personas cercanas elegidas para ayudar en la crianza.
Se amplían así los vínculos sin ser necesariamente sanguíneos, es una ampliación más horizontal, una lógica de red”, agrega la CEO. “Los estudios demográficos son muy dinámicos y hablan de una población en constante transformación”, afirma Mociulsky y plantea que en esta línea las marcas y los productos atentos a estos cambios continuos reformulan sus campañas y se reinventan o en torno a las necesidades de estas nuevas lógicas familiares.
La generación Z y las relaciones
¿Cómo vive el amor la generación Z, que está en plena etapa de formación? ¿Qué los enamora, qué los motiva?
Para Mociulsky una de las claves es la apertura a distintos tipos de relaciones afectivas. El poliamor romántico, las exploraciones y la diversidad también dibujan el nuevo mapa que recorre la generación Z, marcada por otra parte, por cuidar la individualidad y el amor propio.
Empoderados, dominan la tecnología y se sienten interpelados por el cambio climático. Así, defienden con pasión las causas por el cuidado del planeta. “Son manifestaciones que también muestran señales vinculadas con el amor”, indica Mociulsky, especialista en traducir tendencias en oportunidades para que las marcas comuniquen sus acciones.
“La diversidad es uno de los ejes que surge con más fuerza en la comunicación estratégica”, explica. “Cada vez son más las compañías que interpelan a consumidores involucrados con mensajes inclusivos que, sin caer en estereotipos, generan empatía con el consumidor”.
Además, subraya una de las expresiones que en los últimos meses ganó la calle, a pura pasión y sin distinción de edad ni género.
“Cuando Argentina salió campeón mundial se vivieron días de felicidad plena, de alegría colectiva y un amor profundo por la camiseta y por el país. Esta situación que se replicó de punta a punta estuvo acompañada por la sensibilidad y el afecto que pudimos apreciar entre los jugadores. Abrazos, llantos de emoción en primer plano, hombres sensibles y hermanados. También quedó en nuestras retinas una imagen que se viralizó y resume el quit del enamoramiento. Messi sacándole una foto a Antonella minutos después del triunfo es el retrato del amor simple, que se valoró intensamente en el público”, concluye Mociulsky.
Platón, uno de los filósofos que se dedicó a trabajar en las profundidades del amor, planteaba que este puede ser entendido como el estado de éxtasis y a la vez de moderada frustración. Su aporte trascendió la historia y el concepto de amor platónico ganó la literatura, la música, el cine y más expresiones artísticas donde se manifiesta el impulso que habla de un amor inalcanzable o idealizado.
En tanto, para Nietzsche, el amor es un desprendimiento del pensamiento egoísta. Es querer al otro, pasar de desearlo a amarlo, saber que se debe luchar contra el deseo de poseer para que florezca el amor.
De boleros a tangos y baladas, sin embargo esta época está signada por canciones que hablan de despecho, engaños y rencores.
Las nuevas voces le cantan en coreano al amor propio y al amor por los amigos, en millones de reproducciones de Love Yourself, de BTS, la banda del momento. Shakira, en tanto, no es la única que factura cantándole al resentimiento. Lady Gaga, Rosalía y Dua Lipa lo hicieron antes, cuando atravesaron rupturas y dejaron amores atrás. Y Harry Styles, el reciente ganador al Álbum y la Canción del Año en los Grammys, hace lo propio cuando le canta a la familia elegida por sobre los lazos de sangre, al presente que ya “no es como antes”. “No me pidas que no vuelva a intentar que las cosas vuelvan a su lugar”, suplica Wos, el joven rapero que transformó el tema Arrancármelo en un himno nacional.
Variaciones y mutaciones sobre el amor y los distintos tipos y objetos de amor, un universo de sensaciones que se multiplica para barajar y dar de nuevo.
Diversidad, divino tesoro.