Exparejas, una posibilidad para entender los vínculos como parte del camino y no como una cárcel del pasado
La modernidad ha llenado de ex al mundo. Todos tienen alguno en su haber, sea novios de la adolescencia o antiguos cónyuges con los que, inclusive, se han tenido hijos y vivido décadas.
Sabemos que antes la gente no se divorciaba casi nada. No era común separarse siquiera, aun con graves conflictos en el matrimonio. Es por esa razón que los ex brillaban por su ausencia, salvo que la viudez tocara a la puerta y, allí sí, el ex era a quien se le llevaban flores al cementerio, y el “actual” era quien venía a ofrecer un nuevo amor a la vida.
Pero allí están hoy los ex poblando el mundo, motivando relatos sobre la vida pasada de todo tipo. En ocasiones son recuerdos rencorosos o beligerantes y, las menos, agradecidos por los hijos que nacieron benditamente de la pasada unión o, digámoslo, por aquello de que lo vivido, si no te mató, te fortaleció.
A veces hay afecto entre los ex, otras, una callada indiferencia. Eso sí, convoca la atención o, inclusive, algún resquemor, la aparición de alguna nueva pareja oficial del ex, sobre todo, si ha pasado poco tiempo desde la separación (y más si no hubo tiempo alguno entre la separación y la aparición del “otro/a”).
Tarde o temprano, con heridas graves o leves, los ex pasan a ser parte del recuerdo en lo que hace al amor, y parte de la rutina, en lo que respecta a la vida compartida por causa de los hijos, por ejemplo. Las pasiones se sosiegan para dejar paso a un nuevo orden de vida.
Desconectarse conscientemente
Algunos ex son más cool que otros. La actriz Gwyneth Paltrow, por ejemplo, tiene por ex a un señor llamado Chris Martin, cantante Coldplay y tan famoso como ella. Ellos se separaron con mucho dolor hace algo así como cinco años tras once años de relación, y acuñaron lo que llamaron “desconexión consciente de pareja”. Lo que parecía un invento modernito para acallar las penas y tormentas del desencuentro amoroso, hasta el momento dio resultados porque el tiempo pasa y ellos andan bastante bien, inclusive veraneando juntos, y con sus hijos, con sus respectivas parejas actuales.
En una versión amable y familiar de "felices los cuatro", todos charlan y hacen picnic en la playa en donde veranean en dulce montón, rodeados de los niños Martin-Paltrow.
Sobre todo en los casos en los que hay chicos de por medio, los ex forman parte de la familia… por siempre. Sépalo aquel que se aventure a un amor con alguien que tiene ya hijos y ex en su haber. Con suerte, el o la ex es piola y razonable. Con mala suerte, la cuestión puede complicarse. Hay intermedios, y también hay transformaciones en el tiempo. Un ex despechado es duro de soportar, pero, cuando encuentra nuevo amor, a veces se torna en alguien amable y razonable. En ese sentido, no hay que perder la fe.
Un capítulo aparte son los celos retroactivos que sufren muchos en relación a los ex de su pareja. Sea por miedo a que hayan quedado cenizas del pasado amor, o por un infantil deseo de que la pareja no haya vivido lo que vivió (un deseo imposible, que, sin embargo, muchos expresan), suelen existir escenitas feas, sobre todo, al inicio de las nuevas relaciones. Mejor sacudirse esos celos cuanto antes, porque no hacen bien.
Cuando hablamos de “empezar de nuevo” no nos referimos a “empezar desde la nada”. La vida va sumando la materia prima que nos van ofreciendo nuestras decisiones y experiencias. Podemos decir que no hay horizontes nuevos sin una aceptación razonable del pasado, y, para el caso, los ex son un ejemplo de ello. Su marca es parte de la identidad, pero no son una cárcel, sino un momento importante de un camino que aun no ha terminado.
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