Cecilia Reiter habla de la nueva euforia por este juego que convoca a grandes y chicos debido a sus múltiples beneficios
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Cuando Cecilia Reiter empezó a jugar al pádel, tenía 11 años, momento en que descubrió su pasión por esta actividad que la llevó a coronarse como número uno del mundo.
Era la década del 90 y en la Argentina el furor por este deporte era implacable. Si bien se trataba de una novedad debido a su reciente creación, se podría decir que en ese entonces se encontraba en su máximo esplendor y ya contaba con una gran cantidad de adeptos, entre curiosos y aficionados, que se juntaban para desafiarse y pasar un buen rato.
En el caso de Reiter, sus primeros pasos los dio de la mano de sus padres, fieles practicantes de este deporte que se transformaron en su equipo indiscutido y principal motor de su carrera. “Mi mamá era mi compañera fija en todos los torneos y cuando eran mixtos, aprovechaba para jugar con mi papá”, cuenta esta deportista que cada vez se perfeccionaba más hasta que sus padres decidieron, que si era eso lo que realmente le gustaba, era hora de empezar a tomar clases.
Y así fue. Arrancó la escuelita, un espacio que compartió con otros compañeros durante algunos años y donde incursionó en competencias inter clubes. Pero como tenía condiciones de sobra y su crecimiento y pasión avanzaba a pasos agigantados empezó entrenar con un profesor particular que la preparó para competir en su primer torneo profesional del país en 1999. “A partir de ahí, nunca más paré, empecé a participar de distintos circuitos locales e internacionales”, comenta Reiter quien casi sin darse cuenta, se encontraba cara a cara frente a un futuro prometedor y desafiante que se volvía cada vez más exigente y demandante.
Aquella etapa de superación y crecimiento coincidía con la finalización del secundario y como suele ser costumbre entre la mayoría de los adolescentes deportistas, llegaba el turno de cursar la universidad a la par de sus entrenamientos. Después de algunas idas y vueltas se decidió por Administración de Empresas y en paralelo viajaba a las distintas competencias. “Me iba de gira uno o dos meses y volvía. Pero mi base siempre estaba en la Argentina, y con la facultad terminaba haciendo malabares”, recuerda.
Su primer viaje fue en 2002, tenía 20 años y se había ido un mes a España, la cuna del pádel. En 2004 la vida la puso frente a dos finales del mundo y con ellas llegaron los sponsors que la patrocinaron con ropa y raquetas. Gracias a estas experiencias conoció a su nueva compañera: una argentina que estaba afincada en España, y tras ingeniárselas para entrenar en equipo, la realidad les mostraba que se trataba de una situación difícil de sostener. Por eso en 2008, tomó la decisión de largar la facultad y se instaló de lleno en aquel país del viejo continente, una nueva oportunidad que le permitió seguir creciendo. Aquella tierra le trajo una nueva “socia”, una española con la que llegó a lo más alto de su carrera. Juntas pelearon distintas semifinales y entre tantos otros premios, ganaron dos mundiales.
Hoy, con 40 años, está transitando el final de su carrera como deportista. “En 2020 me lesioné, me rompí el isquiotibial de la pierna izquierda, lo que me impidió competir. Ahora después de una larga recuperación, vivo el pádel desde otro lugar, entreno todos los días y me gusta compartir la cancha con personas que son mis amigos, pero mi objetivo cambió y pasa más por el disfrute que por los resultados”, reflexiona Reiter, quien en esta actividad encontró un estilo de vida y una manera de encararla: al igual que en la cancha, con decisión y confianza.
Auge, declive y resurgimiento
Fue furor en los 70, también en los 90 y ahora resurge con fuerza. Un deporte del que poco se hablaba, pero que supo hacerse paso y hoy se convirtió en un fenómeno social de alto impacto. Si bien siempre se jugó de manera profesional y son varios los torneos internacionales y mundiales que se llevan a cabo, actualmente, los amateurs lo incluyen a sus rutinas y organizan encuentros los fines de semana o después del trabajo.
