Refugio en las bicisendas
Las restricciones reforzaron el uso de la bicicleta y las ventajas de la movilidad propia: los polos urbanos para comer y entrenar se consolidan como la opción más elegida por quienes transitan la ciudad en dos ruedas
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Llevan 12 años entre los porteños, y sin embargo el 2020 las resignificó por completo: hoy la Red de Ciclovías y Bicisendas protegidas tiene una extensión de 267 km, incluyendo los últimos 17 que se agregaron en las avenidas Córdoba y Corrientes, casi “autopistas de bici”. Con los transportes públicos restringidos, las bicicletas volvieron a brillar con fuerza en las bicisendas y calles de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, incrementando su uso en un 83% con respecto a 2019 (y estimando que para 2023 se harán un millón de viajes diarios según datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).
“Veo en la calle lo que estudio en mi trabajo: bicisendas llenas y un pedido cada vez más recurrente de ampliación y extensión. Por eso, la implementación en avenidas de variantes de una sola mano es una buena respuesta. Desde su aplicación, la circulación aumentó un 146% en Córdoba y un 113% en Avenida Corrientes, donde además las mujeres pasaron del 11 al 28%, sugiriendo que este cambio genera más seguridad”, apunta Gabriel Lanfranchi, arquitecto y magíster en Economía Urbana y coordinador del Plan Urbano Ambiental del GCBA. Con respecto a las mujeres, en 2020 significaron el 22% de los viajes en lo que la Ciudad denomina como el macrocentro y un 29% en el resto de CABA, aumentando entre dos y tres puntos con respecto a años anteriores, según un informe de la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad de Buenos Aires.
“Estos momentos de shock hacen que cambiemos nuestras rutinas, pero a la vez son instancias fértiles para que el Estado transforme su infraestructura. Es momento de apostar por la caminabilidad, las supermanzanas, la ciudad de cercanía”, detalla el experto. En ese camino, el gobierno se encuentra trabajando en una instancia de actualización del plan urbano ambiental, proponiendo una manera nueva de trabajar con la ciudadanía: “La PlanificAcción”. Este método contempla cómo va a crecer la ciudad, teniendo en cuenta temas estratégicos como equidad de género, integración sociourbana, cambio climático y digitalización.
En este contexto, las bicicletas ganan una nueva capa de valoración para el desplazamiento urbano. Sinónimo de movilidad individual y al aire libre, se convirtieron en un aliado tan funcional como atractivo, que permite llegar a los lugares deseados sin necesidad de usar el transporte público. Y así, con nuevo énfasis en estos duros tiempos de restricciones, se fueron reconfigurando distintos y efervescentes circuitos que ponen de relieve cómo la bici pasó a ser una suerte de refugio móvil, disparador de múltiples posibilidades para transitar y vivir la ciudad, incluso en pandemia.
“Empezamos a pedalear más desde que no podemos irnos muy lejos de casa y lo usamos como transporte para ir a trabajar. Antes viajábamos o hacíamos pequeñas escapadas, pero ahora obviamente todo eso cambió. Vivimos en un departamento, hacemos trabajo híbrido –presencial y home office– y trabajamos muchísimo en la semana. Entonces llega un momento en que necesitamos descomprimir. La bicicleta en ese sentido es nuestra aliada”, explica Lucía Castellano, una licenciada en administración de 34 años que vive junto a su novio en Villa Crespo. Para ellos cada fin de semana es la oportunidad de un nuevo paseo y aunque le sacan provecho a toda la red de ciclovías, la de Gorriti es su preferida por cercanía. “Aprovechamos para comprar café o algo fresco y sobre todo disfrutamos de una salida recreativa. Pedaleamos para renovar energías y arrancar la semana con más pilas”, asegura.
