Sentados y agotados. Claves para prevenir dolores posturales
La cuarentena trajo aparejado un aumento de los trastornos que resultan de la cada vez mayor cantidad de horas que pasamos en la silla
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“Sentarse es algo tan prevalente que ni siquiera cuestionamos cuánto lo estamos haciendo. Y como todo el mundo lo hace, ni siquiera se nos ocurre que puede no estar bien”, decía Nilofer Merchant en una charla de TED en la que explicaba que pasamos 9,3 horas sentadas al día. Mucho se viene diciendo sobre del hecho de que pasar más tiempo en casa a causa de la pandemia acortó la vida útil de los objetos, aumentando los procesos de deterioro. Pero ¿qué pasó con tu cuerpo en relación con el desgaste y el bienestar físico?
Desde que comenzó el confinamiento nos vimos obligados a hacer menos deporte y a pasar horas delante de la computadora, sentados y quietos. Así, muchos han desarrollado contracturas severas, tendinitis y lumbalgias por pasar tantas horas trabajando sentados, y en algunos casos niveles insoportables de dolor. “La mayoría venimos ya trabajando con una computadora, pero con la pandemia lo que se sumó fue el paso a la virtualidad de las interacciones laborales y sociales que tenemos cuando trabajamos. Lo que ya era de por sí un trabajo sedentario ahora nos condena a estar atados a una silla o a un dispositivo”, cuenta Florencia Melo profesora de yoga y técnicas de relación y atención plena.
“La cuarentena me mata”, admite Sol, que trabaja desde su casa para una agencia de marketing y la última semana recibió un susto grande: “El domingo me desperté con una especie de calambre desde el glúteo hasta la planta del pie por la compresión del nervio ciático”, cuenta Sol, que en cuarentena se encontró trabajando jornadas más largas de lo normal.
Es que como explica Melo, si antes el tiempo sentados se circunscribía al trabajo, ahora suma instancias de estudio, socialización, entretenimiento, trámites y más, en tanto el tiempo online se multiplica y hay una dependencia cada vez mayor a las pantallas.
“Cuando estamos en una computadora, estamos realizando mayormente trabajo mental, y es allí donde ponemos todo el foco, disociándonos del cuerpo, de sus sensaciones y de cualquier aviso que nos envíe. Lo grave de la situación es que la desconexión con el cuerpo y sus necesidades puede llevarnos a no registrar un síntoma que pueda significar que estamos incubando una enfermedad más grave”, advierte Melo sobre una problemática recurrente: la desatención y disociación del cuerpo.
Si bien se suele asociar el sedentarismo fundamentalmente con el exceso de peso, hay toda una miríada de problemas que trae aparejado. Uno cuando pasa mucho tiempo sentado la actividad eléctrica en los músculos de las piernas se “apaga” (por eso los calambres), las enzimas que nos ayudan a metabolizar la grasa decaen en un 90% y el colesterol bueno baja un 20%. Otro detalle no menor, estar sentados en un ángulo de 90° tampoco es lo mejor para el cuerpo; se recomienda un ángulo de 135 para poner menos peso y esfuerzo sobre la columna.
“Desde que comenzó la primera cuarentena que pasó más de ocho horas al día sentada frente a la computadora. Después del primer mes y medio empecé a sentir los primeros cambios que al principio eran sutiles: dolores de cabeza por tener contractura en el cuello, dolor de cintura y la necesidad constante de frenar y pararme mucho más seguido. Lo que más me ayudó es ir moviendo la compu a diferentes lugares de la casa y cambiar la postura. Escribo un poco en el sillón, una hora en la mesa del comedor y varias en mi escritorio, pero entre cambio y cambio estiro, camino y trato de elongar”, cuenta Eliana, comunicadora freelance.
Receta para el cambio
Tomar conciencia de la problemática es un gran paso, ya que como propone Merchant (quien sugiere agendar reuniones que en vez de que sean fijas, sean caminando) pareciera que siempre tenemos que elegir entre nuestra salud o nuestro trabajo. Por eso si vamos a estar sentados mucho tiempo, aparte de hacer 30 minutos de actividad por día como mínimo, hay que tratar de no pasar más de una hora sentados y levantarnos, caminar, elongar.
Preparar el espacio de trabajo con una ergonomía adecuada también es importante. “Desde la visión de seguridad higiene se sugiere a la implementación de un plan ergonómico para adaptar el espacio de trabajo al bienestar del cuerpo. Es imprescindible que desde la empresa se cuente con capacitación a los empleados en cuanto a riesgos que surgen por realizar su labor, más aún en tareas que parecieran ser poco peligrosas ya que al no tener el conocimiento, no se previene y es cuando suceden los accidentes o enfermedades profesionales”, propone Angie Venegas, asesora y técnica en seguridad e higiene laboral.
“Fundamentalmente focalizaría en trabajar dos cosas: la capacidad de llevar la atención al presente y darle al cuerpo variedad de movimiento para mantenerlo fuerte y flexible. Cultivar la atención plena las actividades diarias poniendo el foco 100% en esa actividad. Y realizar alguna actividad, trabajando la fortaleza del cuerpo en general pero sobre todo de los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura profunda de la columna) encargados de sostener la postura y darnos estabilidad”, concluye Melo.
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