Muchos tabúes giran en torno a conocer gente a través de la virtualidad; una propuesta para todos los que no tienen el tiempo o no cuentan con el espacio para relacionarse
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“Muchas veces recibo personas en mi consultorio que me dicen que no tienen ganas de volver a empezar. Tienen tanto miedo de volver a desilusionarse. Están cansados de Tinder, de ir a las milongas, de las presentaciones. Están hartas de un cafecito, de contar qué hacén, dónde viven, a qué se dedican. Extrañan la certeza de saber quién era el otro, extrañan los rituales, extrañan saber con cuánta azúcar tomaba el café, el perfume que le gustaba, la comida que elegía y no tienen ganas de hacer todo ese camino de nuevo”, relata en su podcast “De amor y desamor”, Patricia Faur, psicóloga especialista en relaciones de parejas.
Encuentros, desencuentros, idas y vueltas. Separaciones, reconciliaciones. Mensajes que quedan en el olvido, una foto que va, otra que viene. Alguna salida, quizás un llamado. Ilusión, angustia, incertidumbre, alegría. Volver a empezar. ¿Qué pasa con los vínculos? ¿Por qué cuesta relacionarse? ¿ Por qué cambió tanto la forma de conocer a alguien? ¿Qué rol juegan las aplicaciones?
La pantalla, el primer paso
Y un día aquella manera tradicional de conocer a alguien cara a cara en un trabajo, a través de amigos en común o mediante presentaciones, cambió. De golpe llegaron las redes sociales y en consecuencia las aplicaciones para conocer gente o tener citas. Sin previo aviso, las reglas del juego mutaron. ¿Y ahora qué?
Novedad y curiosidad. Estas apps llegaron como una alternativa para que todos aquellos a los que por distintas razones se les dificulta salir o no cuentan con el tiempo para hacerlo, tengan la posibilidad de vincularse. “Las considero una herramienta para un grupo etario de gente que no tiene los espacios físicos concretos donde conocerse”, explica Sandra López, psicóloga especialista en relaciones de parejas.
Muchos mitos giran en torno a este tema. Descargarse la plataforma para algunos es tabú, otros directamente se resisten, también están los que se mandan y lo intentan; en otros casos hay partidarios desde el principio. “La primera vez fue hace siete años y definitivamente valió la pena. Fue happn y al principio me sentí en una vidriera”, recuerda Georgina, una mujer de 48 años que tras una relación que le “rompió el corazón” se decidió al mundo virtual, a los 41. “Trabajo mucho y es muy difícil conocer gente incluso en el ámbito laboral porque si bien me cruzo con hombres estoy con otro chip, el laboral”. De todas maneras, esta propuesta implica flexibilizarse y salir de la zona de confort. Yvonne Jaureguialzo, psicóloga cognitiva conductual especialista en Mindfulness sostiene que frente a un mundo que está en constante avance, “ir en contra del cambio sería perdernos”. Para la especialista, se trata de un aprendizaje que lleva tiempo y que implica adaptarse.
“Hay que ser flexible. Finalmente en aquella primera experiencia, tras salir con 20 hombres con quienes solo fui a cenar me crucé con un gran amor en mi vida”, relata Georgina, quien recuerda que en aquella oportunidad para superar los tabúes había implementado cada cita y cada cena como un “ejercicio” para abrirse. “Como suelo cerrarme, me propuse cotidianizar la experiencia sin expectativas y funcionó”, sigue la charla con LA NACION. Finalmente Georgina se cruzó con Hipólito. “Casi que fue amor a primera vista, lo vi de lejos sentado en el restaurante y me temblaban las piernas”, recuerda.
El primer paso es generar un perfil. El proceso es sencillo, requiere cargar algunas fotos -la cantidad que cada uno quiera- y completar algunos datos personales, que también suelen ser opcionales. Le sigue una última instancia, una de las más importantes: configurar los requisitos que se busca del otro, por ejemplo, rango etario, altura, estudios. Una vez listo, arranca la aventura: pasar hacia la derecha el perfil del usuario que te gusta y para la izquierda el que no. En su defecto, clickear el corazón o la cruz. Una especie de catálogo virtual.
