La aromaterapia consiste en el empleo de aceites esenciales que provienen de las plantas para mejorar el bienestar físico, mental y espiritual
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Las migrañas eran una constante en mi vida, me perjudicaban la rutina y tenía que acudir a medicamentos muy fuertes para calmar el dolor, que me generaban efectos colaterales”, relata Julieta Tarana de 32 años. Esta situación cambió cuando hace tres años le recomendaron un nuevo tratamiento, un blend de aceites esenciales con 31 hierbas. Su eficacia fue excelente: “No solo me calmó el dolor de cabeza sino que descubrí otros usos y beneficios. Por eso decidí formarme y arrancar en este recorrido de la aromaterapia para compartir el bienestar que genera con otros”, expresa Tarana.
De origen natural es considerada un arte ancestral y una forma de medicina alternativa. “La aromaterapia es tratar por un medio no invasivo, es decir, por la vía olfativa, de solucionar determinados tipos de patologías”, comenta Bernardo Conti, perfumista. Se basa en el empleo de aceites esenciales que provienen de las plantas para mejorar el bienestar físico, mental y espiritual. Desde la Federación Internacional de Aromaterapia la definen como un arte y una ciencia milenaria que colabora en crear balance y armonía.
Las fragancias están repletas de compuestos químicos que le otorgan las propiedades terapéuticas. Se encuentran debajo de la superficie de las hojas, la corteza o la cáscara de distintas plantas y se extraen al triturarlas o al someterlas a un proceso de vapor. “La aromaterapia usa aceites esenciales extraídos por destilación al vapor de las plantas, flores, hojas, frutas, semillas y cortezas y tiene la capacidad de brindar beneficios físicos, emocionales y psicológicos”, menciona Tarana.
Si bien la aromaterapia se remonta a las sociedades antiguas, como la griega, la egipcia y la romana, su precursor en la era moderna fue el químico francés René-Maurice Gattefossé quien en 1937 presentó un libro que hablaba por primera vez de sus virtudes y uso. Se cuenta que alrededor de 1910, este hombre sufrió graves quemaduras en sus manos mientras trabajaba en su laboratorio. Para tratar las heridas se frotó en las zonas lastimadas aceite de flores de lavanda y para su sorpresa, el resultado fue asombroso: no quedaron rastros de las cicatrices. Así, se abocó a estudiar los efectos de los aceites esenciales en el organismo.
Cada aceite tiene propiedades curativas específicas y sus beneficios son múltiples y diversos. En términos generales, pueden mejorar distintos aspectos: desde físicos, como dolores corporales, problemas en la piel y musculares hasta los relacionados con el estrés, la ansiedad y las falencias respiratorias. En términos de Paula Schaievitch, licenciada en Química, algunas de estas fragancias son “ricas en moléculas antioxidantes. Otras aportan ventajas para el sistema inmune y también están las que ayudan o estimulan la circulación sanguínea y las que se usan como antibióticos”.
La lavanda es la esencia pionera de esta técnica. “Además de ser uno de los aceites más versátiles, una aplicación en la piel alivia quemaduras; olerla desde una vela calma la ansiedad y promueve un mejor descanso. Es ideal para los bebés y los niños”, señala Tarana. Por otro lado, si bien son todavía escasos, desde la Federación Internacional de Aromaterapia apuntan que algunas investigaciones y ensayos clínicos han encontrado efectos positivos en el uso de aceites esenciales de limón y romero para mejorar las funciones cognitivas en pacientes con trastornos de memoria.
“Podría decir que en términos científicos y de testeo hay muy poco realizado. Por ejemplo, en Japón hay estudios médicos presentados ante la Organización Mundial de la Salud donde analizaron cómo aumenta la concentración de los alumnos en una universidad perfumando el aula con menta”, revela Conti.
Sin embargo, y más allá de sus bondades, Tarana resalta que su práctica no busca reemplazar a la medicina tradicional sino que “la usamos como terapia complementaria y alternativa natural”.
Los aceites esenciales se utilizan de dos maneras. La primera es de forma tópica a través de la piel. La presencia de moléculas aromáticas en ocasiones son tan pequeñas que traspasan la barrera cutánea y llegan al torrente sanguíneo para luego circular por todo el cuerpo. Se pueden aplicar mediante masajes con una crema de base, también con una compresa con agua y gotas de los aceites o hacer baños.
Además, se usan a través del olfato, que las transmiten mediante el bulbo olfativo al sistema límbico del cerebro, que incluye el sistema nervioso y hormonal que se conecta con otras funciones como la memoria y el comportamiento emocional, puntualizan desde la Federación Internacional de Aromaterapia. Cuando se los respira, algunas de estas moléculas aromáticas pasan a los pulmones y por defecto al torrente sanguíneo.
Se los puede inhalar de manera directa, rociar la ropa, la cama, los muebles o aromatizar los ambientes. La táctica de evaporación es otra opción: se colocan aceites esenciales con agua en una fuente con calor. Esto hará que las moléculas aromáticas se dispersen por el aire.
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