De sabor dulzón, se hace a base de arroz. Inspiró al creador de una de las series más vistas en Netflix. “No toleraría tomarlo de nuevo”, aseguró.
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“En mis primeros días, bebía media botella de soju por día para que fluyeran los jugos creativos. Ya no puedo hacer eso”, dijo Hwang Dong-hyuk, el creador de El juego del calamar, la serie del momento, en una entrevista cuando le preguntaron si habrá segunda temporada. Pasaron más de 10 años desde que se sentó a escribir por primera vez el guion y aparentemente su cuerpo no soportaría una segunda temporada del ese licor coreano a base de arroz, de sabor dulzón y similar al vodka, que lo acompañó mientras escribía los primeros capítulos de la serie revelación de Netflix.
Aunque no aparece en ninguna escena de El juego del calamar, por el solo hecho de ser una bebida típica coreana y haber sido nombrada en su proceso creativo por su guionista y director, el soju despertó mucho interés entre los fanáticos de la serie. Acá se consigue en varios lugares, entre ellos en varios negocios del Barrio Chino. “Siempre se vendió muy bien, puede ser que el interés por todo lo coreano haya aumentado un poco la demanda”, dicen en Asia Oriental, uno de los supermercados más grandes y con mayor variedad de productos asiáticos de la zona. Allí, la botella de 360 ml se vende a 755 pesos.
De una gradación alcohólica que puede variar entre el 20% (la más habitual) y el 54%, el soju es, además, el destilado más vendido del mundo, según el ranking elaborado por Drink’s International, que publica todos los años los nombres de las marcas más consumidas en el mercado de bebidas espirituosas. La etiqueta más comercializada es Jinro, que en 2018 (el último año dado a conocer) vendió más de 78 millones de cajas y eso la ubicó en la cima del ranking de las más consumidas a nivel mundial. En segundo lugar, y bastante más lejos, aparece el Officer’s Choice, un whisky indio, que vendió 34 millones de cajas, es decir, bastante menos de la mitad.
Las dos versiones
El idilio de los coreanos con el soju es absoluto: la bebida a base de arroz y botella verde (todas las marcas industriales utilizan ese color) copa el 97% del mercado de bebidas alcohólicas de ese país, que además tiene la tasa más alta de consumo de alcohol per cápita. Es muy común que los coreanos acompañen sus comidas con soju, sobre todo cuando se trata de una situación social como puede ser una reunión de amigos o la concreción de un negocio importante porque tienen la creencia de que “la persona es más sincera”.
Sandra Lee, de la Asociación de Gastronómicos Coreanos en la Argentina (@hansang.ar), creada recientemente para difundir la cultura de ese país en relación a la comida, cuenta a La Nación que la versión tradicional del soju había sido prohibida cuando el pueblo coreano estaba atravesando un período de hambruna, por la década del 70, y fue reemplazada por una versión diluida (conocida también como soju destilado) que contenía menos arroz y una mezcla de varios cereales. Es reconocible por su botella de color verde, que llevan todas las marcas industrializadas.
“En un momento no permitían usar el arroz para hacer bebidas alcohólicas porque escaseaba la comida y se empezó a producir el soju moderno o destilado. Lleva un poco de arroz y otros cereales que se destilan hasta obtener una bebida de 95% de gradación alcohólica -cuenta Lee-. Eso luego se lo diluye con agua y aditivos. Es una bebida que se toma en cenas, reuniones... es más social y para reuniones de negocios porque porque desinhibe. El soju es para compartir. Cuando tomás solo es porque estás triste o tenés un problema. La tradición marca que en una mesa el más joven le sirve al mayor con las dos manos, y el mayor recibe el vaso con una. Y mientras toma, el menor no puede mirarte. En Corea, al mayor se lo respeta”, afirma Lee.
Ale Yoon es un argentino de familia coreana que importa dos de las marcas que se consiguen el en el país: la Chun Churum (la versión industrializada) y la Hwayo, que es la que se realiza siguiendo los procesos más tradicionales y antiguos. “La primera es la más común, la de la botella verde. Incluso viene saborizada con arándanos, melón. Es la más económica, tiene entre un 18 y 25% de gradación alcohólica y la más popular entre los jóvenes. Tiene hasta batata. Y después está la que se tomaba antiguamente, desde el 1000 después de Cristo, que si sigue la receta tradicional y los procesos mas antiguos. Por ejemplo, se la añeja dentro de unos barriles grandes de cerámica por 6 meses. Ese es el soju que hoy se comercializa en restaurantes con estrellas Michelin, y los costos son otros. Se las distingue porque las botellas no son verdes, pueden ser transparentes, negras y o blancas. Y se toma ‘on de rocks’ como el whisky”, explica Yoon.
La diferencia al paladar entre la versión premium e industrializada, es notable: “No se parecen mucho, es como la diferencia entre una cerveza artesanal y una industrial. El sabor es diferente. Además, el soju más tradicional tiene una alta gradación alcohólica: puede llegar hasta los 54″, dice Yoon, que además es importador de Melona, un helado que es uno de los productos asiáticos más vendidos en Argentina.
“Las series como El juego del calamar ayudan mucho al consumo de estos productos típicos. La gente empieza a interesarse en el país, googlean algo que ven y prueban -señala-. En Corea hay una cultura alcohólica muy fuerte. Cuando voy allá es imposible seguir el ritmo. Y además, el soju está hecho para pedir siempre una segunda botella. Como la tradición marca que primero sirve el menor al mayor y luego el mayor al menor, la primera botella termina siendo impar y entonces tenés que pedir otra para completar el ritual. Está todo calculado para tomar más”, confirma Yoon.
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