Por lo menos uno de cada dos profesionales que usan la voz para trabajar, como los docentes, los locutores, los actores o los cantantes, padece alguna vez alteraciones vocales. La mayoría de los casos es por el mal uso o abuso, además de factores de riesgo ambientales, como el estrés o el ruido excesivo. Y el 40% de los argentinos emplean la voz de manera laboral.
"La voz no duele, entonces no hay una señal de alerta que nos indique el límite del esfuerzo. Nos damos cuenta de que la estamos forzando porque cambia. Por eso hay que estar atentos a los síntomas y, sobre todo, no naturalizarlos, no permitir que se instalen la ronquera o el dolor", explica Fabiana Wilder, coordinadora del Área de la Voz del Hospital de Clínicas.
Por eso, según explica, no hay que demorar la consulta con un especialista en otorrinolaringología ante una disfonía o una ronquera que dure más de dos semanas y no se deba a una gripe, un resfrío o una laringitis. "No es común estar disfónico, ni debería serlo -insiste Wilder-. Un profesional de un deporte u otra actividad entrena, se prepara. Aquel que usa la voz también tiene que entrenarla para que esté disponible cuando la necesite, como los cantantes, los docentes, los actores o los locutores".
La detección de estas alteraciones vocales se hace a través de una evaluación de las cuerdas vocales con una combinación de pruebas, que incluyen la fibrolaringoscopia, la estroboscopia y los estudios acústicos de la voz. El martes próximo, que es el Día Mundial de la Voz, la Sección Fonoaudiología del Clínicas hará, de 8 a 11, controles sin costo para la población. Fonoaudiólogos y otorrinolaringólogos atenderán a quienes se acerquen a consultar al Sector Laringe, en el primer piso del hospital universitario (avenida Córdoba 2351, de esta ciudad).
"Ente el 50 y el 80% de las personas que usa la voz como herramienta de trabajo sufrirá alguna vez alteraciones por el mal uso y abuso de la voz. Los factores de riesgo externos suman, pero los problemas son por no haber aprendido un manejo correcto", indicó Wilder.
Los docentes son uno de los grupos de alto riesgo. Su formación aún no tiene en cuenta el entrenamiento en el manejo de la voz. Alzar la voz por el ruido ambiental y el polvillo de tiza en las aulas elevan aún el riesgo de dañar las cuerdas vocales. "Y si a esto le sumamos la cantidad de horas de trabajo, que van en aumento, contamos con una población que debería tener especial cuidado e incluir la preparación en el uso y el cuidado de la voz", señala Wilder a la nacion.
Con el diagnóstico correcto, cambiar el hábito que causa la lesión permitirá lograr la rehabilitación.