Después del Duérmete niño surgieron alternativas menos radicales para ayudar a las familias a recuperar el sueño perdido; cómo son y en qué consisten los planes que tienen en cuenta el estilo de crianza y no dejan llorar al bebé
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María Luz Ramírez solía contar las veces que su beba se despertaba: llegaron a ser 12 en una misma noche. “Lo habitual eran entre 6 y 10 episodios, pero su récord fueron doce. Literalmente, me despertaba una vez por hora. ¿Viste cuando leés que una de las peores formas de tortura es mantener a la gente despierta, sin dormir? Yo sentía algo así. Es terrible no dormir. Durante casi un año solo hice microsiestas. Eso te afecta a nivel familiar, laboral y de pareja porque tenés discusiones que antes no tenías. Sentís culpa, pensás que estás haciendo todo mal”, relata María Luz, que trabaja en Recursos Humanos.
Pero desde algunos días, en la casa de los Ramírez se empezó a experimentar algo parecido al descanso. “La beba ahora tiene 11 meses y se despierta una o como mucho dos veces. Es una diferencia abismal, aunque seguimos en proceso de mejora –dice–. Al menos encontré una estrategia que funciona”, dice María Luz, bastante más aliviada. No lo hizo sola: recurrió a una sleep coach, una consultora de sueño infantil que se encargó de armarle distintas estrategias para ordenar el caótico descanso familiar. “Entre las dos fuimos probando de todo hasta encontrar lo que funcionó –cuenta–. No fue sencillo, intentamos con mas y con menos contacto, con más y menos acompañamiento. Fue muy personalizado. Y además no solo te explica lo que hay que hacer sino el por qué y te dice en qué etapa madurativa está el bebe. Eso sirve un montón para entender el proceso”, resume María Luz.
El sueño de los bebés y los niños menores de 5 años suele ser un tema de preocupación permanente que volvió a ponerse de manifiesto durante la pandemia, ya que en varios casos trajo consecuencias indeseables: regresiones (niños que dormían solos y volvieron a la cama de sus padres, insomnio como consecuencia de la falta de rutinas y alta exposición a las pantallas y despertares continuos) que dispararon las consultas. Desde la publicación del Duérmete niño –el famoso método propuesto por Eduard Estivill que plantea dejarlos llorar por intervalos progresivos de tiempo hasta que logren dormirse solos–, pasaron más de 20 años. En ese tiempo, surgieron algunas alternativas menos radicales que la planteada por el libro como las sleep coaches, que buscan, respetando los estilos de crianza de cada familia, armar un plan de sueño a medida para que lograr un descanso reparador.
Las consultas a estas expertas no son solo por bebes. También se hacen para niños más grandes que nunca lograron consolidar un patrón de sueño. Es el caso de Laura Martínez Paz, mamá de Mateo, de 3 años. “Estuvo en nuestra habitación hasta el año y medio, momento en que con el papá decidimos pasarlo a su cuarto con un colchoncito en el piso onda Montessori. Me quedaba una hora o más al lado hasta que se durmiera, pero así y todo se despertaba. Como familia estábamos agotados. No teníamos en claro cómo seguir –reconoce Laura–. Hasta que mi cuñada me recomendó que hiciera una consulta con una coach de sueño para que nos armara un plan. Yo estaba algo escéptica y además me parecía una excentricidad. Pero funcionó. Nos cambió la vida”, resume Laura, que dibujó, junto con Mateo, el plan de sueño que está pegado en su habitación y le sirve a su hijo de guía antes de dormir.
Este padecimiento general por el sueño infantil es algo relativamente moderno. El pediatra español Carlos González, conocido en todo el mundo por ser uno de los exponentes de la crianza con apego y defensor del colecho, afirma que el tema del sueño en bebés y niños pequeños empezó a problematizarse a partir del Duérmete niño. “Hasta que salió el libro la mayoría de los padres no consideraba que ese fuera un tema médico, no se trataba en la consulta pediátrica –plantea–. Pero como allí decía que si el niño se despierta por la noche sufre insomnio infantil, (N de la R: el libro plantea que el 35% de los niños menores de 5 años sufre insomnio) entonces muchos empezaron a pensar que era un problema. Antes solo era una molestia, pero no una enfermedad. Todos los niños duermen, pero no lo hacen en el momento en que a los padres nos convenga que duerman. Y habitualmente su sueño no es continuo”, plantea el especialista.
Entre los pediatras hay coincidencia plena de que los trastornos del sueño infantil aumentaron en pandemia. “Esto tiene que que ver con la pérdida de hábitos y rutinas tan necesarios para organizar el sueño a toda edad -sostiene Vivian Leske, especialista en el tema de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)-. La alta exposición a las pantallas, que emiten luz azul, alteran el reloj biológico. En resumen, la pandemia ha generado lo que en medicina del sueño llamamos retraso de fases, es decir, horarios para acostarse y levantarse totalmente desplazados”, plantea Leske y agrega que es importante no pasar por alto las anomalías en relación al sueño de nuestros hijos como pueden ser ronquidos. “El aumento de peso que sufrieron muchos niños en pandemia ha causado apneas que se traducen en ronquidos. Es importante no naturalizarlo”.
Por su parte, Cecilia Avancini, médica pediatra de Vittal, señala que lo que le impactó estos últimos meses en relación al sueño infantil fue la cantidad de chicos pequeños, de 2 a 5 años, que se duermen con el celular y que se acentuó en pandemia. “Algunas encuestas dicen que el 37% de los chicos lleva dispositivos a la cama a la hora de dormir. Conozco chicos de 2, 3 años que están en sus camitas con celulares, lo cual es malo porque el cerebro no interpreta que es de noche y no segrega la serotonina necesaria para el descanso”, advierte.
