Creativo y apasionado emigró de Venezuela por la crisis y conquistó a los argentinos con la originalidad de sus diseños
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Es furor en las redes sociales; el barista Elan Concepción (33) se luce con su arte y cautiva al mundo con sus dibujos, retratos, formas y animaciones en el café. Y es en esta fusión del arte y la gastronomía –sus dos pasiones- donde encontró una manera de comunicarse, reinventarse y generar experiencias. “El arte tiene que ir a la par del buen café”, asegura.
Obnubila al público con sus creaciones y son muchos los que intentan imitarlo. El camino no fue sencillo: abandonó su tierra natal por la crisis y en mayo inauguró su primer emprendimiento en Buenos Aires junto a su hermano Alan de 29 años.
Nacieron en la ciudad de Maracay, a 109 kilómetros de Caracas, Venezuela. “Cuando terminé el colegio me puse a trabajar para ayudar a mi familia”, recuerda Elan. Su primer empleo fue en una cafetería donde su rol era preparar cafés. “Más allá de residir en un lugar donde la cultura cafetera es muy fuerte, no tenía idea de cómo hacerlo”, reconoce.
Rotó por varias cafeterías y en este camino no solo aprendió acerca del tueste, de cafeteras, calibración y diseño sino también “descubrí que se genera algo muy lindo cuando agasajás al otro y le generás un momento especial a través de algo rico”, dice el joven.
Unir pasiones
Desde chico se destacaba por sus dibujos y de joven llegó la oportunidad de explotar este talento. “Un día, una amiga me desafíó a hacer un retrato en un café y empecé a practicar hasta lograrlo”, cuenta Elan, que es artista plástico. Fiel autodidacta, incursionó en la movida del “Arte Latte”, a través del cual interviene meticulosamente los cafés con el uso de tintas vegetales, mediante distintos procesos: la técnica de etching, que consiste en hacer figuras y trazos, la de vertido libre, donde tira cuidadosamente la leche formando distintas figuras y su hit son las caricaturas y dibujos en 3D que sobresalen de las tazas.
En 2017 con su país prendido fuego, decidió cambiar de rumbo y apostar por un nuevo destino con el objetivo de prosperar, crecer y generar aún más recursos para sostener a su familia. “Estaba en un buen punto de mi carrera, pero no me rendía económicamente”, confiesa. El destino elegido para ir tras su propósito fue Buenos Aires aunque no fue una decisión especial. “Antes de venirme para la Argentina, mis allegados me tiraban abajo el proyecto de ser barista y me decían: ´no lo vas a conseguir´, ´es mal pago´, ´te explotan”, recuerda Elan.
Tras el desembarco en estas tierras, se postuló en una búsqueda de una cafetería de Puerto Madero en la cual fue seleccionado. Al tiempo, apostó por más y pasó a trabajar en el equipo de una reconocida cadena de cafés de especialidad que se lanzaba al mercado. Allí ocupó el rol de asesor y sus dueños confiaron en su conocimiento para el armado de los locales. “Cada taza de café que servía y trazaba, era un paso más cerca para estar con mi familia”, dice Elan.
Al poco tiempo aterrizó su hermano Alan, Licenciado en idiomas, quien siguió sus pasos y se adentró en el mundo cafetero, no solo como un estilo de vida y profesión, sino también para costear sus estudios. Le presentaron a sus empleadores los dibujos de la Gioconda y de Leo Messi que hacían sobre la espuma y, según cuenta Alan “cuando vieron la magia que se podía generar en una bebida, flashearon”. Así se convirtieron en sus baristas de cabecera y la Argentina empezó a conocer de qué se trataba esta movida y que tenía tanto para seguir explotando.
Todo iba viento en popa hasta que estalló la pandemia y los comercios gastronómicos tuvieron que cerrar sus puertas. Sin trabajo y ante una situación incierta, la suerte estuvo de su lado: a Elan lo contactaron de Arabia Saudita ofreciéndole trabajo, un destino que lo recibió durante un año y a Alan lo tomaron en José Ignacio, Uruguay durante tres meses. En ambos casos, el objetivo fue el mismo: colaborar con el armado de marcas y capacitar a sus empleados. “Podés creer que en la cafetería de Elan en Arabia dibujaron un mural con su imagen y su rostro en todos los vasos”, cuenta entre risas Alan.
A finales de 2021, una vez finalizadas estas experiencias, se reencontraron nuevamente en el centro porteño con ganas de armar su propio emprendimiento. Según cuentan, llegaron a la conclusión de que tenían todo lo que necesitaban: predisposición, tiempo, conocimiento y ahorros. El 26 de mayo de este año, inauguraron “90´s Coffee Roasters” en pleno centro, en la calle Esmeralda. Allí, deleitan a sus clientes con una sofisticada carta de cafés de especialidad de tipo italiano y el sello distintivo de la casa es el “Arte Latte”. El menú es variado: incluye medialunas, una selección de budines, tostados y opciones sin gluten y veganas.
Perseguir los sueños conlleva cierto grado de complejidad. Según este par de hermanos, no es fácil tener un proyecto propio “porque al principio no contás con un ingreso fijo y no sabés cómo te va a ir al día siguiente. Es apostar sin llegar a ver a lo lejos”, relatan. Y aseguran que más allá de lo monetario, es muy gratificante tener una clientela fiel y recibirla con una sonrisa todos los días. “Ver a las personas hipnotizarse con su propio retrato o con un dibujo sorpresa sobre la espuma del café no tiene precio”, remata el barista.