De noche, alfajores

"El problema es a la noche, cuando me voy a dormir. En vez de contar ovejas cuento alfajores. Si logro dormirme evitando una vuelta previa por la heladera, sueño con panqueques y tortas. La mayoría de las veces termino sentada en la cocina, a las 3 de la mañana, metiendo la cuchara dentro del tarro de dulce de leche. Estoy muy deprimida, cada vez estoy más gorda -me dijo Luciana-. El psicólogo me dijo depresión y me recetó antidepresivos, una pastilla cada ocho horas. Pero dejé de tomarlos porque me hacían engordar aún más."

Luciana padecía un trastorno alimentario de origen genético. Su cuerpo absorbía en menor proporción los aminoácidos ingeridos a través de los alimentos. Los aminoácidos son los nutrientes que sirven para fabricar un neurotransmisor llamado serotonina .

Este neurotransmisor regula las conductas compulsivas. Como Luciana tenía una cantidad muy baja en sangre, era más débil a los antojos. La depresión no era sólo producto de verse en el espejo o de una imposición de belleza cultural, sino que en gran parte se debía también a la falta de serotoninas.

Pero esto no era todo. Su problema genético se veía agravado por sus conductas alimentarias. Luciana era una ferviente lectora de revistas para adolescentes. Con el tiempo había juntado consejos y artilugios de distintas dietas y se había armado un plan nutricional de lo más patético.

Era una especie de vegetariana que contaba las fases de la luna para saber si le tocaba ese día sólo tomar agua, o comer frutas de color naranja. Los productos que tienen mayor proporción de aminoácidos son los cárnicos, es decir, los de origen animal, ricos en proteínas.

Luciana tenía un problema de absorción de aminoácidos hereditario, que ella incrementaba a fuerza de ingestas ilógicas donde faltaba ese tipo de nutrientes.

Claro, luego de hacer una dieta hipocalórica, sin proteínas y sin un solo gramo de hidratos, llegaba la noche y se sentía enloquecer. Entonces contaba alfajores y terminaba embardurnándose de dulce de leche.

Primero controlamos la cantidad de aminoácidos de su cuerpo con un estudio llamado cromatografía de aminoácidos. Luego armamos una dieta. Luciana debía ingerir carnes, alternando entre la de vaca, de pescado y de pollo, pero no dejar de tomar una porción todos los días para incorporar esos aminoácidos que su organismo absorbía con gran dificultad.

Las frutas y las verduras eran una buena opción, muchas de éstas poseen aminoácidos, pero deben ser consumidas en variedad y en conbinación con proteínas y también algo de carbohidratos (pastas, arroz, pan).

Los cereales y el queso eran otros nutrientes que debía incorporar en dosis adecuadas.

Con la nueva dieta, Luciana logró cortar el círculo vicioso que ella misma se había generado: nada de proteínas durante el día, atracón de hidratos por la noche y al día siguiente una dieta más estricta para atracarse aún con más fuerza por la noche.

Con el tiempo, Luciana fue perdiendo algunos kilos. Su depresión mejoró con el nuevo plan de alimentación, y no sólo por la pérdida de kilos, sino también por el equilibrio de nutrientes que mejoró su estado emocional.

El tratamiento de los trastornos alimentarios se realiza con un equipo de profesionales. Esto permite comprender los distintos aspectos del problema, que difícilmente obedece a una única causa.

Por eso, además del plan de alimentación, Luciana volvió a hacer terapia. No necesitó antidepresivos, sólo apoyo terapéutico para poder acompañar el cambio de imagen de su cuerpo. Pero, también, para ser capaz de aceptar sus propias limitaciones.

Especialista en trastornos de la alimentación y presidente de la Asociación de Prevención y Ayuda en los Desórdenes de Alimentación y Vida Sana (Apadavis).