Mientras se prepara para lanzar la tercera temporada de la Semana de la Alta Costura, transita su embarazo llena de emoción
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Desde el día en que conoció a Eduardo Costantini, Elina supo que quería tener un hijo con él. Si el destino los había cruzado esa tarde en la confitería del Malba, pensó, fue porque estaban hechos el uno para el otro: “Un amor plasmado desde hacía mucho tiempo en el universo, donde la llegada de un bebé se transforma en bendición”, dice hoy, a sus 34 años y con cuatro meses y medio de embarazo. Pero el camino no fue fácil. En los seis años que llevan juntos, Eduardo y Elina tuvieron que sortear prejuicios y algunas desilusiones. “Hubo que lidiar con el entorno y con el afuera, pero ahora estamos en el mejor momento, embarazados y felices”, dice ella, que a los cinco años, en el pueblo Las Catitas (Mendoza), decretó que quería modelar por las mejores pasarelas y llegó a convertirse en la musa de diseñadores como Jorge Ibáñez. Ahora, desde Punta de Este, transita la “dulce espera” con total alegría mientras supervisa junto a su marido la construcción de una casa en el punto más codiciado de José Ignacio, cerca del faro y con una vista única de los atardeceres en la Mansa. “Los sueños siempre llegan”, afirma Elina.
–Hace poco subiste una foto con siete Evatest. ¿Te costó tanto creer que estabas embarazada?
–La subí como una broma, pero la verdad es que me costaba creerlo porque me fue muy difícil lograr ser mamá. Desde que nos conocemos que queremos ser padres, y cuando lo supimos, yo no lo podía creer. Me estaba sintiendo mal y creía que me había agarrado un virus. El médico me dijo que por los síntomas podía ser que estuviera embarazada, así que fui urgente a buscar un test, que dio negativo. Eduardo, que estaba súper ilusionado y es muy intuitivo, me insistió para hacerlo otra vez. Fuimos a comprar esas cajas en las que vienen un montón y me lo hice para darle el gusto, sin esperar nada. Los dejé en el baño, y mientras me hacía la rutina de la cara, los vi y decían “pregnant” [embarazada]. Pensé que funcionaban mal, pero corrí con todos los test a mostrarle a Eduardo. Al principio no lo podíamos subir a redes, pero cuando ya estábamos seguros nos pareció cómico poner la foto.
–¿Alguna vez perdiste la esperanza?
–Nunca. Siempre supe que iba a ser madre, pero no sabía cuándo. Se me hacía larga la espera, pero siempre tuve fe. Le pedí a la Virgen de Guadalupe, a la de Fátima, a San Expedito, a todos los santos que hay.
–¿Es uno? ¿Sabemos el sexo?
–¡Con lo mal que me sentí y con las náuseas que tuve pienso que si hubiesen sido mellizos me hubiese sentido mucho peor y por duplicado! Recién vamos a saber el sexo en unas semanas. Tuvimos la oportunidad de saberlo en uno de los estudios y no quisimos, ¡pero ahora sí! No me gusta tanto hacerme ecografías y esos estudios del corazón porque le dan calor al bebé y quiero cuidarlo de los excesos. Yo pienso que es una nena por todo lo que me está pasando.
–El bebé va a ser parte de una familia enorme: tendrá siete hermanos, más de 30 sobrinos y hasta sobrinos nietos.
–Cuando sea un poquito más grande tiene que haber fotos de nuestro bebé, que va a ser tío abuelo o tía abuela, con los bisnietos de Eduardo, que son divinos.
–Y no parás de trabajar.
–Es verdad. La SAC [Semana de la Alta Costura] va a ser del 30 de octubre al 1 de noviembre. Estoy muy contenta por poder llevar a cabo la tercera edición, que va a ser espectacular. Va a abrir Javier Saiach, un creativo que me encanta y con quien trabajé mucho, pero esta será la primera vez que le produzco un desfile. El segundo día va a estar Sylvie Burstin con Emm Vernieri y Val Hillebrand, que compraron la marca, dos creadoras que hasta tiñen sus telas.El tercer día es de Fabián Zitta y el cuarto será con Jorge Redondo, un diseñador español que tiene tapas en Vogue y diseña para muchas actrices de Hollywood. La moda está pasando por un momento complicado, pero vamos a salir adelante, porque acá hay mucho talento, no tenemos nada que envidar a los diseñadores de afuera. Se hacen cosas maravillosas con recursos muy limitados.
–Parecés muy tranquila, pero se nota que tenés tu carácter.
–Soy así como me escuchás, pero cuando hay cosas que no me van o la persona se pasa del límite, tengo carácter. Si me traicionan con cosas graves, de un día para el otro se termina todo. De hecho, con el tema del embarazo, de la mayoría de las personas hubo una energía hermosa, pero otros no se pusieron bien con la noticia, así que decidí alejarme. No tengo ganas de estar o hablar con gente negativa, no lo hago más.
–¿Dónde te refugiás cuando las cosas no salen como querés?
–Me refugio en mi marido, porque los dos somos muy unidos, y en tres amigos míos que nunca quieren que los nombre.
–¿Hay una vida por separado de Eduardo?
–Obvio. Nos encanta tener nuestros espacios. Nos vemos a la hora de almorzar o a la tarde, y por supuesto a la noche, pero yo paso mucho tiempo trabajando sola, o con mis amigos. Soy muy sociable, pero me gusta mi espacio en soledad. Tengo mi propio mundo desde los cinco años.
–Con Eduardo son adictos a Frida Kahlo y a Leonora Carrington. ¿Por qué esta pasión?
–Yo soy fanática de Frida desde hace muchos años, aun antes de conocer a Eduardo. Iba muchísimo a visitar la Casa Azul en México. Me atraen mucho la personalidad tan fuerte y las ganas de vivir de esta mujer tan creativa atravesada por el dolor y las desgracias: la polio, el accidente, y también, como dice ella, “su segundo accidente”, que fue Diego Rivera, que la hizo sufrir. Leonora Carrington también tuvo una vida muy dura y hasta su padre la internó. A veces la familia que te toca no es la que uno elegiría.
–¿Te ves reflejada en ellas?
–Me visualizo mucho en esas mujeres a las que no les importa nada y que siempre van cumpliendo sus objetivos con sacrificio. Yo también tengo una fuerza imparable. Si quiero algo voy, voy, y no paro hasta conseguirlo.
–Un 2024 con sueños que se van cumpliendo. ¿Qué más queda?
–Estoy pensando en sacar mis productos de belleza y perfumes de la SAC. Y tengo una propuesta para diseñar una cápsula de haute y demi couture para una marca europea. Pero primero quiero que nazca el bebé. El embarazo cambió mis prioridades. Ahora pienso: “¿Por qué me hice tanto problema por esto?”
–El mejor deseo cumplido...
–Especialmente para Eduardo. Los dos lo deseábamos mucho, pero el que estaba más angustiado con cada año que pasaba y que no quedábamos embarazados, era él.
–¿Cómo lo ves como padre?
–Está feliz. Todo el día pendiente, desde que amanecemos tocándome la panza, hablándole. Dice que es como si fuera su primer hijo porque los otros ya son grandes, el más chico tiene 22. ¡Hasta quiere estar en el parto porque antes no estuvo en ninguno! A lo mejor es porque estaba más concentrado en el trabajo, con la mente en otra cosa... Yo creo que cuando conocés al amor de tu vida, tener un bebé con esa persona es una bendición.
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