Es una práctica que no tiene explicación lógica; especialistas cuentan las razones de su uso y por qué las personas adoptan estas creencias
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“Cada partido que juega Boca, uso las mismas medias y camiseta. No se cambian ni se lavan para no cortar la buena racha”, cuenta Juan Ignacio Fernández de 37 años, especialista en Recursos Humanos y confiesa: “con ellas sé que va a estar todo bien, me hacen sentir tranquilo y seguro”.
Se trata de una remera que hace referencia a la imagen del ex jugador Juan Román Riquelme tomando mate durante un partido en 2020, en el que Boca salió campeón contra Gimnasia. Por supuesto, las medias tienen la misma foto.
Y es que si hay algo que caracteriza a los argentinos, es la pasión por el futbol.. Son infinitos los rituales que cada uno adopta al momento de ver jugar a la selección o a su equipo.
En este sentido, según cuenta Fernández, ninguna de las dos prendas estaba destinada a ser una cábala, pero se fue dando por haberlas usado en varios triunfos. “Dio la casualidad de que cada vez que me las ponía, Boca terminaba con buenos resultados y cuando no las usaba, no pasaba lo mismo. El último partido contra River –el 11 de septiembre de este año-, las tenía puestas y ganamos, pero cuando jugamos el lunes 19 de septiembre contra Huracán me puse otra ropa y empatamos cero a cero”, reflexiona el hincha. Ponerse otro atuendo, le genera malestar y enojo. “Por qué tentar a la suerte si sabemos que de esta manera funciona. Por eso creo que todo lo que da buen augurio, no se puede tocar”, dice este fanático.
Sin ir más lejos, Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), comenta que las cábalas tienen que ver con acciones relacionadas al pensamiento mágico, es decir, “con el anhelo humano de concretar sus deseos cuando no se tiene juicio lógico y para ello se aferra a amuletos o realiza algún ritual”.
Pero, ¿cuál es el costo detrás de estas creencias? Si bien al principio este hábito puede arrancar con cierto grado de inconsciencia, lo cierto es que a futuro se puede transformar en un callejón sin salida. “Hay un momento donde el chiste ocasional adquiere otra dimensión y el sujeto entra en un sistema delirante donde gran parte de su vida está regida por realizar ciertos hábitos”, explica Rascovsky y enfatiza en la importancia de estar atentos ya que, por ejemplo, un partido de futbol se puede convertir en un acto de violencia en caso de que el resultado no sea el esperado.
Explicar lo inexplicable
“Cada vez que cambia la baldosa del piso (en la calle o en casa) tengo que pisar con el pie izquierdo”, cuenta Iván García de 24 años. Desconoce la razón y tampoco tiene en claro desde cuándo tiene este ritual, aunque estima que “desde siempre”. A este hecho se le suma otra cuestión: “Cuando hay un cambio notorio de líneas, por ejemplo en la vereda, lo ideal es que también pise aunque sea, con una parte del pie izquierdo”, agrega el joven.
Y frente a la pregunta sobre qué pasaría si deja de practicar su cábala, su respuesta es concreta y decidida: “No sé si me da buena suerte o no, pero jamás dejé de hacerlo y tampoco lo probaría. Nunca se sabe”, reflexiona.
No existe ningún aval científico que valide estas creencias. Para Ricardo Corral, psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría, estos rituales “funcionan como una especie de conjuro con la intención de que algo suceda o, por el contrario, para que no suceda y son guiados por el temor, la angustia o la prohibición”, aclara.
Así, son infinitas las acciones que adoptan las personas y que no pueden explicar con fundamentos lógicos. Otro caso es el de Lucía Rush, una arquitecta de 29 años, que no usa el mismo par de aros porque la pone incómoda y que es devota de la reconocida banda musical “U2″. Tal es su fanatismo, que cada vez que escucha sonar alguna de las canciones de manera inesperada, como por ejemplo en algún lugar público o en la radio, “siento una buena energía”, dice.
Y al igual que García, Rush tampoco puede explicar el origen de este hábito: “Lo único que tengo en claro, es que, cuando lo escucho, siento que voy a tener buena suerte. Automáticamente me relajo, me lleno de paz y tengo mucha certeza de que me va a ir bien”, explica la joven.
Entonces, ¿por qué la gente se aferra a ellas? Según Corral, pasa por la idea de querer concretar un deseo. “Hay una tendencia social que asocia el pensamiento mágico con algo resolutivo y se utiliza para obtener una seguridad extra”, comenta el experto y aclara que esta situación tiene que ver con no aceptar que cada uno va haciendo su propio destino y en su defecto le adjudica la responsabilidad a un elemento u objeto. Sin embargo, “las cosas acontecen de una manera diferente por el simple hecho de que existen otros factores que no se pueden controlar”, amplía.