La intención
La historia de Diego es una más del montón: tiene 50 años y hace cuatro, tras su separación, impulsado por un amigo incursionó en Inner Circle. Se trata de una de las plataformas estrella que cobró furor por organizar encuentros físicos para sus usuarios y por tener la posibilidad de registrar los intereses personales así como también los bares y salidas preferidas con el objetivo de conectar con gente afín.
Diego cuenta que al principio logró derribar sus propios prejuicios y encontrar un lugar donde olvidarse de la tristeza. Sin embargo, con el tiempo empezó a tener sentimientos encontrados porque “en definitiva no sabés lo que busca el otro y eso me desmotivó”, cuenta. En este sentido, Georgina, que ahora también está en Inner, aconseja centrarse en uno mismo e ir sin expectativas aunque reconoce que es complicado. “Es difícil no tener la ilusión pero hay que manejarla. Cuando conocí a Hipólito, él hacia un año que se había separado y estaba viviendo otras experiencias, me dolió porque yo soñaba con algo más, pero él fue sincero y me mostró de mil maneras que estaba disfrutando de su soledad. Eso creo que fue clave”, reflexiona.
En un mundo con tanta emoción a flor de piel, Diego opina que crear vínculos cuesta “porque hay mucha gente rota, con miedo a relacionarse, que no se anima volver a sentir”. En este camino, tuvo experiencias de todo tipo. Le pasó de conectar con alguien, encontrarse de manera presencial, generar química y que a los días esa persona desaparezca sin avisarle. En otros casos, tuvo conexiones que prosperaron algunos meses y que por distintas razones después se diluyeron. También se encontró con gente que no quería más que una cita. En otros casos, encontró amistad. Hay de todo y al principio, es pura incertidumbre y suerte porque en el fondo, no se sabe quién está del otro lado. “Claro no sabés quién es el otro, ni sus mochilas e historias. Lo principal es no tomarse nada como personal. En mi caso entendí que Hipólito estaba en otra sintonía y lo acepté, nos vimos dos meses y se fue diluyendo pero no dejamos de estar en contacto”, recuerda. Finalmente en marzo de 2017, casi un año después de conocerse arrancaron una historia de amor que duró más de cinco años. “Esa relación y las experiencias en las apps -aunque a veces son agotadoras- me enseñaron a ser más flexible, entender los tiempos del otro, los míos, aceptar, no catalogar, a tener encuentros esporádicos. En Internet conocí al hombre más importante, hasta ahora, de mi vida. Si tiene que ser será”, sintetiza su experiencia, Georgina.
Hoy es otra su historia: está en Inner desde marzo y asegura convivir más con la frustración que con el disfrute, pero se relaja. “Cuando me cansó la dejo un par de meses. La clave es no ponerle más energía ni expectativa de la que merece, es un lugar más. También hacer programas por fuera de la aplicación”, explica.
Durante este sinuoso proceso, no hay que olvidarse que del otro lado hay alguien del cual no tenemos dominio. López explica que es importante aceptar y ser conscientes que habrá un universo de cuestiones que no se van a poder dominar: “lo que le pasa, lo que siente”.
Si bien los especialistas consultados se refieren a estas aplicaciones como una herramienta valiosa, también resaltan la importancia de tener en claro el objetivo de su uso, es decir, definir su intención para darle un manejo consciente y responsable. “Hay que ver de qué manera se las usa, ¿cuál es mi fin último? ¿Será para no sentirme solo?¿A qué está ligado conocer a alguien? ¿Quizás por mandato?¿Para no quedarme afuera?¿Es una búsqueda desesperada de compañía?”, reflexiona Jaureguialzo.
Pero pasar del match, es decir, cuando dos perfiles coinciden a través de darse “me gusta”, a concretar una cita, no suele ser fácil, el recorrido es largo e implica atravesar un proceso de ilusiones y desilusiones. No solo es cuestión de generar empatía con el otro, sino también de juntar fuerzas y voluntad para encarar una nueva charla.
“Hay personas que no tienen ganas de hacer ese camino de vuelta, entonces van al encuentro enojadas, sabiendo que no va a funcionar. Vamos porque una parte nos lleva a volver a intentarlo, pero hay otra que nos está diciendo ‘no quiero’, ‘estoy cansado’, entonces mentimos y ponemos excusas”, detalla Faur durante su podcast.
