Muchos eligen este servicio por la flexibilidad horaria y el ahorro de tiempo; Punta del Este, Bariloche y Córdoba son los destinos más elegidos
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“El vuelo privado fue una gran solución y una muy buena herramienta para trasladarnos en época de pandemia, cuando había pocos vuelos que unían Buenos Aires y Punta del Este”, cuenta Roberto, sobre la primera vez que se embarcó en un vuelo de este tipo. En ese caso, lo compartió con siete desconocidos con los que dividió el total: cada uno pagó alrededor de 500 dólares el tramo.
En efecto, la pandemia de Covid-19 trajo cambios de hábitos y muchos negocios crecieron de forma exponencial a raíz de las nuevas necesidades. Ese es el caso del servicio de vuelos privados en la Argentina que, en los últimos tres años, incrementó la demanda en un 70%, según datos de la empresa 2000 Aerosistema.
Según informaron a LA NACION fuentes de Aeropuertos Argentina 2000, se realizan más de 50.000 vuelos privados por año. Este número se mantiene desde 2021, mientras que en 2020 el total de charters fue de 35.000.
En Buenos Aires, el punto de salida más habitual es el Aeropuerto Internacional de San Fernando, aunque también se registran vuelos en el Aeroparque Internacional Jorge Newbery y en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Royal Class, una de las compañías de aviación privada más grandes del país, registró un incremento mayor al 300% en estos tres años. “El último año tuvimos 1287 vuelos y en el 2023 estamos por encima de lo proyectado”, señala Sebastián González Cazón, CEO de la empresa.
En el país, cerca de 30 aerolíneas operan vuelos chárter. Y en el mercado de aviación de Sudamérica, Argentina se ubica en el tercer lugar, detrás de Brasil y México.
Ventajas
Julio Manco, Director Ejecutivo y Country Manager South Latam de Flapper, el marketplace líder en aviación ejecutiva en América Latina, explica: “La tendencia continúa en expansión tanto como una opción cómoda y segura para viajes de negocios como para experiencias turísticas de lujo”.
Entre las ventajas, los clientes destacan la flexibilidad en cuanto a los tiempos. No es necesario adaptarse a las opciones de la aerolínea, ya que el usuario decide el horario de partida. Además, se ahorra mucho tiempo en los trámites propios del aeropuerto, como las largas filas, las pérdidas de equipaje, y las demoras.
El destino estrella elegido por los argentinos para los vuelos privados es Punta del Este. Un tramo aéreo al balneario uruguayo, que dura alrededor de 30 minutos, en una aeronave para 8 personas, tiene un valor aproximado de 5300 dólares al tipo de cambio paralelo.
Otras rutas solicitadas desde Buenos Aires suelen ser Bariloche, con un valor que ronda los 15.000 dólares; Córdoba, 7500; y Cataratas del Iguazú, 12.000, según valores de la compañía Flyzar. Durante la temporada de verano, los clientes viajan más a la Patagonia, a Ushuaia y al Calafate.
“Normalmente tomo vuelo privado, únicamente a Punta del Este. No tenés ningún tiempo de demora, ni siquiera en el aeropuerto de origen, ni en migraciones, ni en destino. Porque tenés canales diferentes de acceso”, detalla Graciela G., quien toma esta opción por un tema de practicidad. “Básicamente, suelo ir y venir por una cuestión laboral, puedo elegir yo el horario, el día, es mucho más cómodo. El costo es más elevado, pero con las ventajas que ofrece, no lo cambio por nada. Me voy la semana que viene a hacer un trámite a Uruguay y vuelvo en el día. Incluso podés modificar el horario sobre la marcha”, subraya.
Un dato nada menor es que actualmente, la única alternativa para volar a Punta del Este es por un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas. Un pasaje de ida para una persona cuesta alrededor de 110.000 pesos, mientras que el mismo recorrido de forma privada sale entre 500 y 700 dólares por pasajero, en un traslado de ocho personas.
“No hay muchas opciones”, explica Marcela H., quien suele utilizar vuelos privados para trasladarse. “Por ejemplo, para viajar a Uruguay, hay un vuelo que sale cada tanto de Aerolíneas Argentinas, no hay oferta”, detalla.
La inmediatez de contratar un vuelo privado es tal que, tras hacer el pedido de la aeronave, el pasajero puede ir casi de inmediato al aeropuerto, como una especie de taxi aéreo. “Tardamos lo que tarda la tripulación en llegar y en dos horas podemos salir, siempre que tengamos la disponibilidad de la aeronave”, asegura Cecilia Serman, Sales Manager de Flyzar, compañía de aviación privada con 30 años en el mercado.
¿En qué casos se usan?
Los pasajeros eligen los vuelos chárter para salir de vacaciones, para tomarse un fin de semana lejos de la ciudad, para trasladarse en viajes de negocios e incluso son contratados por artistas para giras musicales. “Nuestros principales clientes son empresarios, ejecutivos y CEO, celebridades y turistas de alta gama”, sostiene Manco.
En algunos casos, incluso, son el único recurso para llegar a tiempo ante un imprevisto o causa de fuerza mayor. “En una situación de emergencia, llamamos y nos mandaron un avión a Punta del Este a buscarnos. Me solucionaron un problema: a las tres horas de haberlos contactado ya estábamos viajando a Buenos Aires”, recuerda Roberto.
De acuerdo con González Cazón, hay una nueva tendencia en cuanto al propósito de los vuelos. Aunque destaca que las razones son varias, aclara: “A partir de la pandemia, se han incrementado los vuelos privados por placer sobre los corporativos”.
Muchos que solían viajar en primera o clase ejecutiva, probaron el servicio y se quedaron como clientes frecuentes. Hoy, los pasajeros que eligen volar de forma privada lo hacen por las comodidades, las ventajas de ahorrar tiempo y decidir los horarios a medida. La ruta más frecuente es la de Punta del Este, que, al tener un costo alto en Aerolíneas Argentinas, resulta más conveniente, al compararlo con destinos de cabotaje de mayor distancia. De todos modos, embarcarse en un vuelo privado siempre resultará más costoso que inclinarse por la opción comercial.