Emplean técnicas nano y biotecnológicas; podrían aplicarse a otras patologías
El procedimiento para desarrollar el kit de diagnóstico rápido tiene dos partes: una es la que se refiere a los "bioinsumos" (los nanomateriales reactivos), y la otra es el diseño de las tiras.
"Juan Ugalde y Diego Comerci tienen muchísima experiencia en el diseño de tiras reactivas; yo contribuí con el desarrollo de los bioinsumos, o sea el principio que nos permite detectar la infección", cuenta Diego Álvarez, el virólogo que tuvo a su cargo la tarea de seleccionar una molécula que reconociera las "huellas" del virus; es decir, los anticuerpos que desarrolla el sistema inmune cuando se enfrenta al invasor.
"Es una parte de una proteína de la envoltura del virus (el antígeno) -explica-. Está colocada en las líneas de la tirita y solo los anticuerpos que 'vieron' al virus van a quedar retenidos allí".
Esto ocurre porque esa bandita está "marcada" con nanopartículas de oro de 40 nanometros (mil millonésimas partes de un metro). Cuando los anticuerpos se concentran en esa línea y forman un "conjugado" con el oro, adquieren un color púrpura, que es lo que indica el resultado.
"Aprovechamos un efecto maravilloso del oro que solo se da en el 'mundo nano' -subraya Comerci-: si está disperso, es transparente, pero si se concentra, toma esa tonalidad".
El mayor obstáculo que presenta esta tecnología es lograr que el test sea suficientemente específico. Eso depende de la proteína que se elija como antígeno. "Por ejemplo -explica Álvarez-, el dengue y el zika son dos virus muy parecidos, pero la sintomatología y el tratamiento que requieren son diferentes. Lo más importante es encontrar el insumo que nos permita constatar que la infección es por uno y no por el otro".
Para validar el método de diagnóstico hay que probarlo en muchas muestras de personas que fueron diagnosticadas con un método considerado de referencia. "En nuestro caso, usamos alrededor de 250 -dice Álvarez- cuyo diagnóstico se hizo por el método Elisa. Cien provenían de pacientes a los que se les había detectado directamente la proteína viral y 150, de personas a las que se les habían detectado anticuerpos".
De regreso en el país después de pasar cuatro años en la Universidad de Yale, confiesa : "Siempre pienso que un científico tiene pocas oportunidades de transferir un conocimiento con impacto social. Para mí es la primera vez y, después de tantos años de trabajar en dengue, es un motivo para estar muy contento".
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