Hace exactamente cien años, la humanidad emprendía el tramo final de una de las pandemias más mortíferas, a partir de la llamada "gripe española", causada por el virus de la influenza A H1N1. Y si bien hoy el nuevo coronavirus reinstala la posibilidad de estar frente a una propagación de la infección a una escala mundial, el Covid-19 -afortunadamente- se halla lejos de crear un escenario como el que se vivió hace un siglo.
Más de 50 millones de muertes en 1918
La pandemia por este virus de la influenza ocurrida entre 1918 y 1920 es, hasta el momento, la más severa en la historia reciente. Las cifras dan cuenta de su magnitud: se estima que, entre 1918 y 1919, 500 millones de personas adquirieron la infección, de las cuales entre 50 y 100 millones murieron a causa de la enfermedad. Como referencia, en la Primera Guerra Mundial perdieron la vida, según diversas estimaciones, 16 millones de personas.
De acuerdo a las últimas cifras difundidas por la Organización Mundial de la Salud, desde que comenzó el brote en Wuhan, China, se contabilizaron a nivel global más de 95.000 infecciones por el coronavirus SARS-CoV-2, de las cuales al menos 80.400 se dieron en territorio chino. En tanto Covid-19, la enfermedad producida por el patógeno, provocó, hasta el momento, 3254 muertes en todo el mundo.
El director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que "alrededor del 3,4% de los casos notificados de Covid-19 han tenido como resultado la muerte", mientras que para la gripe estacional esta tasa "suele estar muy por debajo del 1% de los infectados". Según la OMS, hoy en día la influenza causa cada año entre 250.000 y 500.000 muertes a nivel global.
Cómo comparar mortalidades
"La mortalidad, comparada con la influenza, parece alta, pero todo depende de cuál sea el denominador con el que hacemos el cálculo. Como no sabemos el número de personas que se infectan y superan la infección sin síntomas, o tienen síntomas mínimos que ni siquiera los hacen consultar al médico,esa gente no participa del denominador (la cantidad de gente que sabemos que está infectada), por lo que la mortalidad relativa sube. Cuando tengamos una idea acerca de cuál es el número real de personas que se infectan vamos a poder calcular mejor la mortalidad y la morbilidad y es muy probable que se asemejen a las de la influenza", explicó el infectólogo Marcelo Losso, jefe del servicio de inmunocomprometidos del Hospital General de Agudos J. M. Ramos Mejía.
En el caso de la "gripe española", a la tasa de mortalidad se la suele ubicar entre el 10% y 20%. Sin embargo, el punto que podría establecer una brecha entre aquella pandemia y la expansión del Covid-19, para la tranquilidad general, seguramente no pase por la cantidad de muertes entre una y otra enfermedad que, si bien comparten algunos síntomas, son producidas por distintos virus.
Cien años de avances médicos
Para Cristina Freuler, médica infectóloga y jefa de medicina interna del Hospital Alemán, los desarrollos de la ciencia y la medicina son factores determinantes: "La tasa de mortalidad no tiene sentido tratar de compararla porque con los conocimientos actuales, tan distintos a los de ese momento, si hoy tuviéramos la gripe española seguramente la tasa de mortalidad sería distinta a la que fue".
Durante la pandemia por el virus A H1N1 a comienzos del siglo XX las medidas se limitaron al uso de barbijos y preparados naturales, y al aislamiento y cuarentena de las personas enfermas. Ni las vacunas ni los antivirales existían, como así tampoco los antibióticos, que hubieran servido para tratar la neumonía, una infección secundaria recurrente entre los afectados por ese virus.
La alta mortalidad de la influenza A H1N1, dice Losso, estuvo vinculada a dos factores: "Uno fue la aparición de un subtipo viral nuevo al cual la población no se había expuesto todavía, y el otro fue el alto número de personas que cursaron la infección en ese momento, asociado a que obviamente no había una vacuna todavía y la disponibilidad de cuidados de la salud intensivos no eran los mismos que ahora".
Si bien hoy no existe una inmunización contra el nuevo coronavirus, los hospitales sí cuentan, a diferencia de hace cien años, con tecnología para la respiración mecánica, alimentación e hidratación artificial, sueros, etc., destinados al "soporte vital" de los pacientes, recuerda Freuler.
La rapidez con la que se detectó al patógeno "culpable" de la nueva enfermedad y la secuenciación del genoma del virus en apenas dos semanas por parte de científicos chinos -dos cuestiones fundamentales para la búsqueda de una vacuna como de una terapia- también representa una diferencia extraordinaria en comparación a la pandemia de 1918.
Por qué se llama gripe española
La llamada "gripe española" recibió esta denominación debido a que España, neutral en la Primera Guerra Mundial, reportó en su momento y sin censuras el avance de la enfermedad, algo que no sucedió en los países que eran parte del conflicto bélico. Curiosamente, y aunque no está claro el origen de la pandemia, se cree que el virus podría haber surgido en 1917 en Estados Unidos. En este sentido puede encontrarse otra diferencia relevante en relación a la epidemia actual: hoy se sabe en qué parte del mundo apareció el nuevo coronavirus, un conocimiento que resultó clave para realizar en Wuhan, China, la cuarentena más grande de la historia para frenar la propagación del patógeno.
Además, la epidemia de "gripe española" afectó a todos las personas, independientemente de su edad. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), la "alta mortalidad" en personas sanas, de entre 20 y 40 años, fue "una característica única de esta pandemia". En este punto también puede hallarse una diferencia significativa, ya que en la epidemia por el nuevo coronavirus la enfermedad pareciera ser más severa en personas mayores, y en quienes poseen antecedentes por enfermedad cardiovascular y otras condiciones de salud previas .
"Las embarazadas tradicionalmente son otra población de riesgo para la influenza. Pero hasta ahora no parece surgir de la información preliminar que sea un grupo de riesgo adicional", dice Losso.
Asimismo, mientras que a comienzos del siglo pasado una gran parte de la población mundial vivía en condiciones de pobreza y hacinamiento, que favorecen la propagación de enfermedades, y una importante porción del mundo estaba en guerra, hoy la epidemia de Covid-19 surge en un contexto completamente diferente, más conectado entre sí -lo cual favorece a la propagación de la infección pero, principalmente, con más conocimiento para enfrentar, en palabras del director de la OMS, "un virus único con características únicas".
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