Idealizar y tolerar la frustración
Fotos que retratan momentos felices en viajes, salidas o restaurantes. Todo parece perfecto, un mundo ideal, pero ¿qué tan cierto es todo eso? Se sabe que lo que se elige mostrar es solo un pedacito de la vida de alguien. Sin embargo, estos datos alcanzan para crear un estereotipo del otro. “Es inevitable no armarse la imagen de la persona a partir del perfil, pero cuando llega el encuentro presencial, esa idea inicial se reestructura. En ese momento intento empezar a conocer desde otro lugar, ver cómo y qué piensa, sus deseos, valores”, enfatiza Diego.
Conocer a otra persona demanda tiempo y energía. “Se tiene que dar un match, una buena conversación, tener el tiempo para pasar a una verdadera cita y que en la presencialidad haya química”, explica López. Un proceso que conlleva atravesar un montón de pasos.
Una de las mayores ventajas que trae conocerse a través de aplicaciones es la abundancia de opciones. Crystal Cansdale, Jefa de Comunicaciones de Inner Circle, explica que los solteros pueden crear lazos con personas que antes no tenían acceso: de diferentes países, ciudades, barrios.
No obstante, de esta ilusión que puede aparecer al tener tantas oportunidades en puerta, también se puede generar frustración. López hace hincapié en que tener buenas habilidades para enfrentar esta emoción es clave, y sugiere ser conscientes de lo que se quiere “para tener la posibilidad de elegir de la mejor manera posible”.
El lado negativo de esta manera de relacionarse surge cuando las personas se sienten descartadas porque no obtienen likes en su perfil y por ende, se quedan sin conseguir matches. Frente a esta situación, desde Inner Circle comentan que este hecho “hace que las personas sean más desechables y eso es algo en lo que debemos trabajar como industria”.
Compararse es otra de las cuestiones que también entran en juego. Las psicólogas consultadas coinciden en la importancia de no crearse historias acerca de alguien porque cada uno muestra lo que quiere y aquella idealización puede llevar a la frustración.
Derribar mitos
Después de cinco años de uso, Diego cuenta que aprendió a mirar esta plataforma como una aliada para socializar y conocer gente. A Pablo le pasó algo similar. Tiene 37 años y desde hace nueve trabaja remoto, “entonces acá encontré un espacio para charlar y encontrar pares”, dice.
Un estudio de Inner Circle, muestra que el número de usuarios de América Latina, creció un 80% entre mayo de 2021 y 2022. Al futuro lo ven innovador y apuestan a que dentro de 30 años las citas van a darse en el metaverso o en algún entorno de realidad virtual. “De todas maneras, el objetivo final será: desconectarse para juntarse”, sostiene Cansdale.
Sin embargo, esta no es la única app, son varias las que ofrecen este tipo de propuestas. Tinder, por ejemplo es una de las pioneras, surgió en 2012 de la mano de dos amigos norteamericanos y se distingue por ofrecer membresías pagas para usar funciones que de otra manera están bloqueadas, por ejemplo, volver para atrás para ver perfiles que ya pasaste. Bumble es otro de los jugadores. En este caso, lo curioso es que los matches duran 24 horas, después de eso si no se inició una conversación desaparecen. Además la charla solo la pueden arrancar las mujeres. En el caso de Happn, muestra a los usuarios por proximidad, entonces al pasar por al lado o cerca de alguien que también la usa, sus perfiles se cruzarán.
El auge de la tecnología sumado a la pandemia cambiaron la forma de relacionarse y si bien el objetivo del uso es relativo y varía según cada persona, de a poco, estas aplicaciones ganan terreno como una opción diferente para relacionarse. Jaureguialzo fomenta tener experiencias, probar, arriesgarse y comenta que el mundo interpersonal no es fácil y requiere de un entrenamiento, como tal, hay que ocuparse. “Es un aspecto más de la vida, si lo llevo con pesar me va a generar sufrimiento, si lo llevo con liviandad y con la intención de generar recuerdos, el camino se hace ameno”, cuenta la especialista.
Encontrarle un propósito, divertirse y explorar sin miedos, sin tapujos, sintiendo lo que haya que sentir y fiel a uno mismo. De eso se trata esta nueva manera de relacionarse.