La ciclovía más chic y vibrante de la ciudad es sin dudas la que recorre la calle Gorriti en toda su extensión, desde Billinghurst a Dorrego. En esas 25 cuadras se suceden algunos de los locales gastronómicos más mentados de la ciudad, como el naturista Buenos Aires Verde, el bistró francés Á Nos Amours o la propuesta de sabores de NOLA. También el encantador Paul French Gallery, y el muy francés Pain et Vin. Si se busca cocina italiana, Gorriti también lo tiene: la impronta de trattoria canchera de Il Ballo del Mattone se combina con el expertise de la pasta de Il Matterello. Hay buenas hamburguesas y panchos en Dogg, París Burger, 7030 y Desarmadero. También pizzerías napolitanas, cafés de especialidad, pastelerías dignas de París; la tendencia que se busque está en estas calles.
Palermo reloaded
“No está exactamente sobre Gorriti sino sobre El Salvador y Malabia, pero no hay vez que no me desvíe para levantar una taza de café de Cuervo. Es excelente, y además lo puedo pedir con leche de almendras casera”, cuenta Marina Beltrán, de 35 años, que vive en Colegiales y trabaja en una productora en Palermo, y los tres días que hace oficina presencial se sube a la bicisenda en General Enrique Martínez y pedalea hasta cambiarse de barrio y llegar a Gorriti. “Otro lugar donde disfruto mucho parar es Ninina. Me gusta pedir algún croissant a la mañana o acercarme a almorzar, porque tiene ensaladas power y también tartas generosas”, relata.
“Mi bicicleta siempre estaba rota, hasta que hace medio año empecé a salir con mi actual novio y vi cómo él la usaba para todo. Tanto, que me llevó a arreglar la mía a un ‘lutier de bicicletas’ y ahora es nuestro gran medio de transporte”, ilustra por su parte Agustina Chiappe, cuyo radio de acción gira en torno de las bicisendas de Palermo, el barrio de su novio Maxi. “Él me acercó a la bici y yo a él al vegetarianismo”, sentencia, relatando que algunas de sus paradas favoritas son Eléctrica Pizza, Benaim o La Casa del Árbol.
Bordeando el río
Este circuito se pedalea por el Bajo, bordeando el río desde Vicente López a San Fernando. Es el que utilizan los ciclistas que buscan entrenar: un recorrido por el vial costero de Vicente López aporta alrededor de 1,5 km de pista con vista al río. Para Marcos Abastante, abogado de 36 años, el recorrido sigue por Eduardo Ramseyer, bordeando las vías del Tren de la Costa. Allí recomienda avanzar hasta la Reserva Ecológica, 2 hectáreas verdes a la vera del río. “Luego esa calle se transforma en Sebastián Elcano, donde aparecen clásicos como Malloy’s y Fedra’s Garden, con explanadas ideales para tomar sol”, apunta. Continuando por esa calle está el archifamoso Perú Beach. Luego, el circuito cruza la vía del tren, retoma por Juan Díaz de Solís y Juan Bautista de Lasalle. Al cruzar Primera Junta, todo cambia. “Empieza a poblarse de casas bajas, chalets, mucha arboleda. Ahí se convierte en una arteria con prioridad para ciclistas los sábados y domingos”, relata Marcos. Su recorrido sigue con una parada en Bike & Coffee, en la estación de Punta Chica. Cuando Lasalle se convierte en General Arias, Marcos cruza al otro lado de la vía en busca del Parque Náutico de San Fernando. “No es tan conocido. Hay food trucks y mesas para sentarse a mirar el río”, cuenta.
Cristian Pecile, de 35 años e ingeniero informático, también elige esta zona para entrenar los fines de semana. A la pasada por el vial costero le agrega luego una parada en Preto, un café de especialidad del centro de Martínez. Para quienes arrancan más tarde propone detenerse en Pizza Latina (“estilo napoletana y con versiones individuales”) o en Elefante Bar. En su siguiente parada, la rotonda de Dardo Rocha y Perú, comienza el Paseo de Bicicletas, un espacio que los domingos a la mañana se cierra al tránsito y es ideal para ir en familia. “Con mis amigos tomamos este recorrido en conjunto con la vuelta al Hipódromo y al Jockey Club, y en cinco o seis vueltas hacemos casi 30 kms”, describe Cristian.