El origen
El surgimiento de estas creencias milenarias se remonta al inicio de la humanidad cuando el pensamiento religioso se imponía sobre el científico. Las sociedades tenían gran veneración por los dioses y todo lo que hacían giraba en torno a su satisfacción, ¿Cómo? A través de sacrificios y ofrendas que debían realizar a diario para obtener a cambio una recompensa. Por ello, Enrique M. Novelli, psicoanalista, miembro titular de la APA y del Foro Internacional de Docentes explica que hoy en día, las cábalas responden más a la magia que al pensamiento racional.
A su vez, y más allá de las creencias heredadas, Rascovsky atribuye la adopción de estos rituales a la etapa de la niñez, “ya que es nuestro primer pensamiento, aquel con el que nos iniciamos en la infancia y con el que vamos creando hábitos surreales”, añade el especialista.
Por ello, el desarrollo intelectual que tengan hoy los individuos no tiene importancia ya que siempre coexistirá una cuota de estos pensamientos arcaicos. “La perduración de estos, se explica por un desdoblamiento del “yo” de la persona en una parte lógica y otra mágica; ambas funcionan sin contradecirse”, sostiene Novelli.
Un claro ejemplo es el de la martillera Sofía Papouchado de 37 años, que todos los jueves prende una vela roja para atraer prosperidad económica y cerrar negocios, una tradición que heredó de su padre quien desde chica, le enseñó a hacer este ritual para llamar a la buena suerte. “Creer o reventar, pero las cosas importantes siempre me sucedían los jueves o los viernes, por lo que siempre pensé que era el resultado de prender la vela con tanta convicción y energía sabiendo que me iba a ayudar”, comenta Papouchado.
¿Cábalas o trastornos obsesivos?
Dependencia y necesidad. Estas son las sensaciones que de a poquito generan las cábalas en las personas y que las hacen indispensables en sus vidas. Por ende, se podría pensar, ¿qué efectos emocionales tienen a largo plazo? ¿Pueden llegar a convertirse en un trastorno obsesivo?
En esta línea, los especialistas consultados sostienen que el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), es una enfermedad en la cual aparecen pensamientos intrusivos y la necesidad de realizar actos de manera compulsiva que generan preocupación y ansiedad. Para Corral, esta patología no se condice con la práctica de las cábalas, ya que en este caso, se trata de un cuadro que perturba el funcionamiento humano. “A diferencia de las cábalas que se dan de manera esporádica, el TOC es algo permanente y cotidiano que hace sufrir a la persona”, agrega el psiquiatra y señala que el foco debe estar puesto en el grado de afección que tengan estas prácticas.
Los 5 rituales más populares
- No pasar la sal de mano en mano. Para evitar la mala suerte se debe apoyar el salero sobre la mesa y recién ahí, lo puede agarrar otra persona. ¿La razón? Indica una posible pelea entre las personas involucradas. Además, según diferentes mitos, la sal simbolizaba condenar a alguien. Por lo tanto, cuando se la pasaba directamente a una persona, significaba que se lo quería mandar a matar.
- No abrir un paraguas en el interior. Se creía que realizando esta acción, al estar “al otro lado” de los rayos del sol, enfadaría a Ra, el dios del sol, y eso provocaría consecuencias negativas.
- Dar siete pasos para atrás al cruzarse con un gato negro. Esta creencia se remonta a la Edad Media en Europa donde muchos gatos callejeros eran alimentados a la intemperie por ancianas pobres y solitarias. Luego, cuando arrancó la famosa “caza de brujas”, muchas de estas mujeres sin hogar fueron acusadas de practicar la magia negra y sus compañeros, los gatos cayeron en desgracia junto con ellas. Se los consideraba la encarnación diurna de estas personas, por lo que irradiarían mala suerte.
- Tocar madera para que algo no suceda. Surge de la idea de que las hadas, los espíritus y cualquier otra criatura mística, vivían en los árboles, entonces “golpeando” su madera o tronco, despertarían a estos seres mágicos que impedirían que cierto hecho ocurriese. Por eso, tocando la madera se atrae la buena suerte y se distancia lo malo.
- Romper un espejo. En muchas culturas se cree que romper un espejo es sinónimo de mala suerte. Esta teoría surge de la creencia romana de que la vida se daba en ciclos de siete años. En Venecia surgieron los primeros espejos de vidrio considerados productos de lujo al que accedían unos pocos afortunados debido a que sus precios eran muy altos. Tener uno simbolizaba poder económico. Su cuidado estaba en manos de los empleados, quienes debían hacer un meticuloso trabajo de limpieza y mantenimiento ya que, si se les llegaba a romper, se los castigaba y se les exigía trabajar sin cobrar hasta que su salario cubriera el precio total del elemento roto. Así surgió el mito de que romper uno sería perjudicial ya que, el alma de la persona quedaría atrapada entre los pedazos rotos.