Nuestro ritmo interior no es el del mundo, por eso bajar un cambio es clave: cómo hacerlo
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Vivimos en un mundo ruidoso y ajetreado. El ritmo de nuestros días es agotador, nos empuja y tira de nosotros. Nos dis-trae sacándonos de nuestro eje. Como un pulpo, nos envuelve con sus tentáculos y la sensación de asfixia nos toma.
De repente, como de casualidad, como un regalo que alguien nos envía desde algún lugar, solo para nosotros, escuchamos una canción, o vemos un abuelo caminando lentamente con su nieto de la mano o simplemente quedamos sin saber porque absortos contemplando una hoja que pende de una rama acunada por el viento, y paramos. Son instantes mágicos, que a la noche al recorrer nuestro día recordamos como “el momento” del día.
¿Qué es eso que nos sucede? ¿Por qué sin proponernos, de vez en cuando, algo nos hace parar? Y ¿Por qué lo disfrutamos tanto?
Nuestro ritmo interior no es el del mundo. Nuestra respiración agitada y nuestro corazón latiendo acelerado, no es natural. El cuerpo que somos (porque no tenemos un cuerpo, somos un cuerpo! tema que da para otra columna) así como nuestra psiquis y nuestro interior saben, y en esa sabiduría nos hacen parar cuando estamos cerca del límite de nuestra resistencia.
Al parar, respiro, me traigo a mi centro. Soy. Estoy.
Creo que es bueno preguntarnos si es necesario llegar a nuestro límite para parar y reencontrarnos. ¿Por qué no parar de modo consiente, sano, amoroso? Porque invitarnos a salirnos del ruido y la agitación es una decisión que podemos tomar y esta elección es un gesto sano y amoroso hacia nosotros mismos.
Hay muchos modos de “bajarnos de la calesita”. Hay para todos los estilos y bolsillos. Yo propongo hoy un menú de cuatro pasos para todos los gustos, edades y posibilidades económicas. Para saborear este menú no hace falta sacar un ticket de avión, ni comprar enseres y mucho menos necesitas wi-fi.
¡Qué intriga! Develo el misterio:
- Cada día, meditá 20/25 minutos. Donde estés, como estés. Siempre es mejor que lo hagas a la misma hora y en el mismo lugar, para que este hábito sea un ritual sagrado y sanador en tu vida
- Cada semana, encontrarte con un grupo de afinidad a realizar una actividad que te saque de lo mental. Grupo de lectura, de tejido o bordado, grupo de yoga o algún tipo de ejercicio físico, grupo de meditación por supuesto, la lista es inagotable.
- Cada mes retírate una mañana o una tarde. Por cuatro horas “retirate” del mundo. Apagá tu celular, caminá en el verde, lee, meditá, si es en grupo mejor. Desde hace años organizo Retiros Urbanos, son espacios donde reflexionamos en base a un tema en particular y meditamos dos períodos de 20 minutos cada uno.
- Una vez por año hacé un retiro de al menos dos noches. Hay para todos los gustos, retiros espirituales, retiros para observar los cielos o la naturaleza, cabalgatas y tantos más. Lo importante es parar, conectar con vos mismo para reconectar con el mundo.
Estos momentos diarios, semanales, mensuales y anuales son un alto en el camino. Son un vaso de agua fresca en medio del desierto del ruido y el apuro, son una abrazo en la soledad de la ciudad, son la posibilidad de mirarte y decir. Acá estoy. Ésta soy, éste soy, des-pegotearte de la culpa y la ansiedad, esas dos emociones que te sacan del presente permanentemente.
La vida es apasionante si aprendemos a vivirla desde nosotros mismos. El tiempo es un regalo que se nos da para ser vivido y no para ser aprovechado o para hacerlo redituable. Claro que tenemos que trabajar, rendir y ser eficientes, pero esto solo lo lograremos si actuamos y decidimos desde nosotros mismos.
No tenemos la posibilidad de elegir el mundo que nos toca vivir, pero si, vos, yo, todos nosotros tenemos la libertad de elegir como queremos vivir eso que nos toca vivir.
Podemos parar y mirarnos. Encontrarnos. Conocernos. Contemplar. Escuchar. Podemos elegir despertar, elegir estar vivos y ¡simplemente ser!
La autora es ingeniera civil. acompañante espiritual y autora del libro “El Silencio, historia de una búsqueda”
@marianadelsilencio