Susana Sarco se anotó en las primeras competencias cuando tenía 59; a los 70 ganó su primera copa mundial y a los 81 la última en su categoría
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Con casi 84 años, Susana Marta Sarco ostenta una genética privilegiada y una vitalidad envidiable. Oriunda de Rosario, impresiona con su voz clara, un físico juvenil y una energía inagotable. No es casualidad que esta atleta, nacida el 27 de enero de 1941, haya sido coronada cuatro veces campeona mundial de maratón.
Recién llegada de Chilecito, en La Rioja, donde participó en el Desafío Ichura atravesando escenarios naturales en medio de las sierras, Susana fue la más ovacionada del contingente. Ella se ríe, incrédula, y asegura que siempre la ha acompañado una gran cuota de suerte. “No tomo medicamentos y me alimento sano, pero creo que también tengo suerte. No siento ni un dolor porque, como siempre digo, salir a correr me cura”, reflexiona en diálogo con LA NACION.
A esta altura, casi ha perdido la cuenta de los lugares del mundo que visitó gracias a su organismo privilegiado. El último fue Suecia, en agosto, cuando salió segunda en una carrera internacional. De haber obtenido el primer puesto, habría alcanzado el campeonato mundial nada menos que por quinta vez.
Su debut en el podio fue en Sacramento, California, en 2011, cuando tenía 70 años y quedó sorprendida con el resultado. Desde entonces, decidió exigirse más, y dos años después, en Porto Alegre, Brasil, volvió a subir a lo más alto. En 2017, en Corea del Sur, no solo consiguió la medalla de oro, sino que rompió su propio récord de tiempo. Finalmente, en 2022, gracias al apoyo de sponsors y personas solidarias, viajó a Finlandia y otra vez se consagró campeona.
–Susana, ¿cuándo decidió comenzar a correr?
–Siempre me gustó el deporte; de joven practicaba básquet. Cuando me casé y nacieron mis hijos, me ocupé de la familia, la casa y el negocio familiar de cortinas, que ahora manejo sola porque acabo de quedar viuda. Con el tiempo, a los 59 años, noté que tenía más tiempo libre, así que me lancé a la primera maratón que organizaba Canal 5 de Rosario. Fui sin entrenar, y aun así, salí cuarta. Ese fue el puntapié inicial.
–¿Cómo reaccionó su familia?
–Maravillosamente. Mi esposo siempre me alentaba a entrenar, sin importar el clima. Aunque ahora estoy en pleno duelo tras 50 años de matrimonio, correr me ayuda a sentirme mejor. Mis hijos no viven en Rosario: Cristián está en San Luis y Natalia en Nueva Zelanda. Ambos me siguen de cerca y saben que cada carrera me deja feliz y renovada.
–¿Qué siente cuando corre?
–Es algo que no puedo explicar. Me siento como flotando, pensando solo en cosas lindas. Es un orgullo representar a la Argentina. Al principio corría solo en Rosario y era hermoso, pero con el tiempo todos me animaban a competir en las “grandes ligas”. He conocido muchos lugares del mundo. En algunos, como en Francia, me caí y volví lesionada, pero eso nunca me bajoneó.
–¿Cuántos kilómetros entrena por semana?
–Salgo dos o tres veces por semana y corro unos 10 kilómetros; los fines de semana corro entre 15 y 17 kilómetros. Sigo los sabios consejos de mi papá, que era deportista y me enseñó técnicas de respiración. Antes de cada carrera, me hago chequeos médicos para viajar tranquila.
–¿Cómo es su vida cotidiana?
–Como dije, sigo trabajando en el taller de cortinas y visito mucho a mis nietos, Máximo y Brunela, que están en San Luis. Además, tengo amigas que celebran cada uno de mis logros, como cuando fui declarada deportista distinguida en Rosario, Villa Cañás y hace poco en Arroyo Seco, Santa Fe. Fue realmente emocionante escuchar al intendente hablar de mi perseverancia y llevarme a casa una copia del decreto y la bandera de la ciudad.
–Su último viaje largo fue a Suecia, en agosto, después de quedar viuda y con una molestia en la rodilla. ¿De dónde sacó fuerzas?
–La verdad que no sé de dónde, pero lo hice. No tenía ganas de participar, y mis hijos me dijeron algo muy real: “Papá hubiera querido que fueras”. Eso me impulsó. Una semana antes me había caído y tenía la rodilla lastimada, además del esfuerzo económico que significaba el viaje. Esta vez no contaba con apoyo y fueron mis hijos quienes me costearon el viaje.
–¿Suele hacer turismo además de competir?
–[Ríe] Sí, por supuesto. Siempre aprovecho los viajes para pasear y conocer. Además se forman grupos muy lindos y me encanta descubrir cada lugar.
–¿Qué clima prefiere para correr?
–Prefiero el verano, sin lugar a dudas. Amo el sol, porque me da energía y vitaminas.
Rosarina y orgullosa
Nacida y criada en Rosario, Susana se casó con Adolfo Acuña hace medio siglo. Fruto de su matrimonio nacieron Cristián, que es odontólogo y músico (toca el saxo), y Natalia, profesora de Educación Física.
“Mi papá no era deportista profesional, pero amaba el fútbol y jugaba muy bien. Esa pasión la heredé ya su vez se la transmití a mi hija”, cuenta Susana.
Subir al podio es una felicidad difícil de explicar, confiesa. “De todos modos, mi desafío es competir y llegar a la meta. Claro que me encanta ganar”.
Hoy, Susana no duda en alentar a las mujeres que sienten inclinación por correr, sin importar la edad. “Yo tengo suerte de estar bien física y mentalmente, pero muchas personas se niegan antes de intentarlo. A todos ellos, les aconsejo que tomen coraje y salgan a correr”, concluye.