La culebrilla es una enfermedad conocida por la molestia de sus síntomas. Se manifiesta como una erupción de ampollas o sarpullidos en la piel, que aparece luego de que el paciente tuvo varicela.
De hecho, el virus que ocasiona la culebrilla es el mismo que produce la varicela. Se trata de un grado de evolución de la misma enfermedad y una desmejoría del cuadro clínico.
En cuanto al diagnóstico de la culebrilla, con solo observar el sarpullido característico de esta enfermedad es posible reconocerla, pero en ciertos casos un médico podría solicitar una muestra de tejido o de líquido de las ampollas aparentes y analizarlas en un laboratorio.
Causas de la culebrilla
Las causas de la culebrilla se remontan a una expresión del virus herpes zóster (nombre con el que también se llama a la enfermedad), el cual una vez finalizado el cuadro de la varicela aún permanece en el cuerpo acabando en la manifestación total de los síntomas.
Esta aclaración es importante ya que, en muchos casos, el virus se aloja en el cuerpo humano por varios años sin presentar ninguna manifestación.
Es por eso que la población de riesgo está compuesta por personas mayores de 50 años (quienes conviven con el virus sin saberlo hasta que aparece la culebrilla).
Si bien la culebrilla en sí misma no es contagiosa, una persona portadora del virus podría hacer que una libre contraiga varicela (la primera instancia del herpes zóster).
Los grupos más propensos a contagiarse son aquellos que no cuentan con la vacuna contra la varicela o que tienen un sistema inmunitario débil.
Síntomas de la culebrilla
La culebrilla inicia su recorrido en el cuerpo humano con síntomas de picazón, hormigueo y un dolor agudo y punzante. La zona en la que se expresa esta molestia suele ser a un lado de la cara, y el incremento de intensidad se va dando gradualmente.
El verdadero desarrollo de la culebrilla se da unos 14 días después, cuando el virus genera una erupción de unos 7 a 10 días de duración.
Uno de los síntomas característicos de la culebrilla es la forma de banda en la que se expresa el sarpullido, rodeando el lado izquierdo o derecho del cuerpo, aunque también es común que las erupciones aparezcan en el rostro.
No obstante, en ciertos casos (sobre todo de personas con un sistema inmune afectado), los sarpullidos pueden extenderse mucho más y confundirse con los que se manifiestan en la varicela.
Cuando la enfermedad se está gestando los síntomas generales son:
- Dolores abdominales y de cabeza
- Escalofríos y cambios de temperatura
- Fiebre
Tratamientos y consecuencias de la culebrilla
Además de los síntomas naturales de la culebrilla, esta enfermedad puede causar complicaciones más severas. Por ejemplo:
- Disfunción de la audición y el equilibrio: Si los sarpullidos se originan en zonas cercadas a los oídos, o si comienzan a presentar cierta debilidad muscular. En algunos casos esta complicación es temporal, y en otros se convierte en una secuela permanente.
- Pérdida total de la visión: puede darse en situaciones extremas en las que la culebrilla llega a afectar el interior del ojo. Al igual que en la complicación anterior, el daño puede ser definitivo e irreversible.
- Neuralgia posherpética: es una de las complicaciones más comunes de la culebrilla y es el nombre formal del dolor intenso que queda en todas las áreas del cuerpo que se vieron afectadas o cubiertas por la erupción.
- En casos normales, todas estas complicaciones de la culebrilla desaparecen en cuestión de semanas o un mes. Pero todo depende de las condiciones de salud de base que presente el paciente.
- Incluso en ocasiones extraordinarias la culebrilla puede causar encefalitis (inflamación del cerebro), neumonías y problemas respiratorios, y hasta ser letal.
Por lo tanto, y en base a todas estas complicaciones posibles, es fundamental recibir la vacuna contra la culebrilla, que se suministra en dos dosis separadas por seis meses de diferencia.
Existen variaciones que los médicos clínicos deben indicar según el estado de cada paciente (Shingrix, Zostavax, y otras).
Pero si bien algunos analgésicos pueden colaborar atenuando los síntomas, al igual que las toallas frías o los baños a base de productos con principios activos de avena, no existe una cura definitiva para la culebrilla.
Los antivirales solo reducirán la complejidad y duración de los brotes, e incluso podrán evitar que el cuadro se agudice hasta convertirse en una neuralgia postherpética, pero no erradicarán al virus por completo.
La efectividad de todos los fármacos indicados en casos de culebrilla aumenta si son ingeridos en los tres días posteriores una vez aparecida la erupción.
Por lo tanto, cuando un paciente tiene dudas respecto a si padece o no culebrilla, es fundamental que pueda recurrir rápidamente a la atención médica y farmacéutica.