Su consumo creció un 35,8% en la pospandemia, pero en algunos estilos el salto fue del 177%
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Los meses de encierro durante la pandemia de Covid-19 marcaron un aumento del consumo de vino que tuvo como contrapartida una caída de los espumantes. Después de todo, recluidos entre cuatro paredes, las situaciones de festejo compartido se vieron reducida a su mínima expresión, lo que afectó a las burbujas que en la Argentina son símbolo de celebración. Pero las estadísticas de la pospandemia inmediata muestran no solo signos de recuperación de los vinos espumosos, sino también la profundización de cambios en los hábitos de consumo.
En 2021, el consumo de espumante fue un 35,8% mayor que en 2020, revirtiendo por primera vez una caída que comenzó en 2015, año que marcó el momento de mayor auge de esta bebida. “Las ventas tuvieron un aumento hasta el año 2015, luego del cual comenzaron a disminuir, tocando su piso en 2020, año de la pandemia, en el cual se comercializó el menor volumen de los últimos 12 años”, dijo Martín Hinojosa, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
“Efectivamente, el consumo de espumantes está en recuperación –confirmó Ignacio Inchausty, desde Rutini Wines–. Los cambios de hábitos en los consumidores y en los canales de venta como consecuencia de la pandemia son las razones más marcadas. Su pico de consumo se da en los meses de noviembre y diciembre con los festejos de fin de año, los regalos empresariales y la temporada alta de casamientos. Pero hoy se está viendo que hay un consumo constante durante el año en menús de maridaje, en coctelería de autor, como aperitivo o en largas sobremesas”.
Estadísticas más recientes delatan nuevos cambios de hábito. La venta de espumantes de agosto 2022 es un 68% mayor que la de 2021, pero si se miran los datos de marzo –mes del año en que las ventas suelen estar “tranquilas”– y se compara 2022 contra 2021, se observa un incremento del 21%. Este es un signo que respalda la tendencia de desestacionalización del consumo de burbujas, que en la Argentina solía estar concentrado en las fiestas de fin de año.
“Un claro ejemplo de la desestacionalización del consumo es que durante 2022 vendimos el 50% de nuestro volumen en los primeros 6 meses del año”, comentó Gustavo Perosio, director general de Moët Hennessy Argentina, y agregó: “Uno de los factores que han ayudado a la desestacionalización es que el consumidor ya no teme a maridar las comidas con espumosos”.
“Hoy se ve con mucha mayor frecuencia el consumo asociado a la comida, cosa que antes era poco frecuente. Otro punto que empezamos a notar es un incremento en el consumo de espumantes en discos de alto target. Pero no me refiero a las botellitas pequeñas sino a burbujas de alta gama, incluso Champagne. Eso que antes era una rareza, hoy es cada vez más habitual –señaló Matías Torres García, presidente de Rosell Boher–. Creo que tras muchos años de ser solo un slogan, hoy la desestacionalización del consumo de espumantes es una realidad”.
Dulce y amargo
En las estadísticas del INV se observan dos datos que describen tendencias en el consumo de espumantes. Si bien la mayoría de los vinos espumosos que se consumen en Argentina son “secos” (aquellos de bajo contenido de azúcar, como los de las categorias Brut, Brut Nature o Extra Brut), los que más crecen son los dulces: estos saltaron un 78% entre 2020 y 2021, incremento que representa en volumen unos 5,5 millones de litros extra.
“Si bien las tendencias de moda y salud nos orientan hacia lo seco, hay un gran público amante de los vinos espumosos dulces. En particular la juventud, que viene de otro tipo de bebidas y que encuentra en los dulces un producto más amable. Pero en definitiva tenemos consumidores de todo tipo que los consumen como mezcla en diferentes preparaciones, con hielo o en su estado original”, describió Andrés Heiremans, gerente general de Bodega Cruzat
“Creo que este crecimiento se debe a que al ser un espumoso que se puede tomar con hielo y muchas veces agregarle algún twist de sabor, hace que sea más fácil su consumo, descontracturado, e incorpore nuevos consumidores a la categoría –argumentó Perosio, cuyo dulce Chandon Delice es la segunda etiqueta más vendida de su portfolio–. Su consumo es variado y versátil, y se lo bebe tanto en la noche como en situaciones más diurnas”.
Otra categoría cuyo crecimiento es –literalmente– explosivo es la de los llamados “espumantes compuestos”, que entre 2020 y 2021 crecieron un 177%. Se trata de una categoría nueva, introducida por el INV en 2019 a raíz del lanzamiento de Chandon Apéritif, y que se define como vino espumoso que contiene una infusión alcohólica vegetal. Aperitif, justamente, obtiene su identidad de espumante con un toque bitter gracias a la incorporación de un macerado alcohólico de naranjas y especias.
Estas bebidas ingresaron en situaciones de consumo más cotidianas, como el aperitivo o el cocktail, por lo que nacieron sin el corset de ser bebidas “para el brindis”.