Selfies de vacunación: un disparador de ansiedad en la era covid
La exhibición del momento en redes genera alegría pero también enojo en los que siguen esperando
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Si la etiqueta online se reconfigura una y otra vez respecto de lo que es acorde comunicar en pandemia, una nueva variable como la vacunación introduce nuevas problemáticas: desde la llamada vaccine envy (envidia de la vacuna), la ansiedad o el temor por vacunarse, hasta la censura o cancelación en casos en donde se perciben privilegios o hasta posturas antivacunas.
Hace algunas semanas la revista Wired consultó con psicólogos y especialistas ya que pareciera que estamos frente a un nuevo cuadro de FOMO (fear of missing out), solo que esta vez no se trata de miedo a perderse de algún programa, sino una ansiedad generalizada provocada por esta era de las selfies de vacunación. Así el festejo de quienes publican fotos con la vacuna o de familiares vacunados, puede producir un estado de malestar a quienes por el momento aún se quedan afuera. Según la revista esta condición está caracterizada por celos, ira o frustración por el hecho de que mucha gente, pero no uno o sus seres queridos, ya han recibido la vacuna, aún sabiendo que tarde a temprano será accesible para todos. “Estar estresados es una respuesta normal, los psicólogos llaman a esto ‘dolor ante la incertidumbre’ y es una condición asociada con las situaciones de vida que cambian rotundamente y en las que la persona no tienen control. Hoy somos devotos de la omnipotencia científica y con la pandemia eso se nos rompió”, contextualiza Alberto Álvarez, psicoanalista y psiquiatra miembro titular de APA e IPA.
Y es que más allá de lo que nos suceda como individuos ante la viralización de imágenes de vacunación, también se ponen en juego otras cuestiones a nivel social, desde la creencias sobre la efectividad de la vacunación y la confianza en la ciencia y también juicios acerca de cómo debería llevarse a cabo la campaña de vacunación. “La vacuna nos enfrenta primero con una alegría, de que por fin esta pandemia se puede terminar, pero se alza un coro de voces producto de los diferentes sujetos de la creencia, nos envenenan, nos autodestruyen, nos meten un chip, nos matan…”, sigue Álvarez.
Quizás por esto muchos eligen mostrar que se han vacunado o bien que sus parientes lo han hecho, como forma de apoyar las medidas oficiales y llevar esperanza a otros. “No suelo subirme a causas por medio de las redes sociales. Sin embargo, en esta oportunidad y con una temática tan importante como es la vacunación en medio de una pandemia, decidí postear una foto junto a mi mamá luego de que le hubieran dado la primera dosis porque es una toma de posición con respecto a la vacuna y también porque creo que la suma de los posteos puede generar esperanza. Lejos de creer que pueda generar ansiedad o envidia, creo que es un mensaje esperanzador”, dice Gloria (42), comunicadora.
“Mis dos abuelas, de 79 y 93, estuvieron abiertas a vacunarse. Las inscribimos bastante pronto en cada lugar. Al día de hoy, mi abuela de 93 recibió la primera dosis de la Sputnik V en Capital y mi otra abuela sigue esperando el turno. Yo creo que la visibilidad en redes siempre es positiva. Sobre todo al comienzo de la campaña de vacunación, ya que a nivel general había una desconfianza latente. Para mí la ansiedad de base no es la vacuna en sí, sino la pandemia. El día anterior a llevar a mi abuela de 93 al Luna Park, un colega subió una foto ahí mismo con un familiar. Ese mínimo gesto me dio el pie para consultarle cómo había sido su experiencia, y su relato fue lo que más tranquila me dejó, porque justamente me daba pánico exponer a mi abuela”, explica Rocío, de 26 años.
