Cada cultura tiene sus propias preferencias a la hora de elegir el café pero en todas el “coffee máster” juega un rol importante al ajustar las variedades de diferentes países a los gustos locales
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Diversos factores influyen en los hábitos de consumo de café en cada región, como el clima, las costumbres locales y el ritmo de vida. Aunque la Argentina no es un país productor de café, es común que los argentinos se reúnan con frases como “tomemos un café” o “nos vemos en un café”.
La pregunta que surge es: ¿cuáles son nuestras preferencias en comparación con otras culturas? ¿Qué tan dispuestos estamos a explorar nuevos sabores? En este contexto, el rol del Coffee Master resulta fundamental. Estos especialistas emplean una variedad de herramientas para identificar y comprender las preferencias del paladar local, con el objetivo de ofrecer variedades de café que se ajusten a los gustos de los consumidores argentinos.
Según David Ledesma, Coffee Master de Café Martínez, el perfil de taza se define como una guía sensorial que facilita la comprensión y disfrute de las complejidades del café, permitiendo identificar y apreciar las sutilezas de cada variedad y asistiendo a los consumidores en la selección de su café ideal. Los perfiladores de taza, por lo general, son catadores capacitados que se entrenan para identificar y describir estos perfiles con precisión.
El perfil de taza varía según las regiones y las culturas, y se relaciona con los gustos y las preferencias de los consumidores en cada uno de los destinos en donde se consume café. En Argentina, por ejemplo, se desarrolló cierta preferencia hacia los sabores más robustos del café: se prefieren las notas de chocolate, frutos secos y caramelo, mientras que en Centroamérica se buscan más los sabores frutales y acidulados. Esta variabilidad cultural es un desafío para los baristas y catadores, quienes deben adaptar los atributos del café, un commodity importado, a las preferencias locales.
“A los argentinos las notas frutales o florales nos resultan un poco chocantes. Recién ahora nuestro paladar se está empezando a abrir a los cafés con un abanico un poco más amplio de posibilidades”, contó Ledesma quien, en línea con esto introdujo el café de Honduras, que se destaca por su cuerpo cremoso, fuerte y con un notable sabor achocolatado, características que responden a las demandas de los consumidores argentinos y contribuyen a la identidad cafetera de Buenos Aires. “Gracias al mate, los argentinos valoramos los sabores amargos. Por eso, buscamos un café que acentúe estas características, pero que también conserve la personalidad de la región de origen”, añadió.
Las 5 claves del perfil de taza
- Aroma: La primera impresión sensorial del café, con notas que pueden ser florales, frutales o especiadas.
- Cuerpo: La sensación en la boca, que puede ser ligera, media o robusta.
- Acidez: No es la acidez del limón; en el café, aporta vivacidad y brillo.
- Sabor: Desde chocolate y caramelo hasta frutas y especias, las notas de sabor son variadas y complejas.
- Retrogusto: La sensación que permanece en la boca después de tomar el café, combinando sabor, intensidad y permanencia.
De aficionados a expertos
La formación académica y la experiencia son esenciales para dominar el arte del perfil de taza y ofrecer una experiencia única a los consumidores. Ahí reside el gran trabajo del Coffee Master. Ledesma comentó que, al introducir un nuevo café, se evalúan diversas muestras para determinar cuál se ajusta mejor al perfil de taza del público. Este proceso asegura no solo una experiencia satisfactoria para los clientes, sino también que la marca se mantenga alineada con las preferencias del mercado.
Por otro lado, en la Argentina se desarrolló un interés por la formación académica de especialistas en café, con escuelas de barismo y entrenamiento sensorial. “Una de las ventajas a nivel local es que Argentina cuenta con toda la cultura del vino, lo que hace más familiar -salvando las distancias entre ambos productos y sus catas, que son bien diferentes- este aprendizaje, con parte del camino allanado por los sommeliers”, analizó el especialista .
De hecho, Ledesma sostuvo que se puede establecer una analogía bastante interesante con el mundo del vino. “Así como leemos la etiqueta de una botella de vino para conocer el tipo de uva y el proceso de crianza, hoy los paquetes de café también proporcionan detalles importantes. Información como el país de origen, el método de procesamiento, el nivel de tueste y la altura a la que se cultivó el café ayuda a comprender y apreciar mejor su sabor final”, remarcó.
Una diferencia significativa entre el vino y el café radica en cómo este último se sirve y prepara. La forma en que se elabora el café puede resaltar o alterar ciertas cualidades del sabor, por lo que conocer los distintos métodos de preparación es crucial para obtener un resultado final diferente en el paladar.
Comprender y apreciar las características que definen un buen café es una habilidad que se desarrolla con el tiempo. Una forma efectiva de empezar es participando en catas de café. Estas experiencias no solo permiten degustar distintas variedades y afinar el paladar, sino que también ofrecen conocimientos sobre técnicas de preparación, temperaturas adecuadas y proporciones ideales.
Las catas brindan una oportunidad invaluable para explorar y perfeccionar el gusto personal, marcando el primer paso hacia la especialización en el arte del café.
LA NACIONTemas
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