La elegancia de Devoto
Al oeste de la ciudad de Buenos Aires, Devoto es otro barrio que cautiva a ciclistas. Su mezcla de casas bajas y elegantes con pequeños polos gastronómicos hace a una combinación muy atractiva. Así lo vive Julia Marzik, actriz y comunicadora de 32 años, quien descubrió esta ruta tras mudarse a Villa Urquiza. “Suelo hacer una vuelta que empieza por Parque Chas y Agronomía y sigue por Devoto, para volver por Villa Pueyrredón, aunque no tengo un circuito fijo”, relata.
Lo que sí tiene claro, sin embargo, es que las mejores paradas están en este barrio al límite con la General Paz. “Un barcito particular que me gusta mucho es Acacia Negra, al borde del tren. También es interesante Compadre, con buen café y pan de masa madre”, apunta. Con la plaza Arenales como epicentro del barrio, una de sus particularidades es la existencia de varias diagonales que confluyen en este punto verde. En las esquinas “extra” que generan esas intersecciones fueron a ubicarse varios otros cafés, uno más cálido que el otro. “Y un clásico de la zona del que todos hablan es Café de García”, cuenta. Para los que buscan un polo bien completo, en tanto, la ya mencionada Plaza Arenales nuclea nombres como Alicia, Antares, Cucina Paradiso, Mecha y Laganini Jazz Bar.
Pero la belleza de este barrio radica más en su sosiego. En sus callecitas empedradas, que aunque no sean las ideales para la bicicleta sí son las más lindas, en sus casas bajas y en ocasiones centenarias, en sus calles anchas y tranquilas, en su generosidad de arboledas y sombra. Con un prolífico trazado de bicisendas, Devoto ofrece un recorrido a piacere, permitiendo guiarse por el ojo y la intuición, y derivando siempre en algún recodo pintoresco. “Y cuando te perdés, es solo cuestión de cruzar la próxima avenida o vía para ordenarte”, recomienda Julia. En ese ejercicio pueden surgir los mejores hallazgos.
Más postas
Entrenar en San Isidro
Para los que entrenan, el circuito del Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro provee calles bien pavimentadas para un pedaleo de alta velocidad. El mejor regreso es por el Camino de la Ribera Norte, que bordea puntos como el Club Hípico del Norte y el Club de Pesca y Náutica Las Barrancas
Costanera Norte
La bicisenda de Costanera Norte comienza en la avenida Sarmiento y termina en el Parque de la Memoria, logrando una imbatible vista del río y bordeando locales como Enero, Los Platitos, Moby Dick o Happening
Figueroa Alcorta
Más hacia arriba, la ciclovía de Figueroa Alcorta genera un interesante recorrido que atraviesa el bajo de la ciudad, desde Udaondo hasta avenida Alvear, pudiendo pasar por postas como los bosques de Palermo, el Planetario, el Malba, el Parque de la Flor y la Facultad de Derecho
Corazón de Recoleta
La más elegante tal vez sea la de la calle Montevideo, en pleno corazón de Recoleta. Desde Avenida Del Libertador hasta la plaza Vicente López, la ciclovía bordea hoteles, embajadas y algunos negocios coquetos como la tienda vintage Boycapel o la galería de arte de Miranda Bosch, aunque también con espacio para la tradicional panadería Dos Escudos o L’Epi
Hacia el sur
En tanto, en el sur de la ciudad, la bicisenda de la calle Irala y Aráoz de Lamadrid une el Parque Lezama con Caminito y el Riachuelo, íconos de La Boca. Un circuito que permite acercarse a Proa y al Museo Benito Quinquela Martín, reuniendo bohemia y arte en un solo pedaleo.