Salidas en globos aerostáticos, bautismos en paramotor, planeador y sobrevuelos en helicóptero: un muestrario de actividades que se realizan aquí nomás
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Como aquellos viejos pioneros de la aviación, Marcelo Toledo sube y baja por el campo de vuelo en su paratrike (parapente motorizado), a la altura del km 71 de la ruta 205. Hay una impronta cotidiana en sus despegues y aterrizajes. Claro que, si se trata de la primera vez, la adrenalina fluye de los pies a la cabeza. “El paratrike es una especie de triciclo motorizado, donde el pasajero se sienta y puede volar mientras saca fotos o filma, ya que no tiene que hacer una acción física, no tiene que correr para despegar y sincronizar la carrera con el piloto.
De esta manera pude llevar una señora de 91 años hasta chicos con dificultad motriz que deseaban cumplir el sueño de volar”, cuenta Toledo, instructor y constructor de paratrikes. Y añade: “Si se respetan las condiciones climáticas, con vientos que no superen los 15 km por hora, el paratrike debe ser una de las máquinas más seguras de la aviación. Con el tiempo esto dejó de ser un deporte de riesgo, y hoy se lo considera un deporte de aventura”. Una vez colocado el casco y encendido el motor, la vela se infla y el vuelo en tándem (el instructor va sentado atrás, y el novato, adelante) comienza. El despegue se inicia con un breve carreteo de unos 15 metros.
Las ruedas se elevan y… ¡a volar! Más allá de que el paramotor puede cobrar importantes altitudes en este campo se vuela a una altura máxima de 660 metros. Comienza a elevarse cuando alcanza los 37 km de velocidad y una vez en el aire, puede trepar hasta 67 km por hora, según la dirección del viento. Durante el vuelo, los pasajeros mantienen comunicación permanente con el piloto, con equipos de audio que se activan con la voz. “El parapente vuela por sí mismo, sólo necesita un desnivel como plataforma de despegue. Por eso en los lugares de montaña no precisan volar con motor. Lejos de esos lugares, la única opción es valerse de una propulsión auxiliar, como una hélice, para que el parapente pueda volar sin tener una pendiente”, explica Toledo.
El vuelo es muy tranquilo y se despliega en un radio de hasta 5 km a la redonda en la zona rural de Cañuelas. Según las condiciones climáticas, dura alrededor de 15 minutos.
El vuelo es muy tranquilo y se despliega en un radio de hasta 5 km a la redonda en la zona rural de Cañuelas. Según las condiciones climáticas, dura alrededor de 15 minutos. El aterrizaje es suave y liviano. Sólo resta el último carreteo y la sensación de haber surfeado el cielo . Escuela de paramotor y paratrike La Búsuqeda, en el km. 71 de la ruta 205 a medio camino entre Cañuelas y Uribelarrea.
Los vuelos se realizan todos los días, al amanecer o al atardecer. El valor del bautismo en paratrike cuesta 18.000 pesos, los 15 minutos. www.paramotorlabusqueda.com. WA 11 6092-0495
En globo aerostático
A 80 km de Buenos Aires, en Carlos Keen, Luján, se ofrecen travesías en globo aerostático. Es un vuelo de aventura: si bien el piloto puede controlar la altura y guiarse por las corrientes de aire, es muy difícil determinar el lugar exacto del aterrizaje, sólo existe control de la altura. Los despegues se realizan preferentemente al amanecer, cuando los vientos se calman y el cielo se pone como un “mar de aceite”, condición ideal para elevarse y volar durante 45 minutos, según las condiciones meteorológicas. Los vuelos nunca son iguales y se realizan con un vehículo de apoyo, que se encargará de recoger a los aventureros una vez que aterricen.
En el aeródromo, inflar el globo es todo un ritual y se realiza con ayuda de los pasajeros. “La duración total de la actividad es de 3 horas. La vista es única como en un mirador de 360 grados. Volamos a una altura promedio de 200 metros y podremos observar la Basílica y la vida cotidiana de Luján”, cuenta Adrián Barozza, instructor de Flotar en Globo, empresa que realiza estos vuelos de bautismos, también dedicada a la fabricación de globos aerostáticos.
