Pionera en el mundo de las DJ, actriz de vocación y emprendedora, dice que sigue apostando al amor a pesar de todo
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Puli no para. Camina, toma agua, habla con el local de Puli.D Shoes, en Palermo, ultima detalles de la colección de invierno que lanzará en febrero. Atrás se escucha la voz de su hijo Felipe que la reclama para jugar a la canasta. Esa noche, como todos los jueves, va de DJ a José Ignacio, a ponerle música a Napule Notte, el restaurante italiano que tiene reserva completa. Tiene la agenda cargada de fiestas privadas que la quieren en la cabina poniendo su música, como siempre “dándolo todo”. Al mismo tiempo, mientras va de la playa al parador, repasa la letra de La Misma Sangre, la obra de Leo Azamor con la que volvió a actuar en 2023, que fue exitazo, y que se repondrá en abril en el teatro El Grito.
“Mi mamá siempre me decía que era su sol. Ella me crió como un ser libre. Soy como una topadora. Tengo en mi ADN esto de dar alegría”, cuenta la DJ que hoy hará bailar a José Ignacio, pero que reconoce que le cuesta mucho ir a fiestas como invitada “porque las masas me dan claustrofobia”.
–Sos una máquina de trabajar.
–Desde muy chica me gustó trabajar. Durante los veranos, acá en Uruguay, me iba a la farmacia de La Barra y me ofrecía de vendedora o cajera. Hice de todo: fui profesora de teatro en un colegio, trabajé en un Blockbuster, también en la universidad, en Estados Unidos... Siempre quise sentirme útil. Creo que cuando uno viene de este tipo de familias, donde las necesidades económicas están resueltas, tiene una responsabilidad mayor. Porque lo que te vino de arriba es fruto del trabajo de alguien. Desde chica tengo la certeza de que las cosas cuestan y hay que cuidarlas. Tengo que dar el ejemplo a mis hijos. Nunca podría haber sido una señora que se sienta a tomar el té, no está en mi esencia. ¡Antes muerta que quieta! Siempre hay que estar atenta a ver qué tren está pasando. Mientras tenga capacidad de trabajo, no me voy a queda sentada.
–Tu primer trabajo formal fue como organizadora de eventos. ¿Por qué?
–Yo siempre fui DJ, desde muy chica, desde que mi abuela me regaló un “doble casetera” y me pasaba horas escuchando la radio, grabando mis propios enganchados para después armar mis fiestas. Pero, es cierto, arranqué como organizadora de eventos porque quedé maravillada cuando vi cómo Gloria Cesar, que es una especie de tía, ayudó a mamá con la organización de mi casamiento. Me encantó. Además, la noche era un mundo de hombres y para ser DJ necesitaba equipos que no tenía... ¡Tampoco tenía los vinilos! Después, con los años, empecé a hinchar otra vez con el tema de la música, cuando todo se digitalizó. Además, me casé con un DJ (por Chule Bernardo). Así volví a mi pasión.
–Sin embargo, siempre dijiste que tu vocación era ser actriz. ¿Qué se esconde tras las máscaras?
–La actuación es mi pasión. Desde muy chica armaba obras de teatro y los domingos, quien estuviera en casa, perro o madre, tenía que ver mi show. Era muy amiga de la nieta de Tita Tamames y, en los veranos, cuando iban a almorzar Carlitos Perciavalle, China Zorrilla y Susana Giménez, nosotras armábamos un show para todos. Mi mamá decía que perdía el tiempo conmigo mandándome al colegio, que debería haberme mandado a Hollywood. Cuando terminé la escuela secundaria me fui a estudiar a Nueva York. Me aceptaron en el Lee Strasberg porque mi tía abuela, María Luisa Bemberg, había estudiado ahí. Siempre le decía que quería actuar en sus películas... Pero, ¿qué se esconde tras las mascaras? Creo que lo fascinante es que no tengo que ser yo, Puli Demaría. Pero no uso las máscaras del teatro para esconderme: me permiten jugar, vivir muchas vidas.
–Dejaste un amor y te dejaron. ¿A cuántas cosas renunciaste a lo largo de tu vida por mantener una relación?
–Soy muy fan de los matrimonios y las parejas de largo alcance, pero a veces uno va haciendo lo que puede, y en el camino nos toca dejar y que nos dejen. No puedo decir a cuántas cosas renuncié por mi pareja, no sería justo: en ese momento yo no sentía que renunciaba a algo. Una se va transformando a lo largo de la vida y las relaciones pueden cambiar. Hoy elijo quedarme con todo lo positivo de las relaciones que tuve, y tomo lo negativo como un aprendizaje.
–Apostaste por el amor nuevamente con Federico Deis, cuentan las revistas.
–Federico fue el único señor con el que salí después de que me separé. Fue una cita a ciegas incentivada por mi amiga Mariel, porque yo no quería volver a salir. Estaba muy triste y dolida, con cero expectativa. Además, él no quería: “Esa mina de la noche, ¡no!”. Me había visto poner música en una fiesta y le daba vértigo. Hicimos mucha charla telefónica, porque él viajaba y yo seguía llorando por mi ex. Salimos varias veces antes de darnos un beso. Fue muy a la antigua, muy sano. Le doy gracias a mi amiga y a la vida porque soy muy feliz con él. No es fácil volver a encarar una relación en la adultez, con hijos de ambas partes. Menos cuando la remaste tanto para que te acepten y te quieran, para que no te abandonen. Necesitaba conocer a alguien que me quisiera como estaba, “sin remos y a la deriva”.
–¿Te da miedo que te defrauden o siempre sos de darte una nueva oportunidad?
–No me da miedo, porque no creo que una pareja te defraude. Las personas tenemos características que a algunos le pueden gustar y a otros no. Y en una pareja, cuando recién te conocés, todo es maravilloso. Después se van conociendo otras partes, pero eso no tiene que ver con una defraudación. A esta edad una pareja se elige, porque nada te ata. Me encanta tener alguien con quien compartirlo todo, así que sigo creyendo en el amor, y en la vida de a dos.
–Tu mayor tesoro son tus cuatro hijos: Silvestre, Santos (fruto de su matrimonio con Matías Corti), Félix y Florián (con Martín Chule Bernardo). ¿Siempre soñaste con una familia numerosa?
–Soñaba con tener una familia como los Ingalls. Me costó mucho tenerlos porque tuve trombofilia, perdí cuatro embarazos, estuve en reposo, con inyecciones diarias... Cuando perdía los embarazos, no bajaba los brazos. Sentía que yo vine al mundo a dar vida. Y de repente tengo cuatro hijos maravillosos, que es un montón, pero siempre estuvieron en mi sueño. Son el motor de mi vida.
–Hace días se estrenó La sociedad de la nieve y tenés una anécdota muy cercana con uno de sus protagonistas.
–Sí, fue embarazada de Silvestre. Yo estaba en reposo, con pérdidas. Pensá que ya había perdido tres embarazos... Mi marido se cruzó a Nando Parrado en la calle, que alquilaba cerca de nosotros, y le preguntó si podía venir a casa a saludarme. Le dijo que yo “vibraba” con la historia de ellos. Nando entró en mi habitación, se sentó a los pies de mi cama... Yo lo miraba absorta. Sentí que no podía llorar frente a una persona que había perdido a su madre, a su hermana y a sus amigos, que había pasado lo que pasó. Nos quedamos en silencio. Cuando se levantó, me dijo: “Esta cordillera ya la vas a pasar”. Años después encontré a Nando en la calle y le mostré la foto de mis cuatro chicos y le dije: “No sos consciente de la fuerza que me diste”.
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