Es una patología progresiva autoinmune que no tiene cura pero que se la puede apaciguar con una detección temprana
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El paso del tiempo es inevitable, como así también el envejecimiento. Se trata de una situación intrínseca del ser humano que no tiene escape y que afecta el cuerpo en su totalidad: en algunos casos se pierde fuerza, en otros musculatura, también estructura ósea, lo que lleva a que de a poco las personas vayan perdiendo autonomía y se vean limitadas a realizar actividades que solían hacer con normalidad. Sin embargo, poco se sabe y se dice acerca de que las personas jóvenes también pueden sufrir distintas patologías que afectan su cuerpo.
Entre ellas, se destaca la artritis reumatoide: “Una enfermedad autoinmune, crónica y degenerativa que no tiene cura y que afecta particularmente el revestimiento de las articulaciones produciendo dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad del cuerpo”, comenta Ana Gabriela Luna Sauad, kinesióloga, fisioterapeuta y miembro de la filial del norte de la Sociedad Argentina de Reumatología, y explica que esta condición se da a partir de un error del sistema inmune que ataca a los tejidos sanos de su propio cuerpo.
Según un informe de la empresa farmacéutica Roche, este cuadro lo padecen alrededor de 21 millones de personas a nivel mundial y particularmente en la Argentina, se calcula que afecta a un promedio de 400.000 individuos entre los 20 y 50 años, siendo las mujeres un 70% más propensas que los hombres.
Sin embargo, un dato alarmante es el que presentó la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR) en 2021, revelando que un 92% de los pacientes detectados no contaba previamente con un diagnóstico de la enfermedad. De cara a este escenario, Luna Sauad, hace hincapié en la importancia de una detección temprana para “poder controlar esta patología y así, evitar que disminuya la calidad de vida de las personas que la padecen”.
¿Qué es la artritis reumatoide?
Según Luna Sauad, se trata de la hinchazón y la sensibilidad en una o más articulaciones que se desarrolla cuando el sistema inmunitario ataca su revestimiento, técnicamente conocido como membrana sinovial, causando que se inflame. Este cuadro forma parte de un proceso de desgaste progresivo que en etapas avanzadas puede dañar los cartílagos y los huesos.
¿Cuáles son los síntomas?
Al tratarse de una enfermedad progresiva, que suele arrancar de manera silenciosa, el paso del tiempo deja al descubierto ciertos malestares que dan indicio de su padecimiento. En este caso, Luna Sauad asegura que tienen que ver con:
- Dolor y rigidez en las articulaciones, que suelen presentarse con mayor frecuencia por la mañana particularmente en las manos, pies, rodillas, tobillos y codos, debido a la falta de actividad durante la noche, y que mejoran con el movimiento y la actividad física, pero que empeoran con el sedentarismo prolongado.
- Enrojecimiento de la zona afectada.
- Disminución de la amplitud del movimiento.
- Dificultad para realizar movimientos.
- Pérdida de autonomía y de peso.
- Leves cuadros de fiebre, debilitamiento corporal y problemas para conciliar el sueño.
¿Cuáles son las causas?
Si bien se desconoce el desencadenamiento específico, una publicación de la Universidad de Harvard en la Revista Harvard Health Publishing, estima que se la podría asociar a una alteración del sistema inmune que, “cuando no funciona correctamente, los glóbulos blancos, que normalmente atacan a las bacterias y los virus, atentan contra los tejidos sanos: en este caso contra la membrana sinovial, que es la capa de células que recubren las articulaciones y en consecuencia las inflama”.
¿Cómo se la trata? ¿Se la puede prevenir?
Desde la Universidad Harvard, aseguran que no hay una cura definitiva y que tampoco se puede prevenir. Sin embargo, explican que se pueden realizar distintos tratamientos -dependiendo el nivel del cuadro- cuyo objetivo es mantener la calidad de vida del paciente como así también su capacidad para moverse, disminuir la intensidad del dolor y, prevenir futuros y posibles desencadenantes colaterales. Por ello, mencionan un abanico de opciones que como bien resaltan, deben ser consultadas previamente con un experto. Entre ellas destacan la importancia de un descanso equilibrado, de practicar ejercicio moderado y de bajo impacto, de alimentarse de manera saludable, de evitar hábitos tóxicos como el tabaquismo y en caso de requerirlo, el consumo de medicamentos.
En esta línea, la especialista consultada, remarca que también existen distintos productos complementarios como es el caso de las férulas termoplásticas hechas a medida para posicionar la extremidad y evitar la deformación de las articulaciones.
¿Cómo se protegen las articulaciones?
A la hora de conservar de manera saludable las articulaciones, Marilina Segura, kinesióloga y fisioterapeuta, explica que no hay una fórmula mágica, pero que se pueden tener en cuenta “distintas pautas y generar hábitos que ayudan a su cuidado”.
- Peso corporal: “Mantener el peso correcto hará que el trabajo de carga corporal sea menor, entonces las articulaciones sufrirán menos ya que estarán más livianas”, comenta Segura. En este sentido, al sobrepeso se lo asocia como un desencadenante de la artritis.
- Alimentación: El alimento es la materia prima de la que se constituirá el cuerpo y por supuesto, las articulaciones no están exentas de esto. “Llevar un régimen de comida saludable, ordenado y variado, beneficiará al organismo en todo sentido y permitirá un mejor desarrollo osteomuscular”, añade la especialista.
- Actividad física: “Es importante moverse pero hay que estar atentos a no sobre exigirse porque puede ser contraproducente y lastimar las articulaciones. Por ello, se debe mantener un equilibrio entre el movimiento y el esfuerzo”, sostiene Segura. Y destaca no olvidar el uso de un calzado apropiado y estar atentos al tipo de superficie donde se ejercita ya que el impacto del cuerpo sobre un terreno llano y duro puede jugar en contra.
- Postura: Para Segura, lo mejor es evitar las posiciones estáticas por tiempo prolongado realizando pausas activas. Si bien a veces la jornada laboral demanda pasar largas horas sentados frente a las pantallas, lo cual produce que la carga corporal se concentre en un solo punto, a través de pequeñas activaciones, las articulaciones no pierden movilidad.
- Tabaco: Puede producir y aumentar el daño articular ya que, según María Celina de la Vega, médica reumatóloga especialista en reumatología del Hospital Argerich y presidenta de la Sociedad Argentina de Reumatología, la persona que fumó durante toda su vida puede desarrollar problemas respiratorios, por lo tanto dificultad para moverse. Además, “se vio que puede producir la aparición de la artritis reumatoidea que es una inflamación de las articulaciones”, agrega de la Vega.
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