“Cada experiencia es única. Según la dirección y velocidad del viento, podemos recorrer de 10 a 15 kilómetros o quedar suspendidos dentro del predio. Estamos en contacto con la naturaleza, vemos animales típicos de la zona, como así también el trabajo en el campo, la siembra, el ganado, la cría de caballos”, explica Barozza. Para el aterrizaje, sin dudas la parte más excitante, el piloto busca un área preferentemente sin siembra y sin animales próxima a un camino. Al finalizar, un vehículo de apoyo los va a buscar para volver con el globo desarmado al lugar de partida. Requisitos: tener entre 6 y 70 años y pesar hasta 80 kilos. El valor del bautismo es de 35.000 pesos por persona. Se reserva con 30 días de anticipación. Informes: 11 5644- 2801.
El silencio del planeador
La prueba comienza con un remolque. Un avión remonta al planeador con una cuerda hasta alcanzar los 500 m. Después la cuerda se desprende, el avión remolcador regresa a tierra, y el planeador queda librado a su suerte, regido pura y exclusivamente por las corrientes térmicas.
Los vuelos de bautismo duran entre 15 y 40 minutos, de acuerdo a las condiciones meteorológicas, y se adaptan al gusto de cada uno. “En condiciones meteorológicas apropiadas, un planeador puede volar cientos de kilómetros por varias horas valiéndose exclusivamente de los factores naturales. Están quienes quieren disfrutar de un vuelo tranquilo y silencioso, contemplar el paisaje, mientras otros buscan un vuelo a pura adrenalina, sentir la velocidad, el vacío o el vértigo. La idea es que sea algo placentero y que cada uno elija el vuelo que quiera experimentar”, explica Daniel Chattás, piloto e instructor en el Club de Planeadores Cañuelas, desde 2011.
Para realizar un bautismo en un planeador doble comando el único requisito es ser mayor de 14 años, y tener ganas de probar una experiencia de vuelo diferente y silenciosa. Club de Planeadores Cañuelas: ruta 3, km 72,5. (Camino a Udaondo). Reservas: 15-6303-9001; www.planeadorescanuelas.com.ar. Valor de vuelo de bautismo: 10.000 pesos.
Paseos en helicóptero
Los vuelos se realizan en un helicóptero Robinson 44, con capacidad para el piloto y 3 pasajeros. No hay límite de edad ni otro requisito, y se vuela a una altura promedio de 500 a 1000 pies (150 a 300 metros) dependiendo de las condiciones meteorológicas o el tránsito aéreo. Y según la duración del recorrido, el paseo ofrece distintas vistas de la ciudad de Buenos Aires.
“Si se contrata un vuelo de 20 minutos, el circuito comprende el Autódromo Gálvez, la Villa Olímpica y los estadios de Boca, Racing, Independiente, Huracán y San Lorenzo. En los vuelos de 30 minutos se suma Caminito y parte de Puerto Madero, y en los vuelos de 45 minutos también sobrevolamos la costa del Río de la Plata hasta zona norte y el Delta”, detalla Lucio Faga, director de Helicópteros Buenos Aires, empresa que realiza este tipo de vuelos recreativos.
“El vuelo promedio es a 140 km por hora; recorridos que en auto serían de varias horas, en helicóptero son apenas unos minutos”, apunta Fraga. También es habitual contratar el servicio para diferentes eventos, como cumpleaños de 15 o traslados. Helicópteros Buenos Aires. Punto de partida: Aeródromo Matanza, Autopista Richieri y Camino de Cintura. El recorrido de 20 minutos cuesta 42 mil pesos; 30 minutos, 69 mil pesos y 45 minutos, 109 mil pesos por salida para 3 personas. Más información: Instagram @helicopterosbuenosaires o WA 114140-0016.
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