Una especialista en sueño revela la fórmula para lograr que tu bebé duerma…y vos también
La privación del descanso trastoca el día a día de una familia; conocer en detalle el proceso, armar rutinas flexibles y desterrar algunos mitos, como el sobrecansancio, pueden ayudar a dormir mejor; en este capítulo, Lucila Pistiner, consultora en sueño infantil, detalla las situaciones más usuales
Si tuviste un bebé hace poco y te encontrás con alguien no tan cercano en la calle, lo más probable es que te pregunte primero cómo se llama tu hijo y acto seguido si duerme bien. Por ende, si vos y tu pareja también lo hacen.
El sueño representa una de las situaciones cotidianas que más dudas y comentarios genera en esta etapa y divide a los padres entre “los afortunados”, que pueden descansar porque el bebé no se despierta con frecuencia, y “los desafortunados”, que viven en “modo zombie” durante gran parte del día.
Hay una cuestión de suerte, sí, y de biología, también, pero en lo que a descanso de los más chiquitos se refiere es clave no desesperarse y conocer en detalle el proceso, para poder adquirir hábitos nuevos y dormir todos, el bebé y la familia, mucho mejor. “El sueño no es lineal, es como una montaña rusa. De repente tenemos una época en que todo está perfecto, tenemos una rutina bien predecible y ¡Pump! Se rompe esa rutina”, sostiene Lucila Pistiner (@lu.pistiner), consultora en sueño infantil, en el cuarto capítulo de “Primerizos, ¿y ahora qué?”, el ciclo interactivo y audiovisual de LA NACION + Huggies, Nutrilon y Swiss Medical.
El punto de partida, tal vez, es saber que los bebés necesitan dormir más horas que los adultos, y que hay conceptos y técnicas a tener en cuenta para promover ese descanso. “Todo se puede ir haciendo de forma gradual y tampoco hay que compararse. Hay que entender que es un proceso y que como tal lleva su tiempo y compromiso”, asegura la especialista, quien empezó a estudiar esta problemática a partir de la mala experiencia que tuvo con su primera hija. “La idea es tratar de adaptarse a la etapa en la que esté tu bebé o niño”, destaca.
-Voy a tomar una frase tuya y la vamos a explicar un poco más: “Creo firmemente en los beneficios que tiene una cultura sana del sueño en los niños, ya que un correcto descanso, tanto en horas como en calidad de sueño, va a afectar positivamente su desarrollo físico y cognitivo”. ¿Cómo se traduce esto en el día a día?
-Bueno, esto forma parte de lo que es mi filosofía con respecto al cuidado y a la valoración que hay que tener del sueño infantil. Hay que darle la importancia que se merece y creo que, por suerte, en los últimos años, cada vez se le está dando más importancia. ¿Qué es lo que pasa? Sabemos que el sueño es una necesidad física y vital para todos, para los niños, para los adultos. Ahora…hay mucha gente que quizás no sabe que los bebés necesitan dormir más que los adultos, más horas, y que es muy importante que descansen lo que necesitan, porque imaginate todos los hitos de desarrollo que los bebés, desde que nacen, tienen que atravesar. Nosotros somos los responsables de proveerles de ese descanso y las condiciones óptimas para poder lograrlo.
-Vamos al principio de este proceso. ¿Cómo favorecemos el ambiente para el sueño? ¿Cómo ayudamos a ese descanso?
-Cuando hablamos de ambiente tenemos que pensar principalmente en dos cuestiones: la habitacional: el lugar, la luz, la temperatura, la cuna, cómo tiene que estar para garantizar un sueño seguro. Pero también tenemos que pensar acerca del ambiente emocional, porque no es menos importante. La mayoría de nosotros, mamás y papás, llegamos cansados y la paciencia ya no es la misma. Entonces muchas veces lo que sugiero es: ´traten de conectarse en ese momento con lo que van a hacer, con esa rutina, con ese ritual nocturno antes de dormir a sus bebés´. Dejemos los celulares, estemos ahí presentes durante lo que sea, 20 minutos, 30 minutos, no es más que eso, porque también vamos a predisponer mejor a nuestro hijo a que se pueda relajar. Y si hablamos de condiciones ambientales, siempre es importante recordar que la condición ideal para dormir es como si estuviéramos en una caverna, como en la época de las cavernas. ¿Cómo era en esa época? Oscuro, fresco, silencioso. Hay que cuidar esos tres elementos.
-Y en esos primeros meses…¿de qué forma garantizamos el sueño seguro de los bebés?