El furor es tal que el reconocido futbolista sueco, Zlatan Ibrahimovic, inauguró en 2018 su club de Pádel en Estocolmo conocido como Padel Zenter, y Messi y Gallardo confesaron en una entrevista realizada por Olé, que en sus tiempos libres también practican este deporte. Pero, ¿qué se esconde detrás de esta actividad? ¿Cuál es el secreto de su alta convocatoria?
“Además de ser divertido, tiene la ventaja de que se juega en equipo. Actualmente resurgió como una alternativa social para reunirse, juntarse y hacer deporte, algo que realmente necesitamos y que recién tomamos consciencia de su importancia durante la pandemia; y esta actividad brinda todo eso. Otro de los puntos destacados es que se puede practicar en grupos mixtos y con personas de distintas edades, un programa muy familiar”, comenta Reiter.
Para Javier Blanco, preparador físico de la Academia de Pádel de Sebastián Mocoroa y de la Academia Argentina, este repentino crecimiento se consolida a la par de la pandemia. “Fue uno de los primeros deportes en habilitarse tras la cuarentena y muchos lo empezaron a ver como una vía de escape al encierro, una propuesta donde se podían reunir con un selecto grupo de amigos y distenderse al aire libre”, comenta el entrenador y asegura que este auge llegó para quedarse.
Además, este boom vino acompañado por un cambio en el formato de las canchas que pasaron a ser de piso de alfombra, es decir, de pasto sintético y blindex, de esta manera, se puede ver el partido desde todos lados, a diferencia de las antigüas que estaban construidas entre paredes. “En 48 horas te arman una de estas canchas que tienen la característica que se montan y desmontan muy fácilmente”, explica Blanco, quien también destaca que se trata de un deporte muy entretenido y familiar que atrapa a grandes y chicos.
Ante la pregunta acerca de cuántas canchas y adherentes hay del pádel, desde la Academia Argentina comentan que no hay cifras exactas porque es imposible medir la cantidad de personas que juegan, sin embargo, se guían al ver que los turnos para jugar están siempre tomados, que las canchas hay que reservarlas con tiempo, y que ya no se trata de una actividad masculina, más bien “veo un montón de grupo de chicas que lo practican y toman clases”, cuenta Blanco.
Un tiempo atrás
Los orígenes del pádel se remontan a 1969 en Acapulco, México. Su fundador, Enrique Corcuera, montó en el terreno de su casa paredes en los fondos y laterales para poder jugar sin que la tupida vegetación lo invadiera. A los pocos años, un amigo suyo español conocido como Alfonso de Hohenlohe viajó a visitarlo y quedó estupefacto con esta actividad, por lo que, a su vuelta, diagramó y construyó las dos primeras canchas en el club de Marbella. De a poco, se fue haciendo lugar dentro de la sociedad española que rápidamente le dio a esta actividad el visto bueno y que hoy tiene un promedio de 30.000 canchas.
En la Argentina desembarcó en 1975 y su desarrollo fue tal que hasta se convirtió en el segundo deporte más practicado del país, atrayendo personalidades de todo tipo, desde reconocidos empresarios hasta políticos y famosos.
¿Cuáles son los beneficios de practicar pádel?
Para Blanco, esta actividad aporta un sinfín de virtudes tanto a nivel deportivo como social y destaca la idea de unión y diversión como dos de los grandes aportes.
- Se comparte con gente de todas las edades.
- Reduce el estrés y la ansiedad ya que, distiende, relaja y divierte.
- Desarrolla la capacidad de compañerismo y trabajo en equipo.
- Fomenta la coordinación, la concentración y activa los reflejos.
- Favorece el aspecto social porque además de jugar en grupos, es común que después del partido, los jugadores se reúnan para disfrutar de un tercer tiempo.