Expectativa vs realidad
En muchos casos el sueño infantil se ha problematizado por las expectativas poco realistas de los adultos. Por eso, una de las tareas de las especialistas es, precisamente, explicar cómo y cuánto duermen los bebes y los niños según su edad para saber qué esperar. “El bebe atraviesa por un montón de hitos en su desarrollo y eso desacomoda el sueño, por lo tanto ayuda saber por qué etapa madurativa están pasando. El bebe sabe dormir, pero hay que favorecer su sueño. Y que duerma mejor, no quiere decir que no se despierte. Por eso trabajo mucho sobre las expectativas de la familia”, explica Victoria Arnaude, (@buenossuenos) psicóloga y sleep consultant.
La especialista, mamá de mellizos de dos años, asegura que más que un entrenamiento su trabajo consiste en un acompañamiento, como lo hizo con María Luz. “Muchos padres conocen las herramientas porque están todas a mano, pero muchas veces necesitan de alguien que los contenga y los acompañe para favorecer este proceso -plantea Arnaude-. Ofrecer un ambiente adecuado, respetar las ventanas de sueño, leer las señales de un niño cansado y empezar a adquirir buenos hábitos para que los bebes puedan dormir en el lugar en el que la familia decida (ya sea la cuna, la cama de los padres o su propia cama) es fundamental. Siempre digo que en la medida que se quede dormido ahí y no en los brazos, le va a ser mucho más fácil volver a dormirse. No hay una única forma, la idea es acompañar todo tipo de crianzas y ser abiertos y amorosos con las decisiones del otro”, sostiene.
Lo mismo resalta Rocío González (@rociogonzalez.sleepcoach), que asesoró a Laura y a muchas otras familias desde que decidió dedicarse de lleno a esta vocación. Cuando fue mamá en 2013, también de mellizos, empezó a interesarse por las cuestiones relacionadas con la maternidad y dejó su puesto en una multinacional. Desde entonces es consultora de sueño infantil. “Cuando ellos nacieron sufrí mucho el momento de llevarlos a dormir. En ese entonces no había muchas opciones: era el Duérmete niño o nada. Y yo no era de ese estilo de crianza, no me gustaba dejarlos llorar -confiesa-. Investigué por mi cuenta y descubrí que en Estados Unidos estaba la figura de sleep coach y me empecé a meter mucho el tema. En 2018 hice la certificación y a partir de ese momento me dedico a acompañar a las familias para que sus hijos duerman mejor, respetando su estilo de crianza”.
González asegura que no hay una sola manera, sino muchas y que es posible no traicionar la forma elegida de criar a un niño. “Por ejemplo, muchas me dicen ‘yo quiero que duerma mejor pero manteniendo el colecho’. Y está perfecto. No porque hagan colecho no se puede trabajar. Se puede armar un plan tanto si hacen colecho, si buscan sacar al bebe de la cama pero manteniéndolo en la habitación de ellos y también si quieren que duerma en su cuarto. La clave es que elijan lo que elijan lo mantengan y estén convencidos, que se atengan al plan. Se tarda más o menos unas tres semanas en adquirir el hábito”, sostiene Rocío.
Arnaude destaca que se trata de acompañar al bebe o niño de forma amorosa: “Lo que hago es ayudar a encontrar una metodología que se adapte a cada familia. Hay algunas mamás que me dicen ‘mi bebe se duerme tomando la teta’ y está perfecto si la dinámica les funciona. El tema es cuando deja de funcionar. Ahí hay que probar otra cosa. Pero yo no voy a decirle que saque las tomas nocturnas. Seguir o no con eso lo tiene que decidir la familia asesorada por el pediatra. Lo importante es saber que sea cual sea la decisión familiar se puede mejorar el sueño. En todos los casos se trata de acompañarlos con presencia o contacto, no dejarlo llorar solo”, sostiene.
El secreto: la constancia
Constanza Fernández es mamá de Joaquina de dos años y Federica, de 3 meses. Cada vez que le preguntan cómo se animó a tener a las dos tan seguidas, ella contesta que fue clave que la mayor durmiera bien desde recién nacida. “Con la más grande seguí los tips que me dio Rocío y me fue tan bien que me animé a ir por la segunda rápido -confiesa-. Nunca fue un problema porque ni bien nació, consulté con ella que me dio varios pautas y funcionaron perfecto. Obvio que no es magia, es algo paulatino y ahora que nació la hermanita tiene sus regresiones, pero conoce la metodología y enseguida vuelve”. Con la más chiquita Constanza también aplicó las mismas estrategias: “La beba duerme al lado mío en su cuna colecho y hace tirones de varias horas. Poder dormir y que ellas también lo hagan te cambia la vida para bien. Es una inversión pero vale la pena”, dice Constanza, que sostiene que la clave del éxito es estar convencida y seguir a rajatabla la rutina.
De hecho, Laura, la mamá de Mateo cuenta que sus salidas están pensadas en función del descanso de su hijo: “Hay que respetar el plan incluso los fines de semana y los feriados. Por ejemplo, no pueden pasar mas de 6 horas desde que se despierta sin que duerma. Si levanta a las 8, a las 14 debería tener su siesta. Y nunca pasarse de las 15. Si sucede, es preferible mantenerlo despierto y acostarlo antes -comenta-. En mi caso, Rocío me hizo entender que la rutina les da seguridad, que es lo que necesitan para descansar bien”, sostiene Laura, que se volvió una experta a la hora de dormir a Mateo. Algo que hace unos meses le hubiera resultado impensado.