A mediados de mayo, habló con LA NACION sobre su coronación como Miss Mundo en 1978, penas y escándalos públicos, hasta su nueva vida en Traslasierra, donde creó su refugio personal
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La mujer que en 1978 fue elegida la más hermosa del planeta vive en Traslasierra, muy cerca de Mina Clavero y a menos de una hora de Merlo, San Luis. Tiene una casa soñada que ella misma diseñó hace veinte años, cuando decidió que la naturaleza y la distancia sanarían años de angustia, prejuicios e incomprensión.
Silvana Suárez se coronó Miss Mundo en un año especialmente duro, en el que se hablaba de mundiales y se transitaba una dictadura. Ella, con su corona y la melancolía de dejarlo todo (estudios de arquitectura, familia, su Córdoba natal) avanzó y logró insertarse en un mundo que jamás había planeado.
“Ahora veo las fotos de esa época y sí, entiendo todo. Era muy bonita, pero yo no quería hacerme cargo. De alguna forma intuía que sería pesado vivir con eso a cuestas. No comulgaba con mostrarme demasiado, tampoco había sido criada para eso. Pero se dio. A veces las cosas están escritas, o algo así”, comenta reflexiva mientras habla con sus perros, un gato llamado Love y demás personajes de su paraíso solitario.
–Ganaste y te instalaste en Londres.
–Sí, la Miss Mundo vive en Londres durante su reinado. Fueron años de mucha actividad, estábamos fuertemente custodiadas. Eran épocas donde se estaban gestando muchas protestas feministas. Y a mí se me abrió muchísimo el panorama. Luego de vivir unos años en Japón y en España, decidí volver. La realidad es que hice muy buenos trabajos, conocí gente interesante y de la otra. Viste que siempre hay de todo. A mi regreso algunas mujeres no me saludaban. Gente que hoy sigue siendo muy conocida en los medios. Es la envidia, desde ya. Algo que yo no conozco. Pero bueno, luego pasaron cosas peores, así que esas son anécdotas.
–Tu divorcio con Julio Ramos no solo fue escandaloso sino que dio lugar a memes que hoy perduran, como cuando abandonaste la mesa de Mirtha Legrand en pleno programa.
–Sí, algunos jóvenes me conocen por eso, por los memes. Lo googleás y aparece todo. Fue muy desagradable, pero es el pasado.
–Mirtha te dijo que no te necesitaba para tener audiencia y vos, girando, le dijiste: “Hoy, sí”. ¿Volvieron a verse?
–En alguna fiesta la crucé, pasé cerca suyo, pero no hablamos. Fue hace tanto tiempo...Tampoco le di mucha relevancia a ese tema. Estaba viviendo un infierno y eso sólo fue un episodio televisivo. Igual, reconozco que fui pionera en abandonar programas en vivo.
–¿Cómo superaste tanto enojo? Hablo del divorcio, de las cosas tremendas que denunciaste.
–Ahí se equivocan. Yo no considero haber estado demasiado enojada. En realidad debería haberlo estado más. Con el paso del tiempo veo la resistencia que tuve, todo lo que aguanté. Más que enojo lo que padecí fue dolor. Mucho dolor. ¿Pero sabés qué? Ya pude perdonarlo. A él y a mucha gente que estuvo ahí y me falló.
–¿Cómo lo lograste?
–Hice de todo, entre otras cosas un curso de milagros que se basa en el perdón. La verdad es que funciona. Igual, lo que más me costó fue perdonarme a mí misma. Gracias a Dios no soy una persona que arrastra rencores de por vida. Pero siempre hay que sanar y perdonarse. Caso contrario seguís teniendo la herida abierta.
–¿Pero perdonarte qué?
–A veces hay que perdonarse por elegir la persona incorrecta. La vida es un proceso de aprendizaje y a mí me costó perdonarme. Pero es la clave absoluta; si no lo hacés, jamás vas a comprender al otro. Y llevar una mochila tan pesada no tiene sentido.
–Hace un tiempo estuviste internada, ¿no?
–Sí, fue una infección muy grave en un músculo que me dejó internada en tiempos de Covid. Muy feo. Perdí mucho peso y pasé varios días complicada. Igual lo peor fue lo del tumor en el colon, que me lo sacaron y ando muy bien. Pero bueno, no son cosas agradables.
–¿Quién te acompaña, Silvana?
–Mis amigos y familiares. Soy una persona muy positiva, rodeada de gente que me quiere mucho y vivo en un contexto ideal. Además aprendí a soltar. Entendí que la negatividad no te conduce a ninguna parte. Cuando me mencionan lo del enojo, porque pasa, yo siempre pongo la palabra dolor. Y, como no se me iba, decidí tomar cartas en el asunto adoptando terapias alternativas. Venía de años de análisis tradicional, pero comencé a transitar otros caminos. Acá en el valle se dan mucho este tipo de cosas. Estudié distintas terapias y me recibí de facilitadora emocional. Estudié con Cristina Hyland, en la Escuela de Sanación Profunda.
–La zona es famosa porque muchos vieron ovnis.
–Entre otras cosas, pero a mí no me ha pasado. Sí se ven luces y tenemos un cielo maravilloso. Pero lamentablemente no tuve la experiencia. Disfruto mucho de día. Ahora se está corriendo un rally y está repleto de turistas. Abrieron un montón de restaurantes, hay miles de propuestas caseras y gourmet. Gente de todas partes que se quedó a vivir. Y soy feliz. Con mis perros Norman y Sam, el gato Love, los amigos y rituales familiares muy amorosos. Leo, miro poca tele. Mucho más series que noticieros. Igual el periodismo me tira y me mantengo informada. Trabajé diez años en Ámbito Financiero. Ahí aprendí que todo es muy subjetivo. Por eso no me caso con nadie ni tomo partido por nada. Menos hoy, que vivimos tiempos muy raros.
–¿Te quedaron políticos conocidos de aquellos tiempos?
–Lo conozco a Mauricio Macri por eventos y alguna que otra charla. También lo vi a Alberto Fernández en la Casa de Gobierno cuando Cristina era presidenta. Pero muy por arriba. La política no me gusta, y mucho menos cómo se está dando la cosa. Igual no pierdo las esperanzas de que logremos salir alguna vez. Que aprendamos que no importa el color político sino que la economía se reactive. Debemos respetar las diferencias y no meternos a defender pavadas. La bandera debe ser una para todos. Dejar la demagogia de lado porque eso sí es nefasto.
–¿Por qué pedís no hablar de tus hijos?
–No hablo de ellos porque tienen su vida y perfil muy bajo. No puedo dar datos de nada, además no es necesario.
–¿Y con el amor como estás? Pareja, digo.
–No estoy en pareja ni enamorada. Sí de la vida, pero no de un hombre. Así estoy bien; ya he tenido parejas. Por supuesto no digo que uno cierre el asunto, pero bueno... tal vez en el futuro. Estoy abierta pero no necesitada.
–¿Algún sueño por cumplir?
–No, estoy en una etapa de agradecimiento porque hice muchas cosas. Decidí repasar un poco mi vida, que tuvo grandes momentos de felicidad y muchísimos logros. Salir del rol de víctima. Porque además esto del Covid nos cambió mucho a todos. Somos algo así como sobrevivientes. Nunca estaré quieta porque soy una persona muy curiosa.
–Ya que hablamos de curiosidad, ¿irías al programa de Mirtha, ahora que vuelve a la tele?
–Tal vez al de Juana, que me parece una chica amorosa. A Mirtha la veo bastante más grande pero lúcida. Pero no sé, me parece que no da ir a su programa.
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