-Siempre hay que respetar estas normas pediátricas que, a nivel mundial, se establecen, como que el bebé tiene que estar acostado siempre sobre su espalda, es decir, boca arriba en una cuna vacía. Cuando digo vacía es sin almohadas, sin nidito, sin peluches, sin mantas. Si el bebé usa chupete, sin la tirita del chupete. Después el bebé tiene que estar fresco, nunca sobreabrigado. La habitación tiene también que estar a una temperatura fresca. Tiene que ser un ambiente libre de fumadores. La lactancia materna también es un factor protector y tenemos que tratar de que el bebé duerma en su propio espacio, que puede ser una cuna colecho en la habitación de los padres, idealmente no en la cama durante estos primeros meses de vida, a esto se le llama cohabitación, o sea, que el bebé esté dentro de la misma habitación que los padres.
Ventanas de sueño y el mito del sobrecansancio
-Otro concepto que solés marcar mucho es el de las ventanas de sueño…
-El sueño está relacionado con un concepto que se le llama el proceso homeostático de sueño, que es, junto con el ciclo circadiano, aquel elemento que regula el sueño. Te voy a hacer una analogía. Nosotros tenemos un auto que tiene combustible y ese combustible se va utilizando durante el día, con los viajes que vamos haciendo. Llegamos a la noche y ese tanque está vacío. Entonces cuando el auto se va a dormir recarga combustible. También podemos usar este argumento con los chiquitos cuando no quieren ir a dormir a la noche.
-Sí, me encanta. Ya lo voy a tomar…
- (Risas) Y a la mañana siguiente se despierta ese auto con su tanque lleno. Entonces de esto se trata el concepto de las ventanas de sueño. Son aquellos periodos de tiempo (“ventanas”) durante los cuales los bebés y los niños deberían estar despiertos. Las ventanas de sueño no son las mismas durante todo el día, pueden ir cambiando. Y por supuesto que se van ampliando a medida que los niños crecen. O sea, son esos tiempos que los bebés toleran despiertos y, una vez que llegamos a ese tiempo, hay que llevarlo a descansar porque ese tanque se vació y necesita recargarse de combustible. ¿Qué pasa si no duermen? Si tenés un chiquito de, no sé, seis meses y no lo llevamos a dormir la siesta, en algún momento se va a terminar durmiendo por el agotamiento, pero no va a ser un descanso de la misma calidad que si lo hubiéramos llevado a dormir cuando su cuerpo le pedía dormir, porque ya ese chiquito está en un estado de estrés, de sobrecansancio.
-Me das el pie perfecto para hablar del sobrecansancio. En “Primerizos” tratamos de derribar mitos y me parece que este es un tema que tenemos que tratar. Se suele escuchar: “No, no lo dejes dormir durante el día, así llega mejor a la noche y duerme”. ¿Es así?
-Eso es un gran mito, excepto en niños en edad escolar que ya no necesitan dormir siesta. Ahí sí podemos tomar esa frase y decir: ´Bueno, mejor que no duerma una siesta, porque le va a a interferir negativamente en su sueño nocturno´. Pero en niños que necesitan siesta y especialmente los bebés, en los primeros meses de vida, es contraproducente. Si se los sobrecansa o sobreagota, vamos a generar justamente el efecto opuesto, que es un bebé que llega a la noche en estado de hiperactividad y que no lo vas a poder dormir tan fácilmente, porque su cuerpo no se puede relajar, y que cuando lo logres, va a tener más despertares nocturnos de los que hubiera tenido originalmente.
-¿Hay señales que podemos ir percibiendo para no llegar a esa situación límite?
-Podemos definir tres categorías de señales de sueño: las iniciales, las que son bien evidentes y las tardías. Cuando un bebé empieza a dejar de prestar atención al entorno en el que está, a la actividad que estaba haciendo, empieza a tener, por ejemplo, la mirada perdida, fija hacia algún lugar. O podemos notar que se tira de las orejitas o del pelo…esas son unas señales sutiles, que pueden pasar desapercibidas. Entonces, si las ves, las encontraste a tiempo. Es el momento ideal para llevarlo a dormir, hacer una rutina relajante de sueño y dormirlo.
Si te pasaste esas señales, tenés las evidentes, que son las típicas: está ahí, restregándose los ojitos, y diciendo: “Mamá, papá, llévame a dormir ya”. Ahí es cuando suele pasar que muchas familias dicen: “No, no, no, estiremos un poquito más”. Y tenemos a un bebé o niño que, por ahí, está en el horario en el cual le sirven la cena, que ya no quiere saber más nada, ya ni siquiera come bien, y después ya está en estado de sobrecansancio. Llora, está irritable, lo tenés a upa y se tira para atrás, se arquea la espalda, y le cuesta conciliar el sueño. Todas esas son señales tardías y son las que hay que tratar de evitar.
Rutinas de sueño flexibles: qué son y cómo armarlas
- Hay un antes y un después de implementar rutinas de sueño. ¿Qué características tienen que tener?
-Claro, yo hablo siempre de las rutinas flexibles. No estoy a favor de las rutinas rígidas, con horarios preestablecidos y tampoco de las rutinas que son iguales para todos los bebés. Si bien todos los bebés tienen una tendencia natural a despertarse temprano, algunos son más madrugadores que otros, algunos necesitan dormir más siesta que otros. Lo que hay que tratar de ser es ser flexibles con esa rutina. La idea es ir teniendo una especie de patrón diario, una especie de esquema de siestas, que vas acomodando según la necesidad diaria y con la flexibilidad de por medio. Hay días que lo vas a necesitar acostar más temprano, porque quizás su nivel de actividad fue mayor, o está más cansado porque quizás no durmió las siestas de forma óptima. Entonces de eso se trata.
-¿Nos podrías sugerir una serie de pasos para armar una rutina que responda a estos patrones?
-Bueno, ahí voy a diferenciar dos conceptos. Cuando hablás de rutina de sueño podemos hablar de la rutina diaria, que sería la rutina de siestas. Y después tenemos la rutina relajante previa a dormir, que podemos hacer una versión exprés antes de cada siesta, una especie de mini ritual para relajarlo, llevarlo a dormir y que esté bien predispuesto. Y después tenemos la rutina nocturna, que es un poquito más larga, que tampoco tiene que ser eterna y que hay que diseñarla según las preferencias de cada familia.
En términos generales, una rutina nocturna puede iniciarse con el baño, como la antesala a empezar esa rutina relajante en la habitación. Lo baño y ya tengo que ir bajando el nivel de luces en el hogar, que tienen que ser más bien suavecitas y cálidas. En la habitación, le puedo dar una toma, si es que todavía está en edad en la cual toma, que puede ser de pecho o mamadera. Y después ya empezamos con una canción, un cuentito, una historia, lo que querramos, lo que disfrute nuestro hijo.
-¿De cuánto tiempo estamos hablando? ¿Una hora, 15 minutos, media hora? Para situarnos un poquito…
- Hablaría de un promedio de entre 20 minutos o 30 minutos, si dejamos afuera el baño.
-Si bien lo deslizamos, me gustaría dejar en claro la importancia de las siestas, que no quedan exentas de mitos y comentarios…
-La siesta es sagrada. Esa es mi frase de cabecera. Los bebés necesitan dormir siesta. Hay todo un proceso en el cual es importante recargar ese combustible, porque también lo que vamos a hacer con las siestas que van durmiendo durante el día es reducir los niveles de cortisol. Si no los bebés van acumulando cortisol, que es la hormona del estrés y llegan a la noche en un estado que nadie los puede relajar y dormir.
El impacto de las regresiones y los horarios
-En el descanso impactan de lleno las famosas regresiones, digo famosas porque vos hablás muchísimo de ellas, pero no se conocen tanto. Creo que es un aspecto crucial, porque de alguna manera nos ayudan a explicar porqué pasan algunas cuestiones relacionadas con el sueño de los más chicos…
-Sí. El sueño no es lineal y se ve afectado por un montón de cuestiones. Vamos a tener etapas en las cuales el sueño es más predecible y etapas en las cuales se va a interrumpir por diferentes factores esa rutina que teníamos tan predecible. Puede ser que el chiquito empiece con más despertares nocturnos, que empiece a tener una negativa a la hora de dormir, que le cueste más conciliar el sueño. Entonces ahí hay que ver un poco qué es lo que está pasando y esto va a depender de la edad. Si tuviera que decir cuál es la regresión más famosa, es la que se habla de la regresión del 4º mes, pero en realidad no me gusta hablar de regresión, sino de progreso. ¿De qué se trata esa etapa? Se trata de un cambio en la arquitectura del sueño del bebé. Empieza a dejar de tener lo que es el sueño de recién nacido, que es un sueño de únicamente dos etapas de sueño -una activa y una pasiva- y pasa a tener un sueño más parecido al del adulto, pero todavía le falta mucho tiempo para el del adulto, e incorpora más fases superficiales de sueño. Entonces lo que vamos a notar es un bebé que le cuesta mucho más iniciar el sueño, porque cuando se queda dormido, lo hace en una etapa muy liviana de sueño. Suelen quedarse dormidos y a los 20 minutos se despiertan, y empiezan a tener más despertares nocturnos.
¿Qué otra etapa tenemos? Tenemos la etapa de la angustia de separación, que va a afectar de forma diferente, porque tampoco es que todos los bebés tienen la misma regresión, los mismos signos, pero si notamos que durante el día está más demandante, que llora más que antes, o se asusta cuando ve personas que toma como extraños cuando antes les sonreía, o a la noche presenta más despertares nocturnos y quizás le cuesta más conciliar el sueño, estamos en esa etapa. Después hay un montón de hitos del desarrollo que también afectan, por ejemplo, cuando aprenden a caminar o están por desarrollar el habla.
-Te llevo a una situación muy común…Estamos en plena noche. Se despierta nuestro bebé y estamos a punto de “eyectarnos” de la cama y salir corriendo a verlo. Pero aparece el concepto de la pausa. ¿Por qué es tan importante?
-La pausa tiene que ver con comprender que los bebés, cuando duermen, hacen ruidos, se mueven, sueñan, tienen una mayor proporción de sueño activo que la nuestra. Entonces, si nosotros cada vez que escuchamos un ruido, salimos de la cama y lo vamos a volver a dormir, nunca le vamos a dar la oportunidad de conectar un ciclo de sueño con el otro. E incluso los vamos a estar despertando en algunos de estos momentos por la noche. Entonces la idea es, siempre que escuches un ruidito o un movimiento, esperar, hacer una pequeña pausa, que te contengas, para asegurarte de que efectivamente está despierto. Y si está despierto, fijate, porque por ahí no está llorando y lo vas a interrumpir en un mecanismo natural. Ese bebé, que va a buscar una nueva posición, se volverá a quedar dormido.
-Hablemos del horario en que se despiertan los niños más chiquitos cuando no es necesario madrugar. No conocen de fin de semana, tampoco de feriados. ¿Hay alguna manera de lograr que se despierten más tarde?
-Los niños tienen una predisposición a levantarse temprano. Hay estudios que analizaron esto de qué pasa si los acostamos más tarde y se comprobó que se despertaban a la misma hora durante varios días. ¿Por qué? Porque tenemos ya un ciclo circadiano, que está maduro, y un horario que tiene que ver con el hábito de despertarnos. Después de hacerlo con frecuencia, durante varios días o semanas, esto de acostarse tarde, se pudo correr un poquito el horario de despertarse, pero en general se vio que terminaba siendo a costa de menos cantidad de sueño nocturno o menos calidad, porque aumentaban los despertares. Entonces lo que recomiendo es acostarse más temprano.
-Para cerrar, y creo que debe ser una de las preguntas que más te hacen las familias, ¿en algún momento el bebé o niño chiquito se dormirá solo?
-Bueno, el tema es cuándo, cómo. A ver… sí, en algún momento todos los niños se terminan durmiendo solos. Yo siempre hablo que se trata de darles la oportunidad. Hay familias que de forma accidental se la dan, hacen esta pausa y de repente ese bebé o ese niño ya adquirió el hábito de dormirse solito. Hay otros casos en los cuales no se le da la oportunidad. Siguen pasando los meses, siguen pasando los años, y por ahí tenemos a un chiquito de cuatro o cinco años o más que sigue necesitando la presencia de mamá o papá para dormir en la noche. Entonces nunca es tarde para modificar un hábito. Se puede. Lo que pasa es que depende de nosotros, de querer y estar seguros de darles esa posibilidad de conciliar el sueño solitos.
-O sea, una vez que lo decidimos, tenemos que ir en esa dirección. Va a haber avances y retrocesos permanentes, pero una vez que lo decidimos como familia, hay que ir en esa dirección…
-Hay que estar muy convencidos y hay que darle a ese bebé o a ese chiquito la seguridad que necesita para poder conciliar el sueño solo. Si nosotros le transmitimos: “Esta es tu cama, yo tengo mi cama, este es tu lugar para dormir, no pasa nada, acá estoy para vos cada vez que me necesites”, ese bebé va a ir adquiriendo una relación saludable con el sueño y con su propio espacio.