Un recorrido
Si la selfie como artefacto moderno ya se encontraba instalado, un nuevo eslabón se añade a la cadena con la vaccine selfie, que como destaca el New York Times se ha viralizado generando tanto un efecto proselitista como de tendencia estética. Según académicos la misma ya tiene estatus de meme y podría volverse “una de las imágenes más irónicas de este tiempo”. Inclusive desde Vogue se habla de subtendencias como la selfie de vacunación con el torso parcialmente descubierto y se analizan ejemplos, desde casos de políticos europeos al diseñador estadounidense Marc Jacobs que posó en el hospital con camisa rosa desabotonada, tapado de leopardo y perlas.
Pero frivolidad y poses a un lado, lo cierto es que algunas imágenes son muy poderosas y por eso se han vuelto el principal medio de comunicación. Son también una manera de compartir y hacer catarsis colectiva –algo para lo que las redes sociales han servido durante la pandemia–, pero también como forma de normalizar la experiencia y hacerla expansiva. Mientras que la idea es avanzar hacia una inmunidad de rebaño, la selfie de vacunación juega un rol crucial explican, ya que no se trata simplemente de una expresión de vanidad o estatus, sino que se ha vuelto una manera de volver a la multitud, sea de modo consciente o no, en “evangelizadores de salud pública”. De ahí, justamente, que las primeras imágenes hayan provenido de políticos y figuras en cargos públicos alrededor del mundo.
Más allá de que la confianza en cierta instituciones puede haberse visto doblegada durante esta fase pandémica, y aunque la selfie se piense también como una estrategia para reconstruir esos lazos de confianza, resulta difícil predecir su alcance final y total en las redes. Incluso si las omisiones también nos dicen algo –podemos pensar en el caso Trump y que no haya sido inmortalizado recibiendo su dosis–, sin dudas que ver a nuestros parientes, amigos, colegas y otros siendo vacunados conlleva una importante carga simbólica y emocional.
“Es también paradojal la reacción de nuestros semejantes ante las posibilidades de vacunarnos primeros unos y no otros. Al principio, estaba el orgullo de poder ser vacunados y la posibilidad de dar testimonio, pero las reacciones sociales a veces eran increíbles, por que él y no yo, que habrá hecho para conseguirlo”, acota Álvarez. “El estrés que genera agresividad es sentirse excluidos por diferentes razones de edad, patologías, profesión, función, dificultades tecnológicas que a veces aparenta como una gran lotería que llegue la fecha o no”
De igual manera, la polémica local en torno a la cuestión del acceso ilegal a la vacuna, sumado al debate polarizado de las redes y con el agregado de la siempre inminente “cancelación”, dificulta aún más los códigos de comunicación y el determinar la etiqueta online correspondiente. Sobre esto último pareció abrirse un nuevo subdebate en twitter, acerca de si aquellos con los medios para viajar y poder vacunarse en otro país deberían comentarlo.
“Más allá de que hoy el tema es la pandemia y en especial, la vacunación, creo que hay un exceso de atención en lo que hace el otro, y más si piensa diferente a como pensamos nosotros (la famosa grieta). El problema no es la vacuna: es el otro. Y si estás todo el tiempo viendo lo que hace el otro, algo vas a encontrar para indignarte. Las redes sociales nos brindan la posibilidad de contarle a todo el mundo lo que no nos gusta, todos los días, a toda hora, y a veces eso (nos) parece más que una posibilidad: lo sentimos como una obligación”, aporta el periodista Javier Schurman (@JaviSchur).
¿Cómo afrontar estos malestares? Si bien la incertidumbre es algo con lo que tenemos que lidiar hasta que llegue nuestro turno, se recomienda contar con el apoyo de familiares y amigos para hablar y exteriorizar estos temas de forma abierta y honesta. Mantener una “posición expectante positiva” también puede lograrse teniendo la mente ocupada en otras cosas, promover el estado de “flow” o hasta practicando mindfulness.
Otros, que reconocen que la vacunación solo agregó más ansiedad a un estado latente de inquietud producido por la pandemia, proponen no ser ni optimista ni pesimista, es decir, esperar lo mejor pero prepararse para lo peor.
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