Lucía Aguilar lanzó un libro donde comparte tips para invertir y ahorrar, y ayuda a entender cómo nos vinculamos en nuestra vida cotidiana con las cuestiones financieras
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Lucía Aguilar es una coach de finanzas argentina y licenciada en Administración que se transformó en un verdadero fenómeno de redes. Desde Instagram y TikTok (251 mil y 70,6 mil seguidores respectivamente), @luliinvierte sugiere reglas, tips y consejos para invertir y ahorrar. Pero también explica cómo el dinero se puede convertir en una fuente de posibilidades y no de problemas.
Aguilar, que se mudó junto con su familia a Madrid, acaba de publicar Sin miedo al dinero (Editorial Planeta), una guía ágil para ahorristas amateurs, sin límite de edad. El material surge de su propia experiencia en empresas como American Express, Philip Morris y Nación Seguros. También pasó por el departamento de marketing de Unilever, formó parte de una startup alemana y actualmente es CEO de su propia agencia.
La economía argentina, sus vaivenes, recesiones, pérdida del poder adquisitivo y sacudones que le quitan el sueño a todo el país representan, para Aguilar, un desafío “domable”.
La clave, dice, es saber cuánto se gana, cuánto se puede ahorrar antes de gastar y para qué estaría destinado el ahorro. En este sentido, propone realizar un presupuesto ajustado de gastos e ingresos a partir de una planilla de diseño propio. “Un ejercicio que nos permite proyectar todas esas cosas que nos hacen felices”, asegura la influencer financiera. Los imprevistos, los gustos, la gestión de la ansiedad, las ofertas, el futuro. El dólar blue, el MEP, el contado con liqui, el turista. El dólar también forma parte de la colección de sensaciones cotidianas que está presente en todas las conversaciones y al que le dedica un capítulo exclusivo.
“Invertir en educación emocional para sobreponernos al síndrome del impostor y confiar en nosotros mismos es clave”, recomienda Aguilar. Desde sus cursos sobre emprendedurismo, habilidades para negociar aumentos y optimizar negociaciones, intenta ver la otra cara de la moneda: del trabajo como sufrimiento, al trabajo como disfrute.
–¿Qué claves contemplás para ahorrar en un contexto económico desfavorable?
–Mis recetas no son precisas y dependen de cómo cada persona aborde el diseño de su propia vida. La situación del país es compleja, hay recesión desde hace años y la economía no crece. Mucha gente está usando los ahorros para vivir o pagar cuentas: son privilegiados. Para cada caso hay rutas personalizadas. Si se puede, lo ideal es guardar siempre un porcentaje de los ingresos, para destinarlo a momentos críticos. Es difícil la proyección, parece chino básico. Pero con disciplina y sistematización es posible. Lo que no se mide, no se puede mejorar.
–¿Hay tips para domar la inflación?
–Uno es hacer las compras y los consumos necesarios apenas cobramos. El dinero de hoy, en Argentina, vale más que el de mañana. La herramienta de la tarjeta de crédito no es para todos, su contracara es una bola de nieve que va aumentando con los intereses si solo se paga el mínimo. En segundo lugar, agudizar el ingenio y tratar de generar ingresos extras, aunque sea muy poco, todo suma. Quienes tengan conocimientos básicos y se manejen bien con propuestas virtuales, lo ideal es conseguir que esos ingresos sean en dólares: responder mails, traducciones, changuitas digitales. No será el trabajo de la vida, pero salva la economía familiar.
–¿Cómo abordás el tema del dinero entre las parejas que te consultan?
–Me divierte la educación financiera para parejas. Cualquiera sea el núcleo familiar, será la base del crecimiento. De todas maneras, a pesar de que las mujeres conquistamos muchísimo terreno todavía tenemos camino para recorrer. Somos las que más trabajamos y las que menos invertimos. Las que logramos las mejores negociaciones, pero tenemos menos acciones. La clave es conversar, establecer prioridades en conjunto, compartir metas y plantear preguntas abiertas, sin que esto parezca frívolo ni interesado. El diálogo es la herramienta para encontrar arreglos equitativos. La pareja que elegimos, o bien la decisión de no tenerla, es la decisión financiera más importante de la vida. Hay que tener en cuenta que el 70% de los divorcios en Latinoamérica se dan por temas de dinero.
–¿Desde qué edad es aconsejable educar a los chicos en términos de plata?
–Desde chiquitos, sin dudas. A los nuestros [dos varones] les explicamos que los presupuestos se terminan, cuál es la diferencia entre ser dueño de una empresa o no. Los incentivo a hacer miniemprendimientos. El más chico, de ocho, diseñó cartas coleccionables al estilo Pokémon, las imprimió y las vendió. Devolvió la inversión inicial que pidió en préstamo y ganó 50 euros. Hay una edad para cada cosa, pero para todas es importante enseñarles el valor del dinero, el sacrificio que cuesta ganarlo. Me gustaría que cuando lleguen a los 18 puedan abrir una cuenta, comprar acciones. Para eso, desde los 14 ya se pueden entrenar: gestionar su mensualidad, ir al supermercado con una lista y ajustarse a X presupuesto.
–¿A cuánto cotiza el Ratón Pérez en tu casa?
–Es relativo, y simbólico también. Depende de qué pieza se trate; las paletas valen más porque son más grandes. Y si tienen caries valen 0. Al Ratón Pérez no le gustan los dientes podridos.
–Desde tus redes actuás mucho en contra de las apuestas online. ¿Por qué creés que estallaron? El 16% de los jóvenes argentinos reconoció esta adicción (según la consultora Opina Argentina).
–El tema me preocupa muchísimo. Celebré la decisión del gobierno porteño de intimar a influencers que promocionan estas prácticas. A los chicos, vulnerables a caer en cualquier tipo de adicción, se les enciende un realismo mágico. Piensan que pueden ser millonarios de la noche a la mañana. Para ser millonario hay que trabajar muchísimo durante muchísimos años.
–¿Por qué resulta fácil hablar de precios, inflación y el dólar pero entre amigos es difícil revelar datos del sueldo?
–En la Argentina esto es moneda corriente, pero en otros países no pasa. Es más, en Estados Unidos lo primero que me preguntaron era cuánto ganaba al año. Me pareció una locura, porque recién empezaba a conocer a ese grupo social. Me gusta que la gente hable de plata sin decir necesariamente cuánto gana. Sin embargo, está estudiado que compartir objetivos financieros entre amigos aumenta la facturación a futuro. Romper el tabú es hablar sin valores nominales pero con porcentajes. Los amigos son una fuente de ideas, contactos y oportunidades.
–Prestar plata, ¿sí o no?
–Como regla sugiero que entre amigos no. Lo ideal es ayudar sin esperar devolución. En la amistad no existen estadísticas como en los matrimonios, donde sabemos que las separaciones implican en un buen porcentaje problemas de dinero, pero podemos estimar que muchas amistades también se terminan por eso.
–Le dedicás el libro a Bocha, ¿quién fue en tu vida?
–Mi abuela, María Jorcino Tula de Aguilar, una de las primeras urbanistas argentinas, que trabajó con Clorindo Testa, entre otros arquitectos. Fue innovadora, una avanzada para su época. Rompió todos los techos de cristal. Integró el Consejo de Planeamiento Urbano y fundó la cátedra de Planificación Urbana de la actual Facultad de Arquitectura (FADU UBA). Bocha me dio mi primer trabajo: fui su traductora y secretaria durante uno de sus tantos viajes a Canadá. Eso sí, sus manejos del dinero eran los peores.
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