Mientras se enfrentaba a 70 sesiones de quimioterapia, 20 de rayos y un autotrasplante, fundó su marca que conquistó a referentes de la moda; hoy también disfruta de su hijo Ciro
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A los 21 años le tocó vivir una situación adversa que jamás se hubiera imaginado. Sin embargo, resultó ser el puntapié para fundar su emprendimiento y encarar la vida con otros ojos. “El peor momento puede ser el mejor”, afirma Carmela Bustelo de 26 años. Por aquel entonces debió afrontar 70 sesiones de quimioterapia, 20 de rayos y hasta un autotrasplante de médula para combatir un agresivo Linfoma de Hodgkin.
Amiguera, hincha de River y apasionada. Así se define esta joven que causa sensación en las redes tras haber formado de manera inesperada y orgánica una comunidad de 73.000 seguidores, entre los que reúne famosos e influencers.
Su incursión por este camino arrancó durante el proceso de su enfermedad: empezó a compartir en las redes todo lo que atravesaba como una manera de hacer catarsis, sentirse acompañada y ayudar a otros que estuvieran atravesando por situaciones similares.
Su historia es un ejemplo de inspiración para muchos. “Aprendí a disfrutar desde lo más simple como hacerme un café a la mañana hasta de mi trabajo, mis amigos y familia. Tuve la posibilidad de quedarme tirada en la cama llorando o de darlo todo y salir adelante, y elegí poner la cabeza en frío y entregarme al tratamiento. Y eso es lo que quiero transmitir: siempre podemos elegir cómo afrontar algo, todo depende de uno”, reflexiona Bustelo.
La noticia: un baldazo de agua fría
Era un sábado de octubre de 2017 y esa noche la entonces adolescente tenía planes para salir con sus amigas por Halloween.
Pero una tos seca y la sensación de falta de aire -que la venían invadiendo desde hacía algunos meses-, fueron los motivos que la llevaron a la guardia sin imaginarse el diagnóstico que le darían: tenía una mancha negra de 17 centímetros pegada al pulmón. No tuvo opción: se quedó internada. En cuestión de minutos, el mundo se le desplomó.
“Me quería ir, no entendía qué estaba pasando. Nunca tuve síntomas más allá de la tos, el resultado me agarró por sorpresa. Mi idea era ir, que me dijeran qué tomar y volver con mis amigas”, relata Bustelo.
Lo que siguió no fue un camino fácil: a los dos días debió someterse a una operación y a las pocas semanas arrancar con quimioterapia. En total serían 12 sesiones durante un período de seis meses.
En ese momento, se encontraba en cuarto año de arquitectura, una carrera que la ilusionaba y que cursaba al pie del cañón. Al igual que sus padres, soñaba con recibirse y trabajar en el mismo rubro. Pero no le quedó otra alternativa que abandonar los estudios.
A medida que pasaba el tiempo debió cortarse el pelo y aprovechó la gran extensión que tenía para hacerse una peluca natural. Sin embargo, no le resultaba cómoda, se le movía y corría, entonces se puso manos a la obra y utilizó toda su creatividad para confeccionar vinchas y turbantes que se adaptasen a su cabeza con retazos de tela que tenía en su casa.
Del malestar a la idea
Ya habían pasado cuatro meses de aquel diagnóstico — era enero- y Bustelo logró tomarse unos días de vacaciones con sus amigas. Y así, un poco en chiste y un poco en serio, se les ocurrió armar un emprendimiento para comercializar y capitalizar aquellos pañuelos y turbantes que venía confeccionando. “Lo arranqué sin mucha expectativa, como un entretenimiento, pero con el objetivo de ser un nexo con otras personas que estuvieran pasando por lo mismo que yo”, comenta.
“House of Cholas”, fue el nombre elegido, inspirado en su apodo que es “Chola”. Acto seguido se armó una cuenta de Instagram para promocionar lo que hacía y sin imaginárselo, aquel primer día sumó 1000 seguidores. El emprendimiento no paraba de crecer y las solicitudes de pedidos eran cada vez mayor, no obstante, “se me fue de las manos porque no tenía suficiente stock”, recuerda entre risas la emprendedora.
De cara a esta nueva y desafiante aventura y, junto a la ayuda de su madre, quién es su actual socia, tomaron fuerte las riendas y empezaron a potenciar la marca mientras que en paralelo, seguía con su tratamiento. “Lo más lindo de esto era que además de sentirme acompañada, era un pasatiempo y una distracción. Los días que no tenía quimio me las ingeniaba para ir a comprar mercadería, fabricar y hacer los envíos”, recuerda la joven.
Una vez más
Cuando finalizaron los seis meses estipulados de la terapia, llegó el momento de realizar los chequeos para saber qué tan efectiva había sido. Sin embargo, lo que arrojó fue un panorama desolador: tenía que continuar el tratamiento, esta vez más intenso. Por ello, y sabiendo que su estado físico iba a ser débil, se adelantó al momento y dio un pasito más en su marca: armó una página web.
“Siempre digo que mi marca nació de manera genuina, desde la adversidad. Con cada problema de salud nuevo que se me presentaba, surgía una oportunidad para mi emprendimiento. Cada obstáculo era un nuevo punto de partida”, relata Bustelo.
Corría el año 2019 y con casi dos años de tratamiento terminaba esta segunda etapa sin signos de mejora.
“Lloré, me angustié, me asusté, pero al toque le dije a mi médica ‘cómo seguimos´, puse la mente en blanco y me entregué a lo siguiente que fue un autotrasplante de médula”, explica. Para este procedimiento tenía que permanecer 21 días internada y aislada, ni siquiera podía recibir visitas porque su cuerpo había sido reseteado y estaba casi sin defensas con el riesgo de contagiarse de cualquier cosa.
En ese momento, la esperanza que tenía por curarse desapareció cuando le comunicaron que tampoco había funcionado. “´Nos queda una última carta para jugar, Carme´, me dijeron mis médicos, mientras tanto sentía que el mundo se me iba apagando”, recuerda Bustelo.
La última jugada
Esta vez, la opción que quedaba era una técnica experimental conocida como inmunoterapia. Era ahora o nunca.
Así que Bustelo explica que se mentalizó en positivo y encaró esta etapa definitoria del partido con la ilusión de escuchar buenas noticias. Aunque se dice que la “tercera es la vencida”, en este caso, se trató de la cuarta oportunidad. Ahora sí, tenía el alta y podía volver a disfrutar de la vida, eso sí, cuidándose a rajatabla porque coincidió con el surgimiento de la pandemia.
“Con la cuarentena de por medio, le volví a sacar ventaja a esta adversidad y me reinventé diseñando tapabocas que la rompieron. Además, aproveché para dedicarle de lleno al crecimiento del emprendimiento”, dice Bustelo, quien a su vez se convirtió en oradora y frecuentemente es invitada a dar charlas para contar su historia, concientizar y ayudar a otros a atravesar de la mejor manera estos duros momentos. Incluso, la nombraron personalidad destacada de la juventud porteña.
Una nueva oportunidad
En marzo del año pasado retomó la universidad, y a las dos semanas del inicio, la vida la puso una vez más frente a una situación que tampoco se esperaba y por la que tuvo que volver a dejar.
De todas maneras, se trataba de una de las noticias más lindas que pudo haber recibido: estaba embarazada de Ciro quien nació el 31 de octubre de 2022 a las 40 semanas. “Jamás me esperé esto porque durante el tratamiento tuve que operarme para sacar y congelar un óvulo a modo de protegerlo ya que, por la intensidad de los medicamentos corría el riesgo de tener problemas para tener hijos”, cuenta Bustelo.
Según relata, la maternidad es un desafío diario que disfruta y encara con todas las enseñanzas que le dejó la enfermedad: “Después de lo que viví, tengo el aprendizaje de que nada es para siempre y que todo tiene solución. Tener un mal día es algo pasajero y no es grave”. En este camino, “aprendí a ver todo como una bendición: en el embarazo tenía náuseas, las mismas que tuve en las quimios, pero ahora eran una fiesta, eran por algo lindo”, confiesa.
A veces, y de manera inesperada, la vida te enfrenta a situaciones impensadas, que en un abrir y cerrar de ojos te dan vuelta el mundo, te cambian la rutina, los hábitos y hasta la manera de pensar. Bustelo es una de las caras visibles y un claro ejemplo de resiliencia y sabiduría: “Aprovechá lo que te está enseñando la vida y mientras tanto, exprimila”